Capítulo III: [Para romper la cadena de odio] (4)

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Parte 4


—Bien, niños, es hora de sus lecciones.

—¿Eeeh? Pero queremos jugar por más tiempo.

—Necesitan conocimientos básicos para gobernar bien una nación. Además, incluso si no llegan a ser reyes o reinas, la información les será de ayuda en su futuro.

—Está bien...

Los pequeños detienen su juego y se reúnen alrededor de Narea. Makta, por algún motivo, ha sido invitada a esta clase particular, siendo llevada al centro del círculo de niños por su amiga.

—Hoy aprenderemos un poco sobre el reino de Spika. Ya la conocen, pero esta será nuestra invitada especial —dice la mujer Shezenvalery, indicando a la Drogural con su mano—. ¿Qué es lo que conocen de ese reino?

—¡Tiene Drogural! —exclama Zeila. El resto de sus compañeros la observa con cierta decepción, pues es una respuesta bastante obvia.

—Tiene mucha gente bestia —dice Bermel, el chiquillo de cabello negro.

—Ese es el reino de Fustúa —corrige uno de los hermanos de cabello verde.

—¿Eh? ¿Está equivocado? —pregunta el otro de los hermanos de cabello verde.

La confusión comienza a presentarse entre los pequeños, no pudiendo estar seguros de si la información que conocen es la correcta o la están confundiendo con otra.

Ubi levanta su mano y Narea le da la palabra.

—El reino de Spika es una nación ubicada al Noreste del continente. Su población consta principalmente de hombres bestia, aunque también hay algunos Kaevalery viviendo allí. Su terreno se asemeja a un gran desierto rocoso y sus líderes son los Drogural.

—¿Ven? Tenía razón cuando dije que había mucha gente bestia —gruñe el Shezenvalery pelinegro.

—Es una buena descripción física —comenta Narea, mirando a Makta, quizás esperando también un comentario de su parte, pero esta guarda silencio—. ¿Algo más?

—Es uno de los reinos que formó una alianza con el Imperio Kaevalery y luchó contra nuestra nación y sus aliados, Fustúa y Argend, en la guerra que duró ciento treinta años —continúa Ubi—. El virrey Bafad, encargado de controlar nuestro territorio, pertenece a esta nación también.

Los pequeños aplauden a la exposición de la niña pelirroja, quien reacciona enalteciendo su pecho, orgullosa de sí misma.

—Ya la has escuchado, Makta. Dime, ¿qué piensas de lo que dijo?

La chica dragón hace una mueca tras ser mencionada y analiza dentro de su mente la descripción dada por la pequeña. Algo no le agrada del todo, pero no sabe exactamente qué es. Pensando y pensando, la Drogural finalmente comprende algo, pero hay duda en sus ojos.

—No sienten que es algo... ¿superficial?

El comentario de la princesa borra la sonrisa de Ubi, quien hace ahora un puchero malhumorado. Los otros niños se muestran algo incómodos.

—Es verdad —añade Narea—. Todo lo que Ubi ha dicho no es más que una pequeña fracción de la realidad, la cual está sesgada por nuestra propia visión de los hechos. ¿Entienden cuál es el problema, niños?

Notrisha levanta su mano, siendo inusual para sus compañeros el verla hablar.

—Ubi solo nos enseñó la geografía y un poco de historia para contextualizar la posición de Spika frente a nuestra situación actual.

Exhekar Tales V: De Dragones & RebelionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora