Parte 4
«Ahora que lo pienso, no he visitado otros asentamientos en Urak», se percata la princesa de Spika mientras observa una arboleda junto a un camino de tierra. Ella, al igual que todos los pequeños, viaja sobre un carruaje tirado por una bestia cuadrúpeda llamada Pantema.
El viaje ha durado más de lo que esperaba, parte de ello se debe a que Makta no ha memorizado los mapas del reino. Bueno, tampoco es como si se le permitiese estudiar el territorio de Urak a una princesa de un reino enemigo.
Doce días han pasado. En realidad, es una cantidad pequeña, considerando la distancia. La urgencia de la misión es lo que los ha hecho recorrer todo el trayecto sin muchas pausas. La primera parada fue en una ciudad cercana al reino de Spika, llamada Dulaber. Makta la reconoció al momento de pasar por ella, pues es la misma ciudad por la que se infiltró en el reino; por supuesto, no puede decirle eso a los demás.
En aquella ciudad, el grupo cambió de montura, desconectando y conectando nuevamente los carruajes. Se llenaron de provisiones para comer en el camino y algunos limpiaron sus cuerpos. En ese instante, los pequeños notaron una de las ventajas de los Drogural, quienes no sudan por la piel, por lo que no suelen necesitar de un baño frecuentemente.
Su segunda parada fue en un pueblo llamado Stiba. En él, a falta de nuevas monturas, se vieron obligados a pasar una noche. Los pueblerinos estaban nerviosos por la presencia de Makta, pero nadie buscó el molestarla, quizás por tener a Narea a su lado.
Quienes acompañaron a la Drogural en todo el trayecto fueron Narea y Ubi, la nieta del general Untar. La consejera del rey fue quien más conversación tuvo con la princesa de Spika, pero la pequeña pelirroja tampoco se quedó callada cuando hubo temas de su interés. Los otros niños viajaron en otros carruajes y de vez en cuando intentaron comunicarse con sus amigos que viajaban en vehículos diferentes.
El otro supervisor mencionado, Kalga, partió antes al lugar para mantener bajo control al Chaaraka, por lo que se encontrarán con él después.
Actualmente, luego de su largo viaje, el grupo finalmente se acerca al fuerte Petajak.
Makta no lo ha considerado antes, pero la arquitectura del reino de Urak es bastante diferente a la de su propia nación. Los edificios en el reino de los demonios suelen ser poligonales, tomando formas de prismas cuadrados, hexagonales y octogonales. Los tejados de cada edificio también tienen una forma característica, con pocas variaciones en diseño, aunque sí cambia el color. En el reino de Spika, la mayoría de edificaciones se basan en elementos diferentes a los de los ladrillos y tienden a ser más redondos, como una ciudad llena de pilares, con techos planos, pues la escasez de lluvia no les obliga a tener un diseño diferente.
«En cierto modo, estoy agradecida de que no sea como el fuerte de mi nación.»
Makta recuerda una larga torre de diez plantas, apoyada sobre unos roqueríos, donde siempre se veía obligada a subir a la cima de esta para hablar con los altos cargos. Es algo que avergüenza a la Drogural y por esto no se lo ha dicho a otras personas, pero esta chica, a pesar de tener alas membranosas para volar, teme a las alturas.
Los vigías sobre las torres notan la llegada del grupo y abren las puertas. Los pequeños comienzan a bajar uno a uno.
—Quédate aquí —dice Narea, dejando a Makta dentro del carruaje. Mueve las cortinas de la ventana, no permitiendo ver en su interior.
La Drogural sospecha que esto es por precaución; no puede olvidar que la mayoría de los Shezenvalery no piensa bien de su presencia en el reino.
{Desconfianza.}
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Exhekar Tales V: De Dragones & Rebeliones
FantasíaLa guerra en el continente de Erijofen se ha estancado. Ninguno de los bandos tenía la fuerza suficiente como para continuar la batalla y había interesados peligrosos observándoles a la distancia. Momentos de paz habían comenzado, aunque muy tensos...