🦋19🦋

625 82 1
                                    

En Villa Vurshka estaba sucediendo algo. Los hombres y mujeres que allí vivían caminaban por todas partes como si planearan un ataque o celebración.
 
— No lo comprendo. — Murmuró Zilsur a mi lado.
 
Estábamos observando todo lo que sucedía desde la lejanía, donde podíamos verlos pero no ser vistos. Después de haber llegado a las tierras cercanas, habíamos encontrado ese lugar con la salida del alba y parecía que ellos no conocían de esa desventaja que tenían.
 
— Garoff ha salido. — Avisé otra vez.
 
Me había olvidado de cuántas veces ese hombre había salido del palacio y vuelto a ingresar pero no habían sido pocas. Se estaba asegurando de algo pero no sabía el qué y aquello me preocupaba.
 
— Said…— Volvió a murmurar el hombre que se encontraba a mi lado. — La mujer…— Él se encontraba observando hacia otro lugar, uno que me era difícil de ver.
 
 No podía ser cierto…

Leigh se encontraba ahí de pie, esperando a Garoff, quien se dirigía hacia ella. La mujer vestía ropajes largos de la villa pero había algo diferente al de las demás mujeres. En una ocasión había asistido a una ceremonia en esa villa y aquel vestido lo había observado antes en las esposas.
 
— Es su mujer... — Garoff lo había planeado todo, él era consciente de que si la hacía su mujer, nadie iba a poder alejarla de esas tierras sin correr peligro.

— ¿Qué haremos? — Preguntó Zilsur, observándola. — Nos asesinarán tan pronto intentemos ingresar a Vurshka.

— No lo sé. — Murmuré, preso del malestar. — Le había dado mi palabra. 

— Pero… — Alcé mi mano para que dejara de hablar.

— Ingresaré ahí, la alejaré de Umeth y huiremos, lejos de nuestro pueblo. — Murmuré. — Mientras yo estoy ahí, usted se quedará aquí y preparará los caballos. Si no regreso y Leigh tampoco, huya y avise a nuestros aliados y al pueblo.

— ¿Se ha vuelto un demente? — Su mano sujetó mis ropajes con fuerza.

— No sería un hombre si no tuviera palabra. —Tomé mi espada y la coloqué en su lugar, oculta entre mis ropajes.
 
Era en ese momento, no había otra oportunidad. Si debía perder la vida mientras intentaba devolverle la libertad, lo haría.
 
— Un hombre sin palabra no es un hombre. — Murmuré para mí mismo. — Una mariposa que no vuela libremente…
 
Detuve mis palabras antes de terminar porque aquello no debía ser escuchado por otras personas.

Debía utilizar la ventaja que tenía y lo había hecho. En ningún momento me había alejado de aquel punto débil que tenían. Sin que se enteraran o me observaran, caminé entre los árboles hasta dar con la entrada a la villa.

No había otra forma de ingresar o salir, debía esperar a que alguna carrosa se acercara para subirme a ella y no ser visto. Había visto una a la lejanía por lo que solo debía ser paciente.

Una vez que los caballos estuvieron cerca, me sujeté de la carrosa y me oculté entre las pieles y frutos que llevaban. Si me ocultaba no iban a encontrarme porque las tierras de Vurshka podían ser sangrientas pero no observaban todo, no buscaban entre los objetos que ingresaban o salían.
 
— ¿Qué ingresan? — Preguntó el soldado.

— Pieles y frutos, enviados de Prifac como muestra de respeto para la señora. — Señora… Leigh era la señora de aquellas tierras y todo por mi error.

— Pase, no la haga esperar. — El carruaje comenzó a avanzar lentamente.
 
Temía que los caballos fueran a detenerse en medio de Vurshka y quedara visible para todos. Por ese motivo salté del carruaje antes de que éste llegara a donde debía.

Intentando no ser visto, caminé hacia un puesto de ropajes y me los coloqué para ser uno más de ellos.
 
— El palacio…— Murmuré para mí mismo.
 
Para llegar al palacio debía recorrer la villa o caminar por sus alrededores, detrás de las viviendas de los pueblerinos y de posibles miradas.
 
— No debí intercambiarla. — Continué hablando conmigo mismo mientras llegaba al lugar más protegido de la villa. — Podríamos haber estado en mi pueblo, vivos y a salvo.
 
Ingresé al palacio de forma silenciosa y cuidadosa, siempre alerta. No sabía en qué aposento se encontraba pero Leigh debía estar ahí, la habíamos visto siendo llevada hacia el interior.

Busqué en cada uno de los aposentos y abrí todas las puertas menos una que se encontraba cerrada. Temiendo que allí se encontrara, ejercí un poco de fuerza en la puerta hasta poder abrirla.
 
— ¿Ropajes? — Pregunté por lo bajo.
 
¿Por qué había ropajes en aquel aposento? Lucían como si no se hubieran utilizado en mucho tiempo, como si nadie hubiera abierto esa puerta…
 
— ¿Eso es cabello? — Tomé entre mis dedos lo que parecía ser cabello pero aquel era diferente, nunca antes había visto uno así.
 
Era… Aquel cabello era exótico.
En ese aposento debía haber sucedido algo importante pero aun así, no comprendía porqué ropajes de una mujer se encontraban allí al igual que cabello, un peine y otros objetos.
 
— Debo encontrarla. — Murmuré para soltar los objetos que no me pertenecían y continuar buscándola.
 
Los soldados de Vurshka caminaban por el palacio, cada cierto tiempo se encontraban y luego había unos momentos en los que nadie se encontraba por el lugar. Era en esos momentos en los que avanzaba por el palacio, no sin antes encontrarme seguro de que no sería atrapado.

Quedaban pocos aposentos y si Leigh no se encontraba en ninguno de ellos, entonces debía haber sido asesinada hacía poco tiempo.
 
— Mi cabeza se encuentra en la soga, espero que se encuentre con vida para no ser ahorcado. — Murmuré mientras abría otra puerta.
 
Ingresé en el aposento y cerré detrás de mí para no ser visto por los soldados que se acercaban. El lugar era grande y se encontraba iluminado por la luz del exterior, por lo que no me vi obligado a caminar en la oscuridad.
 
— Tome sus objetos, nos marchamos. — Mi voz causó que la mujer saltara en donde se encontraba.
 
Al girarse, pude apreciar su extraña forma de observarme. Leigh parecía ser otra persona, aquellos ojos azules ya no mostraban inocencia. 
 
— ¿Qué hace aquí? — Preguntó con temor. — Debo llamar a Umeth. — ¿Qué? ¿Qué estaba ocurriendo?

— He venido a cumplir con mi palabra. — Leigh no se había movido y no teníamos tiempo que perder. — Muévase.

— No voy a irme con usted. — No comprendía el motivo de su actuar, ella debía temer por su vida en ese lugar, no de mí. — ¡Umeth! — Gritó y avancé hacia ella para cubrir su boca. — ¡Mm…! ¡Mmm!

— Haga silencio. — Ordené sin dejar de observar la entrada al aposento. — No comprendo qué le ocurre pero debe calmarse. Voy a alejar mi mano de su rostro, le pido que se mantenga en silencio.
 
Como le dije, alejé mi mano de su boca para que Leigh pudiera explicarme qué era lo que sucedía.
 
— No me mate por favor. — Suplicó.

— ¿De qué habla? No voy a quitarle la vida, he venido a salvarla. — Ella negó con la cabeza.

— Sé lo que hizo con todas esas mujeres, por favor no lo haga conmigo. — El entendimiento llegó a mí con crueldad.

— ¿Eso le dijo Garoff? — Pregunté en voz baja. — Creía que era astuta pero me equivoqué. ¿Le dijeron que les quité la vida a mujeres? Jamás he hecho tal cosa, las mujeres y los niños no son soldados.

— Umeth dijo…— ¿Creía en la palabra de ese hombre? — Él dijo que usted deshonró a su hermana y luego la asesinó.

— ¿Hermana? Ese bastardo nunca ha tenido hermanos. — Su rostro era difícil de comprender.

— No… Usted está mintiendo. Mi esposo no…— La había engañado hasta hacerla enloquecer.

— Escuche. Si hubiera asesinado a su hermana, ¿cree usted que estaría aquí, de pie frente a su persona? — Leigh volvió a negar.

— Le aseguro que después le diré lo que desee pero debemos irnos o nos asesinarán. —  Claro que lo iban a hacer, si ella no caminaba nos ejecutarían a ambos.

— Hay soldados por todas partes. — Susurró ella.

— Leigh, no me informe lo que sé. —  Tomé su brazo sin herirla y comencé a llevarla conmigo. — Zilsur nos espera con los caballos.
 
Había ingresado a la villa sin ser visto y también había encontrado a la mujer, solo debíamos salir con vida. Si lográbamos aquello podrían ocurrir dos situaciones: ser considerados héroes o ser perseguidos y asesinados fuera de las tierras de la muerte.

Yo, Said Hichet, solo deseaba salir de allí y no volver a ingresar jamás, ni siquiera por un tratado de paz.

Mariposa Viajera© EE #4 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora