Al otro día desperté sola en la cama. Gunther no estaba, al parecer tenia cosas que hacer.
En ese momento recordé lo que sucedió anoche:
Había expulsado un suspiro sintiéndome como una idiota, aunque tal vez era la frustración de no haber podido tener mi orgasmo pero no iba a negar que lo había disfrutado un poco. Además de que me sentí un poco mojigata, lo que me hizo reír porque era estúpido.
Una vez que Gunther cayó completamente dormido a mi lado me vestí con su camisa y me acerqué a la ventana notando que ya había comenzado a nevar. Mis ojos viajaron por los copos que caían lentamente hacia el jardín pintando los arbustos de blanco y me sentí nostálgica.
Follé con otro hombre que no es Beist y lo sentí por completo distinto, completamente fuera de lugar y me maldije por eso. ¿Qué me has hecho Thomas Breivik?
Elena y Berta me estaban esperando en mi habitación para ayudarme con el baño y mi ropa. Hoy mi vestido era más abrigado puesto que afuera ya estaba nevando, así que una vez que estuve lista y con una nueva tiara en la cabeza bajé encontrándome con voces que venían desde el comedor.
—Guten Morgen. —«Buenos días» saludé besando la mejilla de Gunther y después la de su padre.
—Que cálida presencia. —dice Klaus cuando me siento en el mismo lugar que ayer y Elena me sirve un poco de café— Tengo un obsequio para ti, Emily.
—Oh, gracias. —tomé la pequeña caja que me había entregado y al abrirla me encontré con el collar que me había querido obsequiar la noche que visitamos su club— Es...
—Pertenecía a mi madre. —habló Gunther.
Mis ojos se abrieron ante la confesión ¿Por qué me estaban dando esto?
—Ahora eres parte de la familia, supongo que después de que destronemos a Beist te casaras con mi hijo.
Casi escupo un pulmón cuando escuché sus palabras. ¡Antes muerta!
—Padre aún no hemos hablado de eso, por favor no incomodes a mi reina. —habla por suerte Gunther haciendo que vuelva a tragarme el pulmón. Miré a Klaus con una sonrisa y le entregué el collar a Elena para que pueda ponérmelo mientras corría mi cabello hacia un costado— Te queda hermoso.
—Gracias, y gracias Klaus. —le sonreí y este simplemente asintió.
—Mi hijo me comentó que quieres asistir a la boca.
Otra vez las dudas en su tono de voz, Klaus aún no confiaba en mi.
—Así es, quiero ver el espectáculo de cerca. —tomé algunos trozos de fruta y los llevé a mi boca.
—¿No crees que es arriesgado? —le pregunta a su hijo.
—Estará disfrazada. —le responde sin mirarlo, estaba ocupado en su móvil.
—¿Y tú crees que por eso no la reconocerán?
—Todos estarán demasiado ocupados con la boda Klaus, no te preocupes. —le digo con desdén.
—Tú entiendes que si alguien del clan Breivik te reconoce estaremos jodidos ¿No? —me gruñe.
—Lo sé, tampoco quiero arriesgarme a que Viktor Sokolov me saque en un ataúd, pero seré cuidadosa.
Klaus se fue sin estar de acuerdo conmigo y tuve miedo de que Gunther cambie de opinión, aunque por suerte no lo hizo, lo convencí de que seria cuidadosa. Esa boda era mi única oportunidad para escapar. Luego de eso buscaría a mi madre -que por lo que sé- hoy volvía de su viaje con Gabriel, así que era perfecto para huir con ella. Luego de lo que haré Thomas no me dejaría en paz, tendré que ser más rápida que él para poder huir.
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La marca de Beist.
RomanceEmily siempre se mantuvo fuerte ante los obstáculos de su vida, y creyó que podía tener paz en ese nuevo pueblo, algo oscuro y extraño, donde empezaría de cero junto con su madre. Aunque no notó que de cerca la acechaba un demonio, una bestia o, así...