🦋01🦋

1.5K 119 14
                                    

Estaba cansado, exhausto de escuchar y recordar las historias de mi padre. Él juraba haber conocido a viajeras en el tiempo pero yo no creía en sus palabras, eso era imposible.

Durante toda mi vida había escuchado cómo se veneraba a una mujer que ni siquiera conocía. La mujer no era una diosa pero prácticamente era tratada como tal, Elizabeth de Edevane, la esposa del eterno rey de Britmongh y a palabras de mi padre, la primera viajera.
 
— Said, debería buscar una esposa. — Sugirió la hermana menor de mi fallecida madre. — Tener descendencia para que el apellido de su padre no muera.

— Ana, mi padre conoció a mi madre cuando era un hombre con suficientes cicatrices de guerra, no hay porqué buscar a una mujer. — No deseaba casarme, era una atadura que no anhelaba.

— Así es, unió su vida a la de mi fallecida hermana cuando fue un hombre con más de cicatrices de las que podía contar pero su hijo no debe ser así. Said, las mujeres del pueblo y lugares vecinos desean ser su esposa y eso me hace preguntar, ¿a qué espera? — Su constante insistencia era de mi desagrado.

— No voy a casarme con cualquier mujer. — Afirmé con brusquedad. — Si llagase a unir mi vida con alguna mujer no será cualquiera, me niego a fallecer al lado de una dama solamente bella.

— ¿Acaso prefiere a una mujer que responda? Con todo el respeto que se merece el único descendiente de mi hermana, las mujeres que se alzan en contra de los hombres no son más que brujas. Le recomiendo que busque una dama como esposa y no a una pecadora. — Sus palabras eran las mismas todos los días.
 
No iba a casarme, prefería recorrer tierras desconocidas antes de atarme a una persona.
 
— Como sea, con el alba emprenderé un nuevo viaje. — Ana era consciente de ello pero quería dejarlo claro.
 
Era de noche y luego de consumir los alimentos preparados por la servidumbre, me dirigí hacia mis aposentos.

Desde la salida del alba había estado ocupado, ya fuera ayudando con las plantaciones, observando los alrededores para proteger el pueblo o evitando confrontaciones. Así era, desde la salida del alba hasta que éste se ocultaba.

En los tiempos en los que había nacido dormir era un privilegio del que todos podían gozar pues las guerras habían mermado gracias a la intervención del eterno rey de Britmongh y sus sucesores. Todos ellos se habían encargado de mantener la paz entre la mayor parte de los territorios y aunque sabíamos que en algún momento aquello terminaría, los más astutos dormíamos lo más que podíamos.
 
— Tantas guerras le hicieron daño, padre. — Hablé en voz alta en la soledad de mis aposentos.
 
Padre nunca había dejado de repetir que las viajeras en el tiempo existían y que había conocido a dos de ellas y a la creadora del objeto que les permitía llegar a nuestras tierras. Sin embargo, yo no creía en eso, más bien pensaba que mi padre había conocido a una dama de la que había quedado prendado pero al no poder tenerla prefirió crear toda esa historia. Mis creencias tenían sentido porque él no amó a mi madre hasta tiempo después de conocerla. A palabras de mi madre, él solo hablaba y respiraba su nombre, el nombre de la eterna reina de Britmongh.
 
— Said, es momento de descansar o el alba te castigará. — Murmuré con malestar.
 
Mis ojos se abrieron, informándome que la salida del alba estaba cerca. Tomé lo que creí necesario y salí de los aposentos hacia donde se encontraba la servidumbre con los alimentos y armas que llevaría.
 
— Que el señor bendiga sus pasos. — La hermana de mi madre hizo una leve reverencia.

— Que así sea, Ana. — Di un corto asentimiento y me dirigí hacia mi caballo, en donde también esperaba mi más fiel sirviente.
 
— En marcha. — Le dije a mi consejero.
 
Zilsur era poseedor de mi entera confianza, habíamos crecido juntos y su padre había huido de Prifac con mi padre. Él cuidaba mis espaldas y yo las suyas, siempre había sido así.
 
— ¿Qué haremos al llegar? — Preguntó, alzando la voz para que pudiera escucharlo por sobre el rugido del viento.

Mariposa Viajera© EE #4 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora