Parte 50. Boda sangrienta.

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Beist:

Apreté el móvil en mi mano mientras maldecía un millón de veces a esa fiera que sólo le gusta provocarme.

—Breivik, debes salir. —habló uno de los hombres de Viktor.

—Lárgate. —le gruñí mientras no dejaba de pensar en la voz de Emily ¿Era una advertencia? ¿Ella estaba aquí? Joder.

—Hermano, debes salir. —la voz de Aiden me irrumpió.

—Creo que Emily está aquí. —le dije volteando para verle, lo cual este frunció el ceño— Acaba de llamarme para felicitarme supuestamente.

—Carly cree también haberla visto.

—Tenemos que buscarla. —intenté salir de la maldita carpa pero el brazo de Aiden me detuvo.

—¿Estás loco? Debes salir si no quieres que Viktor Sokolov nos asesine a todos.

—Que se pudra. —gruño intentando salir pero él vuelve a empujarme— Aiden, debo encontrarla.

—¿Qué, no piensan salir? —la voz de Viktor nos hizo mirar hasta la entrada de la carpa, estaba parado con su traje intacto y no parecía contento por mi tardanza.

—Ya voy. —suspiré.

A regañadientes salí hacia el estrado donde tenia que esperar a Kira y apreté mi mandíbula intentando controlarme. Aiden y Jacob estaban detrás mío mientras veía como Carly buscaba a Emily, seguramente, con la mirada hasta que se encontró con mis ojos y se encogió de hombros negando dándome a entender que no la ve. Ivar me miraba extrañado sin entender qué carajo estaba pasando, por supuesto él no sabe que una jodida fiera me estaba pisando los cojones. Intenté calmarme mientras la música de la orquesta que Viktor trajo de Rusia comenzaba a sonar. A lo lejos por la alfombra larga y blanca vi los pasos de Kira y Viktor caminar con lentitud hacia mi mientras ella no dejaba de saludar a todo el que veía, tuve que aguantar mis ganas de rodar los ojos cuando estos se encontraron con una rubia en una de las últimas filas con un gran sombrero. Conozco esos labios, pensé.

Cuando Kira llegó a mi Viktor me la entregó y su hija me cogió las manos con una enorme sonrisa. El sacerdote comenzó a hablar no sé cuantas mierdas, yo volvía mis ojos a la rubia que estaba en las últimas filas, la cual no levantaba nunca su cabeza solo hasta que el sacerdote llegó a la parte en que le preguntó a Kira si aceptaba ser mi esposa, cuando sus ojos azules se encontraron con los míos y su sonrisa fría y macabra me abrazó noté que algo estaba mal, una vez que Kira dio el sí el sacerdote ruso le entregó la copa de vino y esta la acunó en sus manos bebiendo un sorbo pero al tragar su rostro cambió y la copa cayó. Su vestido blanco ahora estaba manchado de rojo. Eso no era vino.

—¡¿Qué demonios es eso?! —mis ojos se abrieron levantando mis cejas y miré al sacerdote pero antes de que algo pudiese pasar sacó una navaja de su túnica cortándose el cuello en sacrificio. La sangre de su carotida nos bañó a los dos.

Los jadeos comenzaron y los gritos de horror aparecieron cuando Kira cayó al piso cual cadaver expulsando espuma y sangre por la boca.

—¡No! —un grito desgarrador se escuchó. Victor cayó de rodillas al piso tomando el cuerpo ahora sin vida de su hija.

Los rusos se alarmaron, algunos corrían asustados alejándose y otros, los más cercanos a la Bratva se acercaban a la escena.

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