Epílogo

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Veo a Jeanne caminar por la orilla de la playa con un cigarro en su boca observando su belleza, lleva un traje de baño de dos piezas azul, que resalta su piel blanca y su cabello rubio, esta vez más ceniza.
Realmente este último tiempo ha sido una locura. El cambio de casa, de país, de vida...Me pierdo en mis pensamientos mientras el amor de mi vida observa el horizonte.

Apenas llevamos tres meses en Brasil y el cambio ha sido intenso. La gente, los colores, los animales... Este es un verdadero paraíso y apenas estoy comenzando a acostumbrarme. Mi vida dio un giro completo en los últimos dos años. Me enamoré de Jeanne y comencé a ser parte de su familia. Sufrimos un tiroteo y casi Jeanne pierde su vida. Ambas tuvimos que pasar por un proceso de terapia luego de todos esos sucesos. Jeanne no dormía por las noches y yo tenía pesadillas con Beatriz.

Ambas habíamos sufrido un enorme trauma, que supimos llevar con amor y cariño mutuo. Jeanne me abrazaba cada vez que me despertaba gritando y yo por mi parte le hacía cariño en su cabeza cuando no podía dormir. Estábamos lastimadas, shockeadas pero por sobre todo agradecidas de tener ambas nuestras vidas.

Jeanne decidió dejar la empresa para dedicarse a una vida más sencilla. Claro que todavía gozaba de las acciones que le habían dejado sus padres, dinero con el que podíamos vivir lo suficientemente tranquilas por un par de años. Entendía a Jeanne y su deseo de calmar su vida, prácticamente había decidido dejarse de lado a si misma y su paz mental para seguir el negocio familiar y el éxito que conllevaba eso, durante toda su vida. Ahora, Jeanne solo quería calma, quería una familia y las cosas simples que daba la vida. Claro que su excentrismo no había desaparecido... Apenas llegamos a Brasil decidió comprarse una enorme casa a orillas de una playa escondida al norte de Brasil, era enorme y claramente no era una mansión, pero si una gran casona con jardín y vista al mar. Además, tenía el servicio de seguridad de siempre y un carro enorme para usarlo con Marie y conmigo. Marie no había viajado todavía con nosotras a Brasil, porque primero queríamos establecernos en el país antes de traerla. La cuidaba la prima de Jeanne con quien tenían una hermosa relación y día por medio hacíamos videollamada para saber cómo estaba.

Siempre tuvo una vida de lujos así que imaginaba que no era una costumbre que podía terminar de un día para otro. Sin embargo, en cada una de sus desiciones siempre me tuvo en consideración y ambas decidimos el rumbo que le daríamos a nuestras vidas.

Por mi parte, estaba centrada en recuperar la movilidad completa de mi pierna y además me centré en las danzas brasileñas. Sin dudas la zamba era un ritmo bastante contagioso, pero debido a mis condiciones solo pude concentrarme en hacer pilates. Allí conocí a Alejandra, una hermosa brasileña de piel trigueña y cabello negro, ojos verdes y un cuerpo de ensueño.  Mientras Jeanne se dedicaba a hacer contactos para crear un bar (que siempre había sido su sueño) yo aprovechaba de descansar mi mente e iba a clases dos veces por semana.

-Eres hermosa Emma-me dijo un día después de clases mientras compartíamos un cigarro. Había notado las intenciones de mi compañera pero no había dejado que pensase que podía tener algo conmigo. Le sonreí y le agradecí, pero después desvié el tema de conversación.

Al menos así fue el primer mes. Hasta que un día Jeanne decidió invitar a los pocos amigos que habíamos reunido esos dos meses en nuestro hogar, entre ellos Alejandra, única amiga que había conocido y que sentía un poco de confianza. Fue una cena simple, teníamos la suerte que conocían un tanto el español y la comunicación no se dificultaba tanto, pero si podíamos pasar a veces horas intentando entendernos.

La cena culminó y nos fuimos un rato a caminar por el jardín. Era un cuadrado de veinte metros con distinta vegetación que antes pertenecía a la casona y donde habían dos sillones cómodos para tomar asiento. Jeanne se había quedado adentro enseñándole la casa a nuestros invitados, mientras yo llevaba los postres al jardín. A medio camino Alejandra apareció y me dijo si quería ayuda para llevar las cosas. Le dije que si porque creía que realmente podría ayudarme.

Divina VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora