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El cansancio me estaba venciendo, mi cabeza cada tanto tiempo caía hacia al frente o hacia los lados, causándome cierto dolor en el cuello. Sin embargo, no podía dormirme, debía estar vigilando como había dicho que haría pero mi cuerpo no parecía estar de acuerdo con eso.

Pese a los constantes intentos que mi cuerpo había tenido para que yo me quedara dormida, logré vencerlos y al amanecer continuaba estando despierta. Estaba agotada pero al menos había contribuido en algo aunque fuera en algo mínimo.
 
— Leigh, ¿se encuentra bien? — Asentí en respuesta a la pregunta que había hecho la voz a mis espaldas. — Debería descansar.

— Estoy bien, si usted se encuentra mejor debemos continuar. — Me puse de pie para guardar en el saco lo poco que habíamos desempacado.
 
Estaba agotada, sentía que me iba a quedar dormida incluso cuando me inclinaba o caminaba.

Said no había dicho nada más y lo agradecía porque no teníamos tiempo de discutir nada, no ni siquiera sobre el próximo lugar al que iríamos.
 
— ¿Realmente no asesinó a la hermana de Umeth? — Me atreví a romper aquel silencio que nos rodeaba.

— Como le dije, ese hombre no tiene hermanos y jamás los ha tenido. No he podido asesinar a una mujer que jamás nació. — Parecía haberse molestado porque dudaba de él pero tenía que entenderme.
 
Si era cierto lo que había dicho Umeth, iba a entregarme para que él me asesinara pero sino, entonces confiaría por completo en Said.
 
— ¿Qué más le dijo? — Preguntó cuando me tomó de la cintura y me sentó en el lomo del caballo. 

— No creo que deba decirle. — Murmuré una vez que él estuvo a mis espaldas.

— Debe porque es de mí de quien se habla. — Se notaba que el caballo ya se encontraba descansado y con energías, de no ser así no podría correr tan rápido como lo estaba haciendo.

— Dijo que usted mataba a niños y mujeres por placer y… — No sabía si debía decir aquello porque me parecía muy fuerte y desagradable.

— Leigh, hable de una vez. — Ordenó sin gritar o escucharse molesto.

— Umeth dijo que usted fue el culpable de un ataque…— Said ordenó al caballo que detuviera sus andares.

— Continúe. — Me invitó con delicadeza.
 
Tenía miedo de su reacción porque él podía parecer un hombre tranquilo pero no sabía si reaccionaría de forma agresiva.  De todas formas respiré y preferí hablar porque no había forma de poder librarme, el caballo había detenido su cabalgata y Said no me iba a dejar bajar.
 
— Bueno… Un ataque a… A su pueblo…— Susurré. — En donde…

— En donde murieron muchos, incluyendo a mi madre. — Terminó él y asentí. — El ataque fue real aunque no por mi culpa y tampoco falleció mi madre.

— ¿No? — Vaya, ¿acaso era otra mentira?

— No. Tampoco es cierto que le quito la vida a mujeres y niños, no deshonro y por último, no traicioné a mi pueblo. — Estaba tenso, el agarre en las riendas del caballo era excesivo y en sus palabras se escuchaba la viva voz de la rabia. — No debería creer todo lo que le digan, mucho menos un hombre que la golpeó.

— Es gracioso que lo diga porque fue usted quien me dejó ahí. — Su mano tomó mi quijada y giró mi cabeza para que lo observara.

— Sí, lo hice y como puede observar, en estos momentos se encuentra lejos de Vurshka porque fui a buscarla. — Aquella postura era incómoda, hacía que mis ojos dolieran por intentar mantenerle la mirada. —  Debe comprender que nada de lo que le dijeron es verdad, nada.

— Tal vez sí o tal vez no, nunca lo sabré. Sin embargo, puede que usted también esté mintiéndome. ¿Debo confiar en el hombre que me abandonó cuando me dijo que nada ocurriría si no me alejaba? — No me había percatado de que estaba alzando la voz hasta que terminé mi pregunta entre gritos.

— ¿Debe confiar en el hombre que la obligó a casarse mientras la golpeaba? — Said imitó mi tono de voz.

— ¿Cuál es la diferencia entre él y usted? Uno intercambió a una mujer por un estúpido tratado que ni siquiera iba a ser respetado y el otro aceptó. — Alejé sus brazos de mis costados y bajé del mientras intentaba no romperme la cabeza.

— No se atreva…— Advirtió colérico.

— ¿O qué? ¿Va a entregarme nuevamente? — Sentía la misma opresión en el pecho que había tenido aquel día cuando me habían dejado en Vurshka.
 
Durante mucho había jurado haberlo superado pero en esos momentos me daba cuenta de que no. No sabía en quienes confiar, qué creer o a dónde ir y eso me tenía al borde del llanto.
 
— Leigh…— Said cabalgaba lentamente detrás de mí, como si temiera de mi reacción.
 
Estaba agotada física y mentalmente. Said, Umeth, la época medieval y todo aquello que tuviera que ver con los tiempos pasados, me tenían fuera de mis cabales.
 
— Leigh…— Volvió a repetir con aquella voz monótona que comenzaba a fastidiarme.

— Déjeme en paz. — Murmuré sin mirar hacia atrás.

— Mujer, deténgase. — Ordenó.
 
La silueta de aquel gran caballo de color caramelo, pasó a mi lado y se detuvo al frente. Cada que daba un paso hacia algún lado para intentar avanzar, Said hacía que el caballo me imitara.

Realmente estaba cansada…
 
— Leigh…— El sol, aunque no quemaba la piel como en mis tiempos, podía llegar a hacer de las suyas después de estar mucho tiempo bajo él.
 
Me sentía mal, quería vomitar y estaba mareada.
 
— ¡Leigh! — Su voz se escuchó como un eco lejano y luego, nada.
 
Debí haber dormido, no solo bastaba con alimentarse relativamente bien durante una noche si el sol, el cansancio y la sed, devoraban el cuerpo lentamente.
 
Said Pov

Los ojos de la mujer se cerraron y su cuerpo cayó al suelo. No había podido evitarlo, no había podido bajar del caballo y tomarla antes de que cayera.
 
— Leigh, abra los ojos. — Golpeé un poco sus mejillas para que despertara pero nada ocurrió.
 
La mujer seguía con vida, su pecho subía y bajaba como lo hacía el mío.
Teniendo cuidado de dónde colocaba mis manos, la subí al caballo y luego de montarme, la senté. El cuerpo de la mujer se movía como si estuviera muerta pero no era posible porque podía escuchar su respiración cada vez que me acercaba para ver si seguía viva.  
 
— Es usted muy…— Dejé de hablar cuando ella echó la cabeza hacia atrás. — Extraña.

Mariposa Viajera© EE #4 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora