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–¿Segura que sabes como se hace?-inquirió la de ojos azabache mirando con una mueca como la otra chica intentaba mantener la barca estable.

–Claro que estoy segura, he hecho esto antes, solo me cuesta recordar como es, fue hace mucho tiempo-sonrió con melancolía recordando la primera vez que montó en una y por miedo se escondió debajo de los asientos para no caerse.

–¿Cuando fue la última vez?-vió a Lisa apretar su agarre en los remos y por un momento la vió perder el ritmo que hace pocos segundos había encontrado.

–Tenía doce, mis padres y yo solíamos ir todos los veranos a una pequeña casa que teníamos en el bosque, cerca de ella había un enorme lago con una vieja barca de madera contruída por mi abuelo y su padre-rió y a la castaña se le encogió el corazón en el pecho, no conocía ni siquiera la mitad de la historia de la mayor, pero si sabía lo doloroso que son para ella los recuerdos, se dió cuenta desde que sus abuelos la fueron a visitar en su sexto cumpleaños y vió la mirada triste dirigida a la interacción de estos con su madre, quizás fue solo ella quien lo notó, o tal vez los demás también lo hicieron y solo se callaron como la menor lo hizo también–a los cinco años me hizo subir en ella a pesar de que me quejé incontables veces y terminé amando esa actividad como el resto de mi familia-apretó los labios y Rosé acercó sus dedos a estos delineándolos suavemente para que los relajara.

–Tía Lisa no importa lo que haya pasado antes, ahora tienes un nuevo recuerdo para borrar los amargos-sonrió con las mejillas sonrosadas, atinó a alejar su mano antes de hacer algo estúpido pero la pelinegra fue más rápida y dejó de remar tomando su mano entre las suyas.

–Este será el mejor recuerdo en barca que tendré jamás y todo porque estás tú en el-musitó aunque solo estaban las dos, la respiración de ambas dejó de fluir con normalidad y sus corazones tomaron un ritmo acelerado golpeando fuertemente en sus oídos–Bb-bueno yo lo..-soltó tan rápido su mano que el pequeño barco perdió estabilidad y al ponerse de pie para intentar detenerlo solo logró una cosa, terminar en el agua completamente empapadas–lo que quería decir es que si estás tú todos los recuerdos son buenos-continuó al sacar la cabeza del lago, se quedaron en silencio, mirándose solamente hasta que un pequeño brillo de diversión provocó que estallaran en carcajadas.

–Cariño recuerdas nuestra primera cita, me tiraste a este mismo lago cuando intentaste besarme-rió una señora mayor junto a su esposo pasando al lado de ellas–Me emociona tanto que aún queden parejas que se amen como en nuestros tiempos-les habló a las chicas que la miraban atentas–jovencitas no dejen que nada apague el amor que sienten, si la primera cita fue un desastre ya habrá una segunda, mírennos a nosotros, la primera fue algo horrible pero ya llevamos treinta años casados y somos realmente felices. Vivan su amor sin importar que digan los demás, que Dios las acompañe en todo el recorrido de su vida-concluyeron alejándose, se miraron avergonzadas, ninguna quería aceptar que querían que las palabras de la mujer se hicieran realidad, que pudieran enfrentar todos los problemas que se presentaran, que pudieran amarse por más de treinta años, pero lo principal es que la otra sintiera lo mismo, lo cual creían completamente imposible.

–Será mejor que salgamos ya o enfermaremos-comentó Lisa volteando la barca y subiendo en ella, se arrodilló y ayudó a la castaña a subir remando luego hasta el puente de madera–Vamos a la tienda a comprar ropa para cambiarnos-rió tomando la mano de Rosé, se podían acostumbrar a eso, a la calidez de la piel de la otra contra la suya, a la suavidad y firmeza con la que se unían sus manos, a no cansarse nunca de ir hombro con hombro con la otra y caminar siempre a su lado. Llegaron a la gran tienda y nada más entrar una de las empleadas se les acercó.

–¿En que las puedo ayudar señoritas?-indagó cordialmente sin prestar mucha atención al estado en que se encontraban.

–Buscamos ropa elegante pero no demaciado llamativa-aclaró y la mujer asintió pidiendo que la siguieran, llegaron a una de las secciones y empezó a sacar y mostrarles varias prendas que Rosé se empezó a probar–¿Podría mostrarme los anillos que tienen?-asintió a su petición y desapareció por varios segundos trayendo después con ella una gran caje negra que contenía en sus diferentes pisos más de diez anillos de oro.

–Son los mejores que tenemos, hay incluso oro negro y rosado con todo tipo de piedras preciosas.

–Uno de oro rosado con safiros y diamantes negros-vió a la empleada sacar del último compartimento un hermoso anillo en forma de orquídea adornado con las piedras que ella había pedido–póngalo en una cajita negra-mandó y volvió a dejarla sola, la pequeña salió del provador con un vestido blanco a mitad de muslo con escote de corazón, se veía como una auténtica princesa, o al menos así lo veía la pelinegra–Estás hermosa-habló acariciando su rostro.

–Tú también lo estás-susurró sin mirarla a los ojos, la mayor llevaba un vestido negro sobre la rodilla ajustado al cuerpo y sin mangas.

–Ponte los tacones ya o llegaremos tarde-la apresuró haciéndola sentarse en el gran sofá, cuando terminó de ponerse los zapatos Lisa le extendió la mano y la menor la aceptó sin dudarlo poniéndose de pie.

–Aquí tiene señorita-la trabajadora le dió la cajita que fue guardada con rapidez en el bolso de la clienta.

–¿Qué es eso tía?-inquirió la castaña con curiosidad haciendo un ademán con la cabeza al objeto extraño para ella.

–Es otra sorpresa cariño, solo espera un poco más-besó su mejilla y la mujer a su lado frunció el ceño por las recientes formas de llamarse, y nadie la culpa, parecían pareja y ahora dicen que son familia, eso confundiría a cualquier mortal–vamos al auto o perderemos la reservación-entrelazó sus manos saliendo del local no sin antes pagar la cuenta, la noche prometía más de lo que se podían imaginar.

Entre sombras y sombras me faltas tú (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora