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Leigh Pov

Mis ojos se abrieron con pereza a causa del continuo golpe de los rayos del sol en ellos. La cabeza me dolía horrores y ni siquiera sabía en dónde me encontraba o porqué estaba acostada en el suelo.
 
— ¿Qué pasó? — Me pregunté a mí misma.
 
Mi voz había salido horrible, tan áspera como nunca antes. Necesitaba beber agua para aliviar la dolorosa sequedad que sentía en la garganta y también para evitar ser señalada por ser una poseída.
 
— ¿Ha despertado? — Asentí ante la pregunta de Said sin voltear a verlo.
 
No sabía lo que había hecho o dicho pero tampoco quería averiguarlo. La vergüenza golpeaba mi rostro con cada segundo que pasaba y el silencio reinaba entre ambos, uno tan incómodo que era imposible de ignorar.

Había bebido, lo sabía pero después de beber la tercera o cuarta copa de vino no recordaba nada. ¿Había hablado demasiado? Tal vez no había sido una ebria imprudente, podía haberme dormido hasta la mañana o tal vez no... Quizás… Quizás lo había vomitado o maldecido.
 
— Debemos marchar. — Informó, rompiendo aquel silencio. — Cabalgaremos hasta encontrar un lugar dónde podamos alimentarnos y estar a salvo. — Volví a asentir. — Ah, mujer, debe pagar por el vino.

— Lo sé. — Murmuré de mal humor.
 
Esperaba que dijera algo así pero en ese momento su voz me molestaba, su voz y presencia. El alcohol había eso su efecto, era un hecho. 
 
— Me agradaba la mujer ebria y al borde de la inconsciencia, usted es molesta. — Habló con cierto tono burlesco.

— ¿Hice algo…? Ya sabe, ¿algo de lo que pueda arrepentirme? — Me atreví a preguntar aunque no quería saber la respuesta.

— Si desea saber si su orgullo fue herido, no. Usted descansó luego de haber bebido el vino. — No sabía si creer o no en él pero debía admitir que me sentía más aliviada.

— Menos mal. — Susurré para mí.
 
Era un alivio saber que no había hecho nada que me hubiera dejado mal parada. No era de tomar alcohol y por lo mismo, cuando lo ingería no solían pasar cosas buenas. De hecho y si mi mente no me fallaba, la última vez que había bebido… Era algo vergonzoso de admitir pero yo… Yo había terminado vomitando sobre las piernas de un chico y dormí en la comisaría por causar disturbios.
 
— Uy. — Mi cuerpo tembló a causa del recuerdo. — Que horrible escalofrío.

— Usted es extraña. — Murmuró Said, quien me había estado observando fijamente.
 
¡Qué vergüenza! ¡Me había visto temblando como pollito con frío!

No, lo peor no era eso, lo peor era que cuando a mí me daban escalofríos, por mi rostro no pasaba una expresión facial bonita. Yo y escalofrío era como decir expresión facial de haber olido una media sucia y un pollo con frío.

Se suponía que su opinión no me importaba y realmente no lo hacía pero una cosa era lo que pensaba o decía sobre mí y otra muy diferente era la imagen que dejaba en la época pasada. Sí, era una exagerada pero no me importaba, no en esos momentos.
 
— ¿Qué está observando? — Él miraba hacia donde mis ojos se encontraban pero yo, a diferencia de él, no estaba viendo los árboles a la distancia. — Debemos irnos, mujer.

— Ya voy y deje de llamarme de esa forma. ¿Le gustaría que lo llamara hombre para todo? — Claro que él no me iba a entender, la mueca en su rostro y la época en la que nos encontrábamos lo hacían evidente. — Olvídalo.

— Usted es una mujer, no veo porqué debería sentir malestar. — El nulo tiempo que llevaba con Said me había servido para conocerlo un poco.
 
Él, aunque intentara parecer indestructible y fuera un guerrero salvaje, mayormente era como un adolescente. Tenía y hacía gestos típicos de un chico berrinchudo de mi época, alzaba los hombros cuando algo no le interesaba demasiado o cuando se molestaba y también hacía pucheros.
Esto último no lo hacía regularmente pero lo había visto en algunas ocasiones desde que había llegado a la época medieval.  

Era algo extraño verlo hacer ese tipo de cosas pero también me parecía gracioso y no porque fuera hombre sino por su apariencia de “hombre todo lo puedo y lo destruyo”.
 
— ¿A dónde vamos? — Pregunté mientras era tomada de la cintura para que me subiera en el lomo del caballo.

— Ya le dije, cabalgaremos hasta encontrar un lugar en donde comer y estar a salvo. — Sí, lo había dicho pero no me refería a eso.

— ¿Algún pueblo en particular? — El caballo había comenzado a moverse por órdenes de su dueño.

— Si se refiere a si buscaremos tierras aliadas, no. No ingresaremos a los territorios aliados para ponerlos en peligro. — Asentí levemente porque en parte tenía un punto pero ir a un lugar desconocido era más arriesgado que ser encontrados en un territorio amigo.
 
Flores llamativas, extensas planicies y grandes árboles habían sido dejados atrás a gran velocidad. A pesar de no haber descansado mucho ni comer como se debería, el caballo corría como si nada de eso le hiciera falta.

Said y Lei, su caballo, debieron haber pasado muchas veces por aquella situación porque ninguno lucía alterado o débil.
 
— ¿Iremos a las montañas? — Él no había mencionado un lugar específico pero yo necesitaba saber al menos hacia dónde nos dirigíamos para poder tranquilizar mi descontrolado corazón.

— Leigh, cabalgaremos hasta que sea necesario. — Si bien no había sido grosero, prácticamente me había dicho que dejara de preguntar porque nos mantendríamos en constante movimiento. 

— ¿Y si nos perdemos? — Volví a preguntar.
 
Podía ser cansina pero realmente estaba preocupada. No tan solo me asustaba que fuéramos asesinados por Umeth y su gente sino también, perdernos y morir de una forma atroz.
 
— Leigh…— Murmuró, cansado de mi insistencia.

— Lo siento. — Susurré más para mí que para él. — No volveré a hacer preguntas en todo el camino…— Aseguré, sintiéndome un poco avergonzada por mi actitud.

— Debe confiar en nosotros, viviremos y usted podrá volver a su época. — Al menos teníamos el mismo objetivo aunque claro, ambos con distintos motivos.
 
Tal vez solo estaba siendo exagerada, tal vez solo debía confiar en que Said iba a mantenernos con vida. Debía alejar las dudas que había sembrado Umeth en mí porque a diferencia de él, Said no había llegado a lastimarme de ninguna forma.

Mariposa Viajera© EE #4 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora