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Rosé abrió los ojos al sentir a su estómago quejarse, lo poco que había ingerido durante la fiesta y el esfuerzo que hizo después le estaban cobrando factura. Para su suerte su ropa interior se encontraba localizable en el sofá de la recámara, se vistió y se colocó un polo de la mayor que malamente le cubría hasta la mitad de los muslos. Se dejó guiar por su olfato hasta la cocina donde su hermosa novia se encontraba preparando el desayuno.

–Buenos días-saludó la menor abrazándola por detrás y dejando un beso en sus labios cuando volteó para verla.

–Buenos días princesa, el desayuno estará listo en un minuto, ¿tienes hambre?-preguntó Lisa comenzando a servir los alimentos, la castaña se sentó sobre la isla aguantándose de los bordes de esta.

–Después de lo de anoche sería de hierro si no la tuviera-comentó robando una de las fresas a su lado y llevándola a su boca–¿Dónde está Nini?¿salió con Jisoo?-inquirió pues sabía que la mencionada no se encuentra en la casa, de lo contrario la tranquilidad e intimidad en la que están sumidas no podría ser posible.

–Jen ni siquiera regresó a casa ayer, me mandó un mensaje anoche avisándome que se quedaría con su novia, al menos no tengo que preocuparme porque regrese embarazada-rió dejando lo que había preparado en el lado derecho de la pequeña para después posicionarse entre sus piernas cumpliendo con el pedido de la misma, Rosé rodeó el cuello de la pelinegra con sus brazos atrayéndola un poco más cerca.

–Tía, tengo miedo de la reacción de Nini cuando sepa sobre nuestra relación, o la de mamá, no quiero herirlas o que estén decepcionadas de nosotras, pero estar separada de ti no es una opción ¿por qué todo tiene que ser tan complicado?¿acaso esta es la vida de adultos que todos deseábamos tener cuando éramos niños?-torció la cabeza haciendo un pechero, Lisa se encogió de hombros abrazando su cintura y dejando un corto beso en sus labios, la observó por unos segundos con una sonrisa plasmada en su rostro, no importa lo que digan las reglas, las personas o cualquiera de las estupideces que se pueden imponer entre ellas, porque nadie, absolutamente nadie puede negar que Lalisa Manoban está completamente enamorada de Roseanne Park.

–Las cosas no se pueden cambiar cariño, eso es lo que nos hace adultos desgraciadamente, aceptar que no podemos hacerlo todo, que no podemos cumplirlo todo, que hay sueños a los que hay que renunciar, aprender a dejar ir es lo que realmente describe y caracteriza a una persona adulta-contestó dejando suaves caricias en la espalda baja de su sobrina ¿sería muy fuera de lugar decir que la ojimarrón tenía ganas de hacerle el amor en ese mismo instante, en ese mismo lugar, que lo único que importen sean ellas dos?

–Entonces no quiero ser adulta, no quiero tener que renunciar a las cosas que quiero, no sería justo, no es justo para nadie-reclamó escondiendo su rostro en la curvatura del cuello ajeno.

–La vida no es justa, lo único que podemos hacer es vivirla, no nos dan otra opción, así que hay que decir todos los te amo que sintamos, dar todos los abrazos que querramos, intentar cumplir nuestros sueños aunque nos digan que son imposibles-buscó los labios de su chica conectándolos en un beso dulce y tranquilo, calmando todas sus preocupaciones, llegándoles a cada una de sus células, enviándo señales de felicidad a sus cerebros, haciéndolas sentir completas una vez más.

–Te amo Lisa-confesó sonriendo en medio del beso, la pelinegra también sonrió acariciando el rostro de su contraria, feliz es poco para describir como se siente, plena, en las nubes, enamorada, ni siquiera esas palabras lograban abarcar la totalidad de sus sentimientos, nunca imaginó que fuera posible sentirse así, considerando todo lo que había vivido en este campo tenía un concepto bastante bizarro sobre el amor, y ahora se sentía tan suave y cálida, tan protegida entre sus brazos y sus labios, tan correcto que no parece real, es como si en algún momento fuera a despertar y descubrir que nada de lo que vivió realmente pasó, que solo fue un sueño, un hermoso sueño, y eso la aterraba, le aterraba vivir sin ella, le aterraba perder eso que tienen aunque ni siquiera lo pueden hacer público aún y que no saben como reaccionarán las personas a su alrededor con la noticia, pero es imposible predecir el futuro, o tal vez sí, las cosas que no comienzan de la manera correcta tampoco terminan de la manera correcta, tal vez simplemente porque no era su tiempo o que verdaderamente no estaba destinado a ser.

–Y yo a ti pequeña, mucho más de lo que puedas imaginar-aseguró envolviéndola en un abrazo, es absurdo como ese simple tacto fue el soporte de ambas por varios años, y que ahora se den cuenta de lo que realmente significaba, era una muestra de amor secreta, una pequeña dosis de lo que ambas necesitaban, y de lo que quizás necesiten más adelante–¿Quieres ir al parque más tarde, tal vez comer una hamburguesa, tomar un helado, tener una cita conmigo?-cuestionó dándole de comer del desayuno que había quedado olvidado.

–Eso no es algo que pueda rechazar ¿cierto?, una tarde entera con mi novia, nada sería mejor que eso-ahora fue ella quien alimentó a la mayor, limpiando la jalea que le había quedado en los labios con los suyos, dándose el tiempo de saborearlos hasta enrojecerlos, se podría decir que está obsesionada con ellos pero, ¿quien no lo estaría?–Por el momento será mejor que terminemos de comer y nos demos una ducha, por separado-aclaró al ver a la ojimarrón fruncir el ceño–para poder salir antes de que todos regresen, porque aunque sé que no importaría si nos ven, también sé que daría muchas cosas de las que hablar y no estamos preparadas para enfrentarlas todavía.

–Lo entiendo y estoy de acuerdo, ¿cuándo creciste tanto y te volviste tan inteligente Rosie?-frotó su nariz contra la de su chica haciéndola reir.

–Tú eres la que me has hecho crecer, me ayudas a ser una mejor persona y estoy ansiosa por poder gritarle al mundo lo que siento por ti.

–Pero aún no es tiempo cariño-aún no es el momento, definitivamente no lo es.

Entre sombras y sombras me faltas tú (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora