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Luego de pedirme un coche para que me viniese a buscar en aquel lugar, me permití en el viaje de vuelta a la mansión lagrimear un tanto. Le había fallado a Jeanne y ahora Beatriz había jugado todas sus cartas, me había amenazado y todo esto había sido por culpa mía.

Jeanne me estaba llamando desde hace al menos veinte minutos, no le contesté porque sabía que si lo hacía iba a estallar en lágrimas. Golpeé mi cabeza contra la ventana del coche,
!Estúpida¡ había confiando tontamente en una mujer que fácilmente podía desarmarme, como Beatriz lo había dicho yo solo era una pieza ¿Pero para qué?

Negué con mi cabeza, pese a todo lo que pudiese pensar me dejé llevar por mi corazón y no mi cabeza, quería bajo toda costa conseguir la información sobre Alisa y decírselo a Jeanne, pero nada había resultado como quería esta noche. Al contrario, ahora mis decisiones habían traído consecuencias y muy feas... ¿Debía decírselo a Jeanne?

Francamente parecía mi única vía de escape. Si no quería que se lo dijera la propia Beatriz debía decírselo yo, pese a todo el enojo que pudiese tenerme por mis malas decisiones en mi interior sabía que era la decisión correcta, Jeanne debía saber contra el calibre de persona con quién nos enfrentábamos y también merecía saber la verdad, pese a todo lo que pudiese traer con ello.

Más decidida pero no menos agobiada pegué mi cabeza a la ventana del coche mientras la carretera avanzaba por afuera, hace unas horas tontamente creí que iba a conseguir valiosa información y ahora volvía a la mansión de Jeanne con la cola entre los piernas...

Cuando llegamos pagué el costoso viaje de vuelta desde aquel restaurante-porque si, Beatriz no me pidió un chófer de vuelta- caminé hasta la puerta principal de la mansión con mi corazón en la mano y mi respiración agitada, no era la primera vez que debía hacerle frente a mis errores pero ya eran suficientes mis años de juventud donde salía de un error y me metía en el otro, ahora debía pensar las cosas con calma y asumir mi responsabilidad, al menos eso había aprendido luego de cometer error tras error.

Con un tanto mas de calma toqué el timbre y aguanté la respiración, si quería estar junto a Jeanne y tomar decisiones maduras debía hacerle frente a las consecuencias de mi actuar, y lo iba a hacer.

-Emma...-Jeanne había abierto la puerta, sus ojos se posaron unos segundos en los míos hasta que rápidamente tomó una de mis manos y me atrajo hasta dentro de la mansión, cerrando la puerta detrás de mi.

-¿Por qué no me contestabas?-dijo Jeanne cruzándose de brazos y observándome preocupada.

-Lo siento, la cena se alargó mas de lo previsto-fue mi respuesta y bajé mi mirada sin ser capaz de mirarle los ojos.

-Vale-Jeanne alzó su ceja- al menos puedo suponer que tu cita de esta noche solo era una amiga...¿cierto?-Jeanne se había removido incómoda pero su insistente mirada seguía sobre la mía.

¿En serio creía que estaba con otra mujer a sus espaldas? Aquello me tomó por sorpresa, Jeanne Nizzari nunca me había echo una escena de celos tan notoria como esta, decidí por mi bien negar con la cabeza.

-No Jeanne, si te preguntas si acaso estuve con otra mujer es verdad, pero no como tu lo crees...-dije sincera y Jeanne pareció ponerse menos tensa- créeme que eres la única mujer en la que pienso y quiero estar...

Aquello nos tomó por sorpresa a ambas, Jeanne abrió sus ojos con sorpresa y yo avergonzada bajé mi cabeza cortando mi frase. Jeanne Nizzari se acercó a mi posición luego de algunos segundos de silencio, agarró mi mentón con dos de sus dedos para subirlo hasta el suyo y se me quedó mirando un par de segundos con sus ojos brillosos, hasta que sus labios se posaron sobre los míos. Me besó despacio mientras sus manos daban vueltas por mi cintura, Jeanne podía desarmarme con caricias y besos tan cálidos como aquellos, por algunos minutos dejé que sus labios tomasen los míos como quisiera y dejé que sus manos viajaran por todo mi cuerpo si así lo deseaba, últimamente con Jeanne cada beso que nos dábamos nos atrapaba cada vez mas en la otra, como si necesitásemos cada vez más y más la una de la otra.

Divina VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora