CAPÍTULO 11: Excusas

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—Eso es todo —declara la profesora Jeane de Encantamientos al tiempo en que la campana suena.

Retiro mis lentes y cierro el cuaderno. Al fin terminó la clase. Por suerte, con esta profesora no tengo que escribir mucho, ya que no es de tanta teoría; sin embargo, hoy dio una lista de hechizos que vamos a practicar este mes con una demostración de cada uno. Todos eran para el examen de duelo que se realizará a fin de mes. Prácticamente son 40 días de bastante estudio y, sobre todo, práctica. Hahh.

Elian se acerca cuando la mayoría había salido del aula. Todo el fin de semana se dedicó a enseñarme cómo registrar mejor mis notas, ya sean de clase o de libros. Mi cerebro terminó bastante cansado, aunque a la vez fue satisfactorio saber de lo que puedo ser capaz.

—¿Vamos? —pregunta refiriéndose a ir a la biblioteca.

Asiento con la cabeza, a la vez que ponía la correa de mi bolso en mi hombro.

—Kaeton, Leitch —nos llama la profesora.

Ambos cruzamos miradas algo sorprendidos y nos dirigimos hacia su escritorio. Se sienta con bastante elegancia y mueve su varita para atraer una hoja que estaba en el armario del salón. Ella es una de las profesoras más antiguas de la academia. Se dice que en unos años va a retirarse. Creo que tiene unos cien años, aunque pareciera tener unos ochenta o noventa. Su cabello es completamente canoso y siempre amarrado en un moño, con cabellos sueltos por detrás; además, tiene la piel rosada con arrugas poco notorias. Es bien estilizada; como siempre, lleva un vestido largo de falda ancha, con un detalle de puntos al centro del vestido, y una pequeña capa que solo cubre sus hombros.

Agarra la hoja y nos la entrega.

—Escriba aquí los hechizos que ha aprendido, señor Kaeton —ordena la profesora.

Elian me presta una pluma y empiezo a escribir encima del escritorio.

—Tengo conocimiento, por parte de su tutor, que van a trabajar juntos por ciertas condiciones que tienen —comenta. —Espero que, como otros cursos, obtengan resultados satisfactorios en su trabajo conjunto.

Le entrego la hoja casi de inmediato.

—¿Ya terminó? —Revisa la hoja. —Parece que puede manejar tres hechizos elementales y uno de defensa. Te falta practicar útiles para la vida cotidiana y de ataque.

—¿Realizar explosiones se puede considerar un hechizo? —cuestiono seriamente.

—No, joven Kaeton —resalta como si estuviera molesta por decir una broma.

—Em... profesora —interviene Elian. —Tengo la relación de unos cuantos hechizos que podrían funcionar mejor con el método que utiliza —. Busca algo en su cuaderno. —En mi investigación encontré que hay una mayor afinidad con la magia elemental y lo pude comprobar cuando logró invocar fuego —y le muestra una página que contiene una lista de hechizos para duelo. —Son solo nombres y algunas descripciones básicas, aún no los he investigado a mayor profundidad.

¿En qué momento hizo todo eso si estaba con él todo el fin de semana? ¿Se habrá quedado despierto hasta tarde otra vez? Disimuladamente examino el contenido de página señalada. Hay alrededor de unos once hechizos para que pueda practicar. Sin embargo, la profesora lo observa como si no fuera algo de otro mundo al tiempo que leía atentamente.

—¿Cuánto tiempo se tarda en aprender un hechizo? —pregunta mirándome.

—Eh... ¿Unas dos semanas? —trato de recordar cuanto tiempo me he demorado en los hechizos. —Aunque las indicaciones de Elian, puedo mejorar en unos cuantos días —divago.

Once in the Red MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora