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9 años después

–Mami, Rosé y yo iremos a jugar con esos niños de allá-señaló un grupo de seis infantes jugando en los columpios–¿verdad?-miró a la pequeña castaña que asintió dudosa, nunca había sido buena relacionándose con otros niños, es demaciado tímida llegando algunas veces hasta el punto de tartamudear y volverse la burla del resto; Jennie por el contrario es una niña extrovertida, con facilidad para hacer amigos y a veces hasta un poco intimidante.

–Está bien pero ¡no se ensucien mucho!-dijo lo último en grito viendo como se alejaban corriendo las menores, se sentó en una banca del parque y suspiró mirando a su alrededor «nadie se podría imaginar que esa imponente mujer hace unos años solo era una chiquilla asustada, sola y cargando un bebé en su vientre. Ahora, jóven mujer de veintidos años, estudiante de derecho, hermosa, sexy e inteligente, pero que guarda un gran y oscuro secreto, uno que no la deja dormir en las noches por la culpa que pesa sobre sus hombros, que no le permite mirar a los ojos a la persona que la ayudó y cuidó como si fuera su madre, y ahora, aunque sea solo con el pensamiento, la estaba traicionando. Sentimientos impuros crecían en su interior como una hiedra venenosa, aferrándose a cada milímetro de su ser, asfixiándola y consumiéndola poco a poco sin poder hacer nada para evitarlo».

–Tía Lisa-habló la castaña en voz baja acercándose a la mayor con la cabeza agachada.

–¿Qué pasa cariño?-se arrodilló frente a ella acariciando su mejilla, el rostro de la menor se volvió rojo apartando ligeramente la mirada.

–Es que ellos no quieren jugar conmigo y Jen se está divirtiendo mucho y se olvidó de mi, además me gusta más estar contigo-el pequeño corazón de Rosé se aceleró ante sus propias palabras, no le importaba que todos a su alrededor desaparecieran y solo quedaran ella y Lisa, porque así se sentía cuando estaba cerca de la pelinegra.

–¿Quieres ir por un algodón de azúcar?-preguntó sonriendo mientras se ponía de pie extendiendo su mano, la cual Roseanne tomó al insante–Será el algodón de azúcar más grande y rosa que haya-tal como había dicho compró el más grande, la menor tenía una pequeña obsesión por las cosas dulces y Lalisa, aunque con moderación, le cumplía todos sus caprichos.

Cuando estaba cayendo la tarde las tres regresaron a la casa comentando, sobre todo Jennie, lo que había hecho y hablado con sus nuevos amigos. Al llegar las menores corrieron cada una a un baño para ducharse en lo que sus madres preparaban la cena.

–Las vacaciones de verano llegarán pronto ¿has pensado en alguna opción para viajar?-indagó Bom moviéndose de un lado a otro en la cocina siendo ayudada por Lisa.

–Las niñas aman la playa y mientras ellas estén felices me da igual el lugar en donde estemos-contestó cortando las verduras para la ensalada.

–Realmente te has convertido en una excelente madre... y tía-sonrió con un poco de culpa en su dirección–porque Rosé te ama muchísimo y estoy segura de que tú a ella también-«y como no tienes idea, pero es de una manera en la que no se me está permitido quererla» sopesó con la mirada perdida–Iremos a la casa en la playa que está en Busán-el sonido de la puerta cerrarse la trajo de vuelta a la realidad y apareció el único problema que ha tenido desde que comenzó su nueva vida, Yuna.

–Hola ma, hola Lili-acarició el brazo de esta última dejando un beso largo y sonoro en su mejilla–¿Qué hay para cenar?-inquirió en un muy obvio doble sentido mordiendo su labio inferior–realmente huele muy bien-se acercó pasando la punta de sus dedos por el costado de la pelinegra.

–Pastel de carne, ensalada y helado para el postre-ignoró su evidente coqueteo parándose al lado de Bom, que hasta este momento se había hecho de oídos sordos ante la interacción de sus acompañantes.

No mucho después las niñas llegaron eliminando un poco la palpable tensión en el aire, a la cual inevitablemente ya se habían acostumbrado «muchas veces dejamos pasar cosas que nos incomodan solo por agradecimiento a alguien, y sin darnos cuenta nos volvemos esclavos de nuestro propio silencio, ponemos la gratitud por encima de nuestro sufrimiento y eso es algo que con el tiempo se paga muy caro» esto le quedó más que claro a Lalisa unos años después.

Después de la cena la mayor se fue a dormir al igual que Jennie mientras que las otras chicas se quedaron en la sala viendo la televisión, Roseanne en el sillón individual y sus contrarias en el sofá.

–Estás hermosa Lili-susurró Yuna en su oído luego de que pasaron unos minutos de la película, cuando quiso volver a hablar fue interrumpida por las palabras y acciones de su hermana.

–No seas idiota, Lisa siempre es hermosa-Rosé se sentó de lado en el regazo de la mencionada colocando sus pies entre las mayores para alejarlas, se acomodó mejor contra su pecho y cerró los ojos–solo alguien tan tonta como tú no se daría cuenta de lo maravillosa que es y que se merece a una persona que la ame por completo sin ningún comentario o etiqueta de por medio-soltó un pequeño bostezo y no habían pasado ni cinco minutos cuando ya se encontraba profúndamente dormida con un tierno puchero en sus labios.

–Que alivio que ya se durmió, a veces se vuelve muy pesada, creo que ya podríamos seguir en lo que es...-sus palabras se vieron cortadas cuando Lalisa se puso de pie con Rosé en sus brazos.

–La llevaré a su habitación para que pueda descansar y luego iré a la mía que también lo necesito-mandó la indirecta y subió la escalera, no soportaría que Yuna volviera a colarse en su recámara.

Dejó a la pequeña en su cama dejando un beso de buenas noches en la frente de ambas infantes. Entró a su cuarto, tomó un baño y se puso el pillama para por fin acostarse, tan solo unos segundos después la puerta se abrió y cerró permitiéndole la entrada a una hermosa castaña de ojos negros que arrastraba una manta rosa de princesas, se subió a la cama y gateó hasta el lado de Lisa apoyando su cabeza en el pecho de esta, la mayor la abrazó y ambas cerraron los ojos sin decir siquiera una palabra. No era la primera vez que ocurría algo así, no era la primera vez que Rosé dormía con Lisa buscando su calor y protección, y ciertamente, tampoco fue la última.

Entre sombras y sombras me faltas tú (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora