Capítulo V: [Invasores e «invasores»] (3)

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Parte 3


Los siguientes días de batalla transcurren sin demasiadas bajas. Para bien o para mal, las constantes invasiones por parte de los Drena les han dado a los habitantes de Exhekar una vasta experiencia para defenderse de ellos.

Aun así, estos monstruos también son capaces de innovar, por lo que no importa cuánto se preparen los guerreros de cada continente, siempre se llevarán sorpresas poco gratas.

En el cuarto día de batalla, los soldados se encuentran cansados. En el caso de Fustúa, es posible obtener refuerzos y reemplazos de soldados, pero no sucede lo mismo con los Shezenvalery de Urak, quienes han estado asistiendo a los demás constantemente.

Por suerte, no han tenido más perdidas que dos soldados y unos pocos heridos. Sin embargo, la constante amenaza de los Drena les está minando poco a poco su resistencia.

Actualmente los soldados son más lentos, menos proactivos. Las órdenes son más vagas y poco pensadas, y todos están en un estado de alta irritabilidad.

El peor de todos es su líder, quien siendo joven y poco experto ha estado enfadado desde el tercer día por cualquier cosa pequeña que le moleste.

El Shezenvalery albino pensó al inicio de esta guerra que podría manejar la situación de forma digna, dado su historial como general durante la guerra de liberación contra el imperio. Sin embargo, hay dos factores que no tomó en consideración cuando aceptó ser enviado a las costas y enfrentarse a los Drena. El primero de ellos es la sucesión de batallas sin largos períodos de descanso que deben llevar a cabo. Él, como líder de este ejército, es uno de los que menos ha tenido oportunidad de dormir durante la contienda. El segundo factor es su propia motivación, pues las razones por enfrentarse a los Drena son muy diferentes a las que tuvo al enfrentarse contra el Imperio Kaevalery. El odio hacia los orejones fue lo que lo mantuvo actuando en el frente de batalla de su nación. Esta vez, debe acabar con monstruos peligrosos contra los cuales nunca se ha enfrentado antes y su mayor conocimiento de ellos proviene de historias de terror que alguna vez le contaron sus difuntos padres.

Ahora que se encuentran actualmente en batalla, el candidato al trono conoce lo difícil que es mantener una guerra de este estilo durante tanto tiempo. Debe estar constantemente alerta a los movimientos del enemigo y dar órdenes precisas que permitan mantener con vida a sus soldados.

«Maldita sea, Arnus. ¿Sabías de lo difícil que sería esto y no me lo advertiste? —se queja Kalga en su mente—. Y, para peor, está esa mujer aquí.»

Como si fuese una mala broma, el rey de Urak tomó la decisión de permitir que tanto Kalga como Makta viajasen al campo de batalla. El Shezenvalery albino sospecha que su intención es mejorar la relación entre estos dos, pero no puede aceptar algo como eso.

«Ella es una invasora. Jamás será una compañera de armas.»

A pesar de sus quejas mentales, el comandante del ejército representante del reino de los demonios no ha hecho un mal uso de la semidragón. Incluso si le disgusta, la princesa Drogural es una buena combatiente y ha cumplido su rol sin falencias. Además, ha estado protegiendo a los otros candidatos al trono, como una buena compañera.

Sintiéndose reacio a dar órdenes a tal mujer, Kalga ha modificado ligeramente la cadena de mando, de tal forma que no tenga que lidiar directamente con ella sin desperdiciar su potencial de ayuda.

El Shezenvalery la odia. Se siente irritado por la falta de sueño y la constante ofensiva de los Drena, pero también es un candidato al trono de Urak. Él, junto a todos los demás, ha recibido la educación necesaria para liderar su nación. Sabe que muchos lo consideran como un idiota inmaduro e impulsivo, pero tiene un mínimo de raciocinio.

Exhekar Tales V: De Dragones & RebelionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora