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14 años antes

–¡Ayúdenme por favor!-entró gritando una jóven a la sala de emergencia de uno de los hospitales de Seúl–¡Por favor salven a mi bebé!-la chica estaba empapada por la horrible tormenta que azotaba la ciudad desde hacía unas horas, la sangre manchaba su entrepierna y ropa, su piel se encontraba terriblemente pálida y las lágrimas, aunque imperceptibles para el resto, bañaban gran parte de su rostro–No dejen que muera, es todo lo que tengo-le suplicó a los enfermeros que habían llegado hasta su lado con una camilla.

–Tranquilísece señorita, haremos todo lo que esté en nuestras manos para que ambos estén bien-intentó calmarla uno de los hombres ayudándola a recostarse en la camilla y adentrándoze más en el hospital–¿Cuánto tiempo tiene de embarazo?-inquirió tomando su mano en señal de apoyo y la jóven lo agradeció de sobremanera, la soledad y su bebé fueron sus únicas compañías a lo largo de estos meses, y saber que contaba con alguien hizo que en su corazón se extendiera una calidez que pensó jamás volver a sentir.

–Ocho meses-ni bien terminó de decir esto cerró sus ojos por el fuerte dolor que se extendía por su vientre, el enfermero asintió y empezó a darle indicaciones a sus compañeros, le informó del caso a uno de los doctores que estaban de guardia esa noche y cuando estaban listos tanto el quirófano como la paciente procedieron a hacerle la cesárea–¡Mi bebé!-gritó levantando el torso de la cama y mirando aturdida a su alrededor.

–Hasta que al fin despiertas-exclamó una voz dulce a su lado, se giró en su dirección encontrando a una mujer de treinta y pocos años aproximadamente, cabello castaño, tez blanca y unos hermosos ojos marrón claro–has estado dormida por seis horas, el doctor estuvo aquí hace unas horas y me pidió que te informara que tu hija está bien, un poquito delicada pero que no corre ningún riesgo.

–¿Es una niña?-sus ojos se iluminaron al oir hablar de su bebé, la señora asintió con una sonrisa sin dejar de mirar a la jóven madre–¿Cuándo me la van a traer para conocerla?-preguntó ansiosa.

–Creo que dentro de unos veinte minutos cuando traigan a la mía para alimentarla; por cierto soy Bom, Park Bom-se presentó.

–Yo soy Lalisa Manoban, pero me puedes decir Lisa-una pequeña sonrisa adornó su rostro, ansiaba demaciado que esa amable señora fuera su madre y que estuviera apoyándola en un momento como ese.

–¿Qué edad tienes Lisa? Aparentas ser muy jóven para ser mamá-la menor se removió incómoda y desvió la mirada en dirección al suelo.

–Trece años y sí, supongo que soy muy jóven para ser mamá, pero así lo quiso la vida-musitó con tristeza encogiéndose de hombros.

–Sentimos interrumpirlas, pero aquí traemos a dos princesas hambrientas-irrumpieron dos enfermeras en la habitación, cada una con un pequeño bultito en los brazos, dejaron a cada pequeña con su madre y se retiraron.

–¿Sabes cómo hacerlo?-indagó divertida al ver a Lisa observando curiosa a su bebé, negó avergonzada y la mayor se acercó a ella sentándose a su lado en la cama–Te descubres el pecho y la colocas así-explicó poniendo a la niña cerca de su seno y esta al instante empezó a mamar–y ellas ya saben que hacer-rió, la pelinegra imitó su acción apareciéndole una sonrisa por estar amamantando a su pequeña por primera vez.

–¿Cómo se llama?-inquirió Lisa luego de unos minutos en silencio.

–Roseanne, es un bonito nombre ¿cierto?

–Es hermoso igual que ella-contestó sonriendo.

–Pues tu hija no se queda atrás, es preciosa ¿ya has pensado en un nombre?-habló con sinceridad, ambas bebés eran hermosas, dignas de ser llamadas ángeles.

–Sí, se llama Jennie.

–¿Y Jennie y tú tienen un lugar a dónde ir después de que salgan de aquí?-preguntó con un tono maternal, negó con sus ojos cristalizados, le dolía pensar que estaban solas, que todos los que debían estar a su lado en un momento así, la habían abandonado–Sé que puede sonar apresurado o un poco loco, pero ¿te gustaría venir a casa conmigo?

–No podemos, no soportaría que le causáramos molestias a su familia-contestó Lisa rápidamente.

–No las causarían, solo somos mi hija mayor Yuna que tiene once años, son casi de la misma edad, apuesto lo que sea a que se volverían grandes amigas; esta pequeña-mostró a Roseanne dormida en sus brazos–que estoy segura de que se pondrá de acuerdo con Jennie para no dejarnos dormir en toda la noche, y yo, que soy la que las está invitando a quedarse y formar parte de esta familia conformada solo por mujeres-concluyó sonriendo.

–¿Y su esposo?-al instante se arrepintió de preguntar, el semblante feliz de Bom se tornó melancólico y hasta un poco ausente.

–Falleció hace tres meses en un accidente, estaba de camino a atender a uno de sus pacientes cuando por casualidad se topó con una persecusión policial por el robo de unas obras de arte, el conductor de una de las patrullas se entretuvo con su celular ocasionando la colisión entre ambos autos, las tres personas involucradas en el accidente murieron-un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas las cuales secó rápidamente con el dorso de su mano–Se suponía que a no doliera, me acostumbré a su ausencia pero aún sigo esperando por él en las noches, queriendo que entre a nuestra habitación y me diga que todo no fue más que una horrible pesadilla.

–Siento mucho lo que pasó, la vida siempre se empeña en separar a las personas que se aman-apretó su hombro en señal de apoyo–pero te dejó algo para que lo recordaras, algo maravilloso, tus hijas. Y si sigue en pie la invitación me gustaría aceptarla-habló con timidez mirando a su niña abrir los ojos y sonreir en su dirección.

–Por supuesto que sigue en pie, dentro de unos días podrán irse a casa y comenzar una nueva vida.

Al día siguiente la pequeña Roseanne y su madre fueron dadas de alta regresando día tras día durante una semana para visitar a sus excompañeras de habitación. En la casa Park todas estaban muy emocionadas por la llegada de las nuevas miembros, sobre todo Yuna, quien se enamoró a primera vista de Lalisa y su sentido del humor tan peculiar.

Todo avanzaba por buen curso, ambas bebés se encontraban en exelente estado de salud, Lisa luego de unos meses pudo regresar a la escuela y con algo de ayuda de Yuna logró adaptarse perfectamente a sus nuevos compañeros. Bom por su parte se encontraba extremadamente feliz, había ganado dos hijas «por decirlo de alguna manera», una gran amiga y la candidata perfecta para ser pareja de su primogénita. Nadie podía imaginarse la gran tormenta que crecía día a día bajo ese techo y que sin darse cuenta dos de las integrantes de esta familia desatarían unos años después.

Entre sombras y sombras me faltas tú (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora