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En el capítulo anterior...
Todos los hombres se pusieron de pie y el silencio se esparció por la habitación. Una vez que se abrió la puerta de la habitación un hombre acompañado de dos guardias entró a la habitación, llevaba un viejo pero firme bastón, al caminar no se le notaba tanto el hecho de que tuviese una pierna falsa.

-Sientense-dijo con voz áspera y todos los presentes lo hicieron-Bea, quiero felicitarte delante de todos el trabajo que hiciste ayer, tu gran contribución será premiada-la mujer pelirroja asintió- también necesito saber si lograste despistar a Jeanne Nizzari.

-Claro mi señor, créame que ella y su niñera tienen otra información.

El hombre asintió.

-Es hora de comenzar nuestro plan-el hombre había elevado su bastón.

*

-¿Esta es la primera vez que vienes a terapia?-mis ojos intentaban sostener la mirada de la mujer que me observa a atenta, a la espera de una respuesta que no sabía muy bien cómo formular.

-No-dije luego de un tiempo- usted es mi segunda sicóloga en este año-dije sincera y la mujer asintió anotando en su libreta.

El silencio se prolongó en la habitación y la mujer finalmente levantó su mirada.

-¿Por qué has venido Emma?-preguntó directa mi nueva sicóloga y yo dejé caer mis hombros.

-La última sicóloga que tuve fui a dos sesiones, después nunca más y bueno, me cancelaron luego de un mes-respondí mirándole a los ojos y la mujer pareció entender, solo asintió.

-No has respondido mi pregunta-dijo alzando sus gafas hacia su nariz y por primera vez pude observar bien el rostro de mi nueva sicóloga, tenía el cabello negro hasta los hombros y era delgada, quizás demasiado...

-Lo siento-dije volviendo en mí- vine aquí a enfrentar mi pasado-dije sincera.

La pelinegra alzó su ceja pero no me dijo nada, luego de algunos minutos de varias preguntar sobre mi vida me pidió que la hablase sobre mi relación con Víctor.

-Como le dije, él era un abusador, nunca hice nada en su contra por miedo, pero también porque creía tontamente que era amor-dije negando con mi cabeza- creí que él era el amor de mi vida y que por lo mismo debía aguantar todo lo que me hizo.

-Entiendo, pareces entender claramente lo grave que fue aquella situación en tu adolescencia y comienzos de tu adultez-dijo amable y por primera vez me mostró una sonrisa- cuéntame, ¿ahora tienes alguna relación?-preguntó al vuelo y asentí por inercia-¿Cómo describes la relación con tu pareja?

-Eh...-intenté decir alguna respuesta pero nada salió de mi boca por largos minutos- es una buena relación, Jeanne me ha apoyado desde el comienzo, desde que casi logro suicidarme...

-¿Quisiste suicidarte?-preguntó mi sicóloga sorprendida pero ocultando su expresión.

-Sí, antes de conocer a Jeanne estaba en un hoyo... la vida me había tratado mal luego de salir de la cárcel y las deudas comenzaron a acumularse, no tenía dinero para pagar ni familia a la cuál pedir ayuda, creí en ese momento que era la mejor solución porque ya no tenía sentido para mi seguir viviendo.

-Hasta que apareció...¿Jeanne?-preguntó anotando en su libreta.

-Sí, desde que comencé a trabajar para ella y prácticamente mis ganas de suicidarme desaparecieron...

-Pero si ya no sigues con Jeanne por ejemplo, ¿podrían volver esas ganas?-preguntó y quedé paralizada.

-No lo sé-dije luego de un minuto, era la verdad, nunca me había cuestionado aquello, me había sumergido tanto en Jeanne que había prácticamente olvidado el mundo antes de ella.

Divina VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora