Once in the Red Moon

EXTRA: Los deseos del corazón

Los deseos del corazón son un misterio. Algunas veces quiere tanto a una persona que desea estar siempre con ella. Pero, otras veces, cree que es mejor no estar con ella por su felicidad. Me pasó ambas situaciones.

Quería mucho a mi mejor amiga con quien pasé las situaciones más difíciles de mi vida. Nos propusimos casarnos; sin embargo, ella encontró a alguien quién lo veía más allá que un simple amigo. Es doloroso saber que los momentos felices que pasé con ella, nunca volverán, y su sonrisa será dedicada a otra persona. Pero, aun así, mi deseo de estar con ella toda la vida se esfumó al conocer a aquella persona que la separó de mí, y acepté los deseos de su corazón.

No era mala persona, y comprendía mi situación con ella. La amaba, pero podía renunciar por ella. Le otorgué mi aprobación, decepcionando a mi familia, y me alejé de ella, para que pueda disfrutar de su nueva pareja. Aproveché ese momento para poder viajar al festival de conferencias de Chealey, que se realizaba cada dos años. Me habían invitado anteriormente para ser un exponente del tema de Demonología, mi especialidad; sin embargo, no asistí debido a ciertas situaciones que prefiero no recordar.

Esta rama de la magia es poco explorada, a pesar de ello, su importancia radica en la fortaleza mental del portador y su relación con la manipulación mánica. Debido a esto, muchos que solicitan información son profesores académicos y ratniks, para su entrenamiento. Incluso, se dice que, en la antigüedad, se usaban los demonios para luchar con almas peligrosas, hasta que la Necromancia tuvo un mejor resultado, hace unos cuantos años.

Mi antiguo maestro también cambió, dejando de lado tantas investigaciones y avances sobre el mundo de los demonios. Me centré en ello, al igual que otros colegas quienes también deseaban que esta rama siga siendo de importancia. Sin embargo, fue decepcionante saber que algunos de ellos se desmoronaron al involucrarse con demonios más poderosos por el mismo deseo, convirtiéndose en brujos oscuros.

Bajé del carruaje y me instalé en una de las casas de huéspedes de la ciudad. Serían unas dos semanas aquí y de ahí regresaría a mi pueblo. No era mucho tiempo, pero obtuve nuevos conocimientos y conocí a nuevos colegas. En ese momento esperaba no ser el único demonólogo en el festival.

Salí a explorar la ciudad y admirar a la ciudad más misteriosa del imperio. El cielo estaba cubierto por un cúmulo de rocas con un agujero en la parte superior para poder identificar el tiempo. Siempre me pareció impresionante de que toda esa ciudad cupiera dentro de esa gran cueva en forma de montaña, en medio de un desierto montañoso.

—Disculpe, se le calló estas monedas —me avisó alguien detrás de mí.

Al voltear, me encontré con un hombre, un poco más bajo que yo, y bastante elegante. Su cabello era largo y rojizo posándose sobre su hombro derecho; y su rostro se adornaba con par de lentes delicados sobre su nariz. Parecía alguien fuerte y seguro como un árbol, pero a la vez delicado como los pétalos de una flor. Recibí las monedas de forma dudosa, revisé mi bolsa y resultó tener razón, eran mías.

—Gracias —respondo con bastante asombro.

Y simplemente, inclina la cabeza levemente despidiéndose. Por alguna razón, me hubiera gustado detenerlo en ese momento, ya que no tenía alguna pista o conocimiento de que me iba a encontrar nuevamente con él. Mi corazón se sorprendió, se detuvo y casi no podía respirar. Lo vi alejarse lentamente como si estuviera esperando alguna reacción mía, pero solo era mi imaginación. Volví en sí cuando lo perdí entre la multitud.

Unos días después, realicé mi exposición de mis últimas investigaciones sobre el mundo de los demonios y su vinculación con nuestro mundo. Sin embargo, en medio de ello, me encontré con su mirada. Tuve que continuar, ansioso de finalizar y acercarme a conversar con él. Por lo que me dediqué a buscarlo cuando todos estaban saliendo de la sala. Mi confundido corazón, estaba latiendo por él, por su singular y extraña belleza, pero, no pudo encontrarlo.