—¿Qué mierda te pasa? —le pregunté apretando la cuchilla contra su cuello— ¿Quieres que te mate?
—Nena, si me matas es porque yo te dejé hacerlo. —responde arrogante como siempre.
Bufé alejando la cuchilla y levantándome para que él pueda hacer lo mismo.
—¿Qué haces aquí, Thomas? —dejé el arma sobre la mesa de luz, encendí el velador y me quité el abrigo dejándolo sobre la cama— Mejor dicho ¿Cómo entraste?
—Abrí la cerradura —se encoje de hombros—, no fue difícil deberían poner una mejor o agregar otra cosa, cualquiera puede entrar.
—Lo noto. —dije viéndolo acusadora— Lárgate.
Busco en mi armario la ropa para dormir ignorándolo por completo esperando que se vaya pero lo conozco y sé que no lo hará. Siento su pesada mirada en mi espalda mientras busco qué ponerme aunque la verdad no sé qué es lo que de verdad estoy buscando, solo revuelvo mi ropa como una tonta sintiéndome cada vez con menos aire.
Sus pasos se hacen sonar en el piso y siento como su calor se aproxima y dejo lo que estoy haciendo quedándome quieta cuando una de sus manos sostiene mi cadera rozando su cuerpo con el mío. Cuando su aliento se acercó a mi oreja fue cuando me quedé sin aire por completo y mis ojos se cerraron automáticamente cuando su otra mano se deslizó por mi muslo levantando mi vestido y, como era de esperarse tocando el tatuaje con el que tiene obsesión. ¿O la obsesión es conmigo? La satisfacción que tiene al saber que de cierta forma le pertenezco, que sabe que ganó.
¡Detenlo, Emily!
Pero mi cuerpo no reaccionaba a mis ordenes, era como si me tuviese hechizada o con una especie de amarre, solamente reaccionaba a sus toques y su cálido aliento con olor a cigarro y whisky que siempre tiene, que siempre me embriaga.
—Lo besaste, Emily. —la mano en mi cintura clavó los dedos en mi piel mientras su pesada y dura voz repetía esas palabras en mi cabeza procesando todo intentando entrar en razón.
Nos vio. La misma sensación que sentí en el coche volvió. Culpa, miedo, adrenalina ¿Podía sentir todo eso al mismo tiempo? O se podían turnar para hacerme perder la cabeza de la misma forma que este hombre lo hace, porque si sentí todo eso fue por su causa de la misma forma que lo siento ahora.
—Lo besaste. —repite esperando obviamente que me digne a decirle algo pero qué iba a decirle si ya nos vio.
—Si. —confirmé.
Intenté voltear pero su mano me lo impidió.
—Joder ¿Qué haré contigo? —una de sus manos subió por mi espalda y pude sentir como el cierre del vestido comenzó a bajar despacio.
Contuve mi respiración un momento cuando lo bajó por completó y sus fríos dedos tocaron el centro de mi espalda subiendo hasta mi hombro quitando una de las tiras y después siguió con la otra.
—Creí haberte dicho que no iba a pasar más nada entre nosotros dos. —logré decir y me sostuve el vestido apretando mi pecho con las manos.
—Creí que sabias —me cogió los brazos y los quitó de mi pecho— que yo tomo lo que quiero cuando quiero, Emily.
Me quitó el vestido jalándolo hacia abajo y dejándome solamente en bragas de encaje, lo cual provocó que de su boca salga un gruñido a penas audible pero que por el silencio de la habitación pude oírlo logrando que el calor circulara por mi cuerpo de forma rápida. Giré un poco la cabeza y de reojo vi como me observaba de arriba hacia abajo con su semblante duro y oscuro. Se acercó cubriendo mi cintura con sus manos y subiendo hasta llegar a mis pechos los cuales acunó y masajeó con ambas manos de manera brusca y deliciosa.
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La marca de Beist.
RomanceEmily siempre se mantuvo fuerte ante los obstáculos de su vida, y creyó que podía tener paz en ese nuevo pueblo, algo oscuro y extraño, donde empezaría de cero junto con su madre. Aunque no notó que de cerca la acechaba un demonio, una bestia o, así...