Han pasado unos cuantos días, y Elian sigue siendo paciente conmigo cada vez que me cura las manos cuando los cristales se funden en ellas. Me sorprende que no me haya reclamado por no hacer alguna mejora, y que en voz calmada me corrija cada error. Es bastante diferente a las personas que han intentado ayudarme, ya que hasta la persona más calmada se desesperaba al no ver alguna mejora durante tanto tiempo.
Además de su actitud bastante curiosa, sus expresiones son lo que más me llaman la atención de él. Cuando está en clases, es muy atento, participativo y alegre, cuando está rodeado de otras personas, mantiene una sonrisa de confianza; sin embargo, cuando estamos nosotros a solas, como ahora, es bastante serio, calmado y enfocado en el trabajo. Es totalmente diferente a cuando lo conocí: alguien desesperado por lograr sus objetivos, que llora por todo lo malo que le pasa, pero a la vez, alguien con bastante valentía para enfrentarse a alguien más fuerte que él. Es raro saber cuál es el verdadero con tantos rostros. Es casi como Astrid, mi gemela, quien solo muestra su rostro arrogante frente a mí; pero, ante los demás es una chica alegre, de bastante ingenio y comprensiva a los problemas, manipulando su imagen y la mía para que me retraten como un inútil.
A veces me pregunto si es igual a ella; sin embargo, al ser tan cuidadoso con cada herida, el ser extrañamente paciente y atento, sin quejarse en algún momento, hace que mantenga cierta confianza en él.
—Ya son bastantes veces que me curas. ¿No te incomoda hacerlo todo el tiempo? —pregunto rompiendo el silencio entre los dos.
Niega con la cabeza continuando con el vendado. Ya es la tercera vez que cambia las vendas en el día. A pesar de tantos errores y explosiones que he hecho en toda mi vida, mi mano nunca estuvo tan herida, chorreando de ungüento y con vendas cambiando como el viento.
—Sé tratar todo tipo de heridas, gracias a mi hermana —explica. —Estoy acostumbrado, así que no te preocupes.
Su mirada sigue enfocándose en mis manos, a pesar de estar algo avergonzado por la respuesta que dio. Luego, un silencio incómodo nos inundó de nuevo. No sé por qué, pero me pica la curiosidad por preguntarle por ciertas cosas, aunque no esté seguro de que me responda...
—Elian, ¿puedo preguntarte algo? —suelto algo dudoso, pero él me mira asintiendo con la cabeza. —No es necesario que me lo respondas ahora, porque tal vez sea algo incómodo; pero, solo quiero saber si existen otros marlows como tú —pregunto. Abre los ojos con sorpresa, creo que iba a decir algo, pero le interrumpí desviando la mirada. —Es que nunca había visto uno. Además de que nos pintan como si fueran "seres mitológicos" nada parecidos a nosotros, así que...
Escucho una pequeña risita por parte de Elian y volteo a verlo.
—Disculpa, es que... —trataba de no reírse cubriéndose la boca con su mano, soltando la mía, —... es que eso es un poco ridículo.
Me quedo algo atónito por su reacción, y siento cierto calor en mis mejillas por la pregunta tonta que le hice. Cuando termina de reírse baja la mirada, y termina de vendar mi mano con un rostro más calmado.
—Creo que es un poco tonto que nos pinten de esa manera —responde con voz suave. —Bueno, lo que sé sobre nosotros no es mucho. No he visto a otros como yo en Elstow; sin embargo, creo que en otras ciudades y pueblos del imperio somos mucho más comunes. De cierta manera, aquí nos tratan como si fuéramos alguna plaga.
Si es que siente que lo tratan así, ¿por qué se metió tanto en el tema de la magia? ¿Por qué no se fue a un lugar en donde sea mucho más común otros como él y evitarse este problema? ¿Por qué cada vez que menciona algo, me da más curiosidad sobre él? Aún no creo tenerle tanta confianza, ni siento que él confíe en mí. Pero, a pesar de ello, siento que pizcas de ella se están acumulando poco a poco retratándonos como iguales al otro.
ESTÁS LEYENDO
Once in the Red Moon
FantasiaEn la antigua ciudad de Elstow, Askar, un chico de mucho poder, siempre pensó que la vida era aburrida, llena de expectativas que le era imposible alcanzar. Y al no tener sueños, simplemente vivía bajo la sombra de su hermana. Nunca se le ocurrió qu...
