—Os veis increíblemente molesto. ¿Qué sucedió esta vez?
—Nada.
En la gran cueva donde habita el dragón Rugeivyr, dentro de los montes Graken, sentado sobre una roca, yace el Shezenvalery Kalga, con un rostro opuesto a lo que se puede describir como «alegre».
—Siempre venís aquí cuando algo sucede.
Las palabras del gran dragón solo hacen que el joven albino desvíe su mirada. Malhumorado, el candidato al trono no desea entablar una conversación con la enorme bestia. Bueno, al menos eso es lo que trata de decirse a sí mismo. La verdad es que actualmente el chico ha recibido tanta oposición que necesita del apoyo de alguien a quien considera un aliado.
Debido a ciertas circunstancias, el joven albino se ha negado a bailar en el festival de Luz y Oscuridad, lo que ha provocado la animosidad de ciertos sectores en el reino. Varios Shezenvalery han decidido retirar su apoyo hacia este candidato y su popularidad, ya bastante escasa, ha disminuido más.
—Dime, Rugeivyr, ¿has sentido alguna vez que todos tus aliados te han abandonado?
—No lo he sentido, lo he vivido. ¿A qué viene la pregunta?
—Pensé que estaría bien solo, pero ahora me siento más solo que antes —comenta Kalga, apoyando sus rodillas sobre su rostro—. El rey Arnus no sigue nuestras costumbres y nos obliga a cambiar lo que hemos hecho siempre y nadie le dice nada. Ah, pero cuando soy yo quien no sigue una tradición, todos me abandonan.
—¿Es porque no bailasteis? —El Drogury ladea su cabeza, preocupado—. Considero que están exagerando si ese es el único motivo por el que han dejado de apoyaros. Un baile no es la gran cosa. Además, vuestra alianza con los Talavalery es tan fuerte que, incluso si llegase algún monarca que pretenda romperla, el pueblo no se lo permitiría. No sé qué temen tanto estos miedicas.
—Grandes palabras para alguien que se llama a sí mismo un «cobarde».
El gran dragón arroja un fuerte soplido sobre el chico, haciéndole caer de lado en el suelo. Kalga se disculpa y suelta una risilla.
«Lo que dice es verdad.»
No debiese ser válido un motivo como ese para dejar de apoyarlo, lo que significa que aquellos que dejaron de seguir al Shezenvalery ya tenían planeado hacerlo desde antes. El joven albino chasquea la lengua y se pone de pie. No sabe qué es lo que ha hecho mal para terminar de esta manera. Se supone que quienes le siguen tienen pensamientos similares a él, por lo que no le ve sentido a este abandono.
«¿Será este mi destino?»
Terminar solo entre los candidatos, perdiendo todo el apoyo de su pueblo...
Desde pequeño pensó que su futuro era convertirse en un gran líder, al igual que sus padres, quienes murieron en la posguerra. Él y su hermana aprendieron a valerse por sí mismos, aprendiendo técnicas para sobrevivir durante el dominio del imperio. Evitaban quedarse dentro de pueblos o ciudades, pues corrían el riesgo de ser esclavizados y poco a poco fueron reuniendo personas que tampoco podían vivir en los asentamientos.
Él logró convertirse en un líder bandido, quien asaltaba a los viajeros que pasasen cerca del bosque entre los pueblos Nuva y Alitiz. Esa fue su mejor época, la cual no duró por mucho tiempo, pues tan pronto como llegó Arnus, sus compañeros decidieron cambiar de dirigente.
—¿Es solo porque no soy tan fuerte como él? —murmura, siendo igualmente escuchado por el Drogury.
—Arnus está en otro nivel, comparado al resto de los de vuestra especie. No os preocupéis mucho por ello. En lo que a mí respecta, vos me agradáis más que él.
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Exhekar Tales V: De Dragones & Rebeliones
FantasyLa guerra en el continente de Erijofen se ha estancado. Ninguno de los bandos tenía la fuerza suficiente como para continuar la batalla y había interesados peligrosos observándoles a la distancia. Momentos de paz habían comenzado, aunque muy tensos...