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Mi mano sujetaba su brazo mientras la guiaba y ocultaba de la mirada de los soldados que caminaban por el palacio. Hasta ese momento no habíamos sido vistos y esperaba que siguiera siendo así.
 
— ¿Confía en mí? — Murmuré, volviendo a caminar y luego a ocultarnos.

— Por supuesto que no pero no tengo otra opción. — La observé y volví a mirar a los soldados.
 
Aquella mujer… Le estaba salvando la vida y se atrevía a decir que no confiaba en mí, sin importarle mi pensar o sentir.

No, esa mujer no podía ser una frágil mariposa.
 
— Sujete sus ropajes. — Si no los sujetaba podíamos ser descubiertos.

— ¿Y si lo rompe? — Su pregunta fue acompañada con un movimiento de manos pero aun así no habían comprendido. — Em… Acortarlo. — Colocó su mano cerca de sus pies.

— ¿Quiere que rasgue su ropaje? — Asintió. — Eso es…

— Inapropiado, riesgoso o lo que quiera pero así sería más fácil moverme y no ser vistos. — Si mi madre hubiera seguido con vida me habría roto una rama en la cabeza.

— Ayúdeme. — Tomé el borde de su ropaje y tiré, intentando rasgarlo lo más rápido posible pero sin faltarle el respeto o llamar la atención.

— ¿Dónde está? — Preguntó una voz a la lejanía.
 
La mujer me observaba con temor y yo terminé de rasgar los ropajes para huir. Aquella era la voz de Garoff, ambos lo sabíamos.
 
— ¡Encuéntrenla! — Bramó con fuerza.
 
Nos iban a ejecutar.

Tiré una vez más de su brazo y comencé a correr sin soltarla. No había tiempo para ocultarse o ser cuidadosos, los soldados habían sido avisados y no podíamos permanecer allí por más tiempo.
 
— Salga de aquí, diré que tuve un accidente. — Leigh se había vuelto una demente que deseaba morir, de otra forma no podía comprender cómo se ofrecía a sacrificarse. — Umeth no me hará daño.

— Le di mi palabra, no la dejaré aquí para que sea asesinada por traición. — Huimos por el palacio hasta encontrar un vano por el que podíamos salir sin ser vistos. — Con su permiso. — Murmuré antes de haber salido por el vano y tocar su cintura para ayudarla a salir. 
 
No era momento de cometer errores. Debíamos salir de ahí o seríamos asesinados.
 
— Escuche, no se suelte. — Asintió.
 
Avanzamos por detrás de lo que había en la villa, ya fueran establos o viviendas. Al girarme para observar que se encontraba bien, pude ver que su rostro era el de alguien que iba a ser ejecutado por el peor crimen y si no huíamos eso sería lo que sucedería.
 
— Confíe en mí. — Murmuré mientras esperábamos que los soldados se alejaran del último establo que nos ocultaría del pueblo.

— No vamos a poder. — Leigh no dejaba de murmurar pero el temor que sentía nos estaba poniendo en un peligro mayor.

— Escuche, piense… Piense que es una mariposa. — Luego no iba a saber dónde ocultarme. — Usted es una mariposa, huirá conmigo y luego la liberaré en un lugar seguro.

— Soy una mariposa…— Repitió.

— Sí, es una mariposa que será libre. — Leigh asintió y respiró, preparándose para no detenerse.
 
Aquello había sucedido rápido, nuestros cuerpos se habían movido lo más rápido que podían mientras los soldados comenzaban a seguirnos. No podíamos detenernos, eran demasiados para una sola espada.
 
— ¡Said! — Gritó Zilsur, quien montaba a caballo.

— Tome a Leigh. — Ordené, sabiendo que no debíamos cometer errores.
 
La mano de Zilsur se aferró al brazo de Leigh y levantó su cuerpo, montándola en el caballo. Mi fiel compañero liberó a mi caballo para que pudiera alcanzarlo y montarme en él.
 
— ¡Vámonos! — Golpeé los costados del caballo y comenzamos a avanzar, dejando atrás aquellas tierras.

— Están con vida…— Murmuró Zilsur sonriente. — ¿Se encuentra bien, Leigh?

— Lo estoy. — Asintió ella.

— ¿Creía que moriríamos? — Su duda, aunque fuera pequeña, me causaba malestar.

— No sabía en qué creer. — Habló mientras acomodaba sus ropajes. — Soldados han comenzado a cabalgar, debemos alejarnos.
 
Después de cabalgar lejos del territorio de Garoff y de estar seguros de que estábamos a salvo por el momento, ayudé a Leigh a montar el Farah, mi caballo. Ella iba a ir conmigo, no me molestaba que montara con Zilsur y tampoco lo veía incapaz de protegerla pero mi decisión se debía a que él tenía que ir hacia el pueblo.

Sobre los hombros de Zilsur se encontraba la vida de los pueblerinos y mientras la mujer y yo intentábamos alejarnos lo más posible, él iría a avisar sobre la situación y luego nos encontraríamos. Si todo salía como lo había planeado, el pueblo, mi consejero, la mujer y yo, saldríamos con vida del enfrentamiento que podría ocurrir.
 
— Cuídese. — Golpeé su brazo como despedida.

— Usted también, ambos. — Continuamos cabalgando al lado del otro hasta tiempo después que nos separamos, cada caballo cabalgando hacia un destino distinto.
 
El viento golpeaba con fuerza nuestros rostros pero lo que causaba mi malestar y que no pudiera ver hacia dónde íbamos era el cabello de la viajera. Estaba atado pero aun así golpeaba mi rostro e ingresaba en mis ojos.
 
— Si no sujeta su cabello le haré lo mismo que a su ropaje. — Hablé cerca de su oreja.
 
Sus manos tomaron el cabello para que no siguiera golpeando mi rostro y giró su cabeza para observarme. La mujer de ojos grandes me estaba amenazando de forma silenciosa, me advertía de que no debía tocar su cabello o ella tampoco me respetaría.

Leigh era una belleza, una muy peligrosa para mí y mi amada Europa.

Sin saberlo, la mujer se había vuelto el mayor de mis temores y a su vez, prioridad. Si ella vivía, nosotros también lo haríamos pero si sufría, no deseaba ver lo que iba a ocurrir con los hombres y mujeres que allí vivíamos.
 
— ¿Podría decirme que ocurrió? — Debía saber lo que había ocurrido en Vurshka para poder protegerla.

— Acaba de llevarse a la esposa de Umeth Garoff. — Eso no era algo agradable de saber porque había creído que podía salvarla antes.

— ¿Le hizo algo? — Su cuerpo se movió como si estuviera riendo.

— Antes me trataba muy mal pero luego… Creo que lo acepté. — De no haber sido porque dejamos de ser golpeados por el viento, no la habría escuchado. — Supongo que después de algún tiempo me acostumbré y él comenzó a tratarme bien, eso creo.

— Garoff no la trataba bien, la hizo creer eso. — Ella alzó sus hombros y no volvió a hablar. — ¿Qué sabe sobre el motivo de su viaje? — Pregunté, necesitaba saber cuándo volvería a sus tiempos.

— Solo sé que debía buscarlo, nada más. — Una nueva duda azotó mi cabeza.

— ¿Cómo sabían de mí? — Leigh movió su cuerpo de forma extraña antes de responder.

— Dalila y Fracci nos hablaron de su padre y madre, por lo mismo de usted también. — ¿Facci y Dalila?
 
¿El conde y su mujer se encontraban en su tiempo? Era imposible, el conde había fallecido y su mujer había vuelto a su hogar sin él. ¿Cómo era aquello posible?
 
— Eso no es posible, el conde falleció a causa del tiempo. — Ella movió la cabeza.

— No sé si era conde y tampoco preguntaré porque no tendría lógica en mi cabeza pero estoy segura de que ese hombre no luce como un anciano. — ¿Qué ocurría alrededor de las viajeras?
 
En ese momento no comprendía nada pero estaba seguro de que lo haría, aunque tardara en suceder.

Mariposa Viajera© EE #4 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora