Capítulo VIII: [De dragones y rebeliones] (4)

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Parte 4


Unos días después de la reunión con el príncipe, Arnus Rabbok recibe una serie de buenas noticias.

Los soldados enemigos han actuado tal como ha dicho el heredero del imperio, pudiendo predecir sus movimientos y sabotear sus planes. Observando que sus posibilidades de victoria son demasiado bajas, los Kaevalery imperiales se retiran y buscan realizar un nuevo ataque en otro lugar, siendo saboteado nuevamente.

Como si fuese un oráculo, el rey de Urak está prediciendo todos los movimientos del imperio, dejándolos sin opciones de un nuevo ataque. La invasión se hace cada vez más inviable y no importa lo desesperados que estén los altos mandos, sus soldados no lucharán una guerra que saben que van a perder no importa qué.

Por si no fuese poco, la información sobre el colapso del imperio ha servido como una buena carta a jugar frente al reino de Spika, quien se ha desligado de su alianza con una nación que cesará de existir pronto y ha decidido oponerse a ella.

Muchos Shezenvalery dudan de esta declaración, pero, al ver cómo sus compatriotas reciben la ayuda de tropas ferales de tal reino, no pueden negarse a esta nueva realidad.

El rey, respetando los deseos de Elrabdes, ha tomado la mayor cantidad de prisioneros posibles, usándolos tanto de rehenes como disuasores de aquellos que buscan la muerte de los Shezenvalery por discriminar a su especie.

El imperio todavía no se rinde completamente, pero esta nueva alianza entre Urak y Spika es un golpe duro hacia su moral. Los conflictos armados disminuyen poco a poco y el rey puede usar su tiempo actual en encargarse de los rebeldes en su reino.

El «unificador de especies» le permite detectar la ubicación de los Shezenvalery en el continente, comunicarse con ellos y, si se esfuerza lo suficiente, también puede observar y escuchar lo mismo que ellos. Claro, la cantidad de magia necesaria para lograr esto último es excesivamente alta, pudiendo únicamente ver a una persona por día, pero aprovecha al máximo su red de información y rápidamente encuentra su base. Lamentablemente, no es fácil acceder a la vista y audición de los traidores; hay un hechizo que bloquea su entrada en ellos.

En el cuarto día, Arnus logra tomar acceso a los sentidos de un Shezenvalery que asiste a Kalga en su base actual. La imagen que se revela frente a él es la de un mesón dispuesto en campo abierto, rodeado de guerreros de su especie, con Kalga sentado en una de las sillas presentes. Un mapa de Urak se extiende sobre este mesón, mostrando fichas que representan los lugares en los que se encuentran sus aliados y sus enemigos. El dragón Rugeivyr está sentado tras este grupo, observándolos.

—El rey está logrando repeler al imperio. Solo quedan los dragones en la costa para debilitar sus fuerzas y es posible que no dé resultado —dice uno de los rebeldes.

—Ese maldito... —Kalga frunce el ceño—. Todo por aliarse con Spika. ¿Cuánto le costará a nuestro pueblo este tratado que tienen? Más vale que no venda a nuestros compatriotas como esclavos a esos malditos.

El ambiente alrededor de los presentes se hace pesado. Muchos fruncen el ceño, creyendo que la posibilidad propuesta por el Shezenvalery albino es una verdad. Arnus no puede evitar sentirse molesto con estas declaraciones. Kalga sabe que él no es así, que él no haría algo como eso, pero aun así dispersa rumores malintencionados.

«¿Tanto me odias?», se pregunta, sintiéndose levemente deprimido.

No han estado muchos años como compañeros, pero el rey conoce a este chico y a su hermana y los ha considerado como sus hijos. Tan pequeños e inexpertos, ambos hermanos no conocían la dicha de tener una nación a la cual pertenecer. Desconocían a un Urak libre y sufrieron el abuso de los invasores desde niños.

Exhekar Tales V: De Dragones & RebelionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora