CAPÍTULO 13: Creo que estoy enfermo

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A pesar de todo lo que habíamos tratado de investigar, lo único que nos queda hacer es experimentar por nosotros mismos. Y como no podíamos hacerlo solos, tuvimos que pedir ayuda. Ahora, mis hermanos están aquí conmigo viendo la casa de Elian desde afuera, ya que Sean estaba con varias tareas pendientes. Owen se ve emocionado por la gran cantidad de plantas que hay en el frente, mientras que Raissa está deseando que esta mansión sea suya. Ambos están hablando más de lo normal y no logro calmarlos. Lo peor es que este es el primer día y nos faltan como otros treinta días más.

—Buenas tardes, señora Odeth —saludo al entrar.

—Oh, buenas tardes, joven Askar —saluda con una cálida sonrisa; luego, se sorprende al ver a mis hermanos detrás mío. —Y, ¿Quiénes son estos lindos jovencitos?

Casi de inmediato, los dos se callan y tratan de hacer su mejor sonrisa.

—Son mis hermanos: Owen y Raissa —los presento.

Ambos le estrechan la mano y nos deja pasar. Colgamos nuestras capas y los dejo sentados en los sofás con la advertencia de que no toquen nada. Aunque las cosas se pueden reparar, prefiero que no se metan en problemas. Voy en busca de Elian, quien, como siempre, está en su habitación. Toco la puerta y escucho que me deja pasar. Lo veo ordenando algunos libros en su escritorio, aún lleva el uniforme, agarro su cuaderno que estaba en la mesa de té.

—¿Falta algo? —pregunto.

—No, nada —responde distraído. —Es solo que quería ordenar esto —murmura.

—Puedes continuar cuando terminemos —propongo. Pero él desvía su mirada haciendo una mueca de preocupación. —¿Pasa algo?

Me acerco a él apoyándome en el escritorio. Niega la cabeza ocultando su rostro con uno de los libros que tenía en la mano. Supongo que está nervioso por lo que pueda pasar. Más temprano hablamos de probar los hechizos en Sean, pero al no estar disponible, pensé en Owen y es por eso que está aquí. Le he explicado a él también cómo va a hacer, así que está consciente de ello. Además, ya le había prometido que pediría su ayuda si lo necesitaba. 

Elian aprieta sus labios y trata de no mirarme.

—¿No tienes miedo? —pregunta. —Ya sabes, de hacerle daño a tu hermano.

Suspiro. Solo se estaba preocupando por lo que anteriormente le había dicho.

—Claro que sí, pero, cuando surja cualquier problema está la señora Odeth para ayudarnos —contesto sin convencerlo mucho. —Además, ¿no es que me estás enseñando a enfrentar mis miedos? —cuestiono arqueando una ceja.

Resopla y deja el libro que tenía en la mano en su sitio. Viene hacia mí y me golpea el brazo levemente.

—Eres un tonto —comenta sonriendo un poco.

—Auch, eso dolió, no pensé que tuvieras tanta fuerza —bromeo mientras le entrego su cuaderno.

—Vámonos —indica rodando los ojos y con una risa disimulada.

Pensé que le había hecho sentir mucho mejor, pero su sonrisa se desvaneció bastante rápido. Aún estaba bastante preocupado por lo que podría ocurrir. No quiero que se sienta así. 

En medio de las escaleras, antes de llegar al primer piso, respira hondo y sonríe. No era forzada, pero tampoco sincera. Al estar bastante tiempo cerca de él, he aprendido a diferenciarla. No siempre es la misma y puede utilizarla a su favor, aunque aún no sé el motivo de ello. ¿Por qué ante los demás tiene que ponerse una máscara de que está bien?

Once in the Red MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora