CAPITULO 14

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Evalove

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Rachel.

Desapareció uno de los nudos que tenía en el cuello, bueno, creo que se encogió o se escondió, no lo sé, pero los niveles de estrés bajaron un cinco por ciento con lo de ayer. Es una lástima que la víctima sea Domenico, sin embargo, las esperanzas están en que podrá componerse al igual que Owen.

Es viernes, falta poco para que llegue el mediodía y termino de recogerme el cabello antes de ir por Damon a quien trajeron ayer en la tarde después del incidente. Me encamino a su alcoba y termino hallando a Antoni en ella, su mal genio es palpable y me estoy haciendo la desentendida.

La empleada de servicio está empacando una maleta mientras el hijo del italiano recoge sus implementos personales.

—¿Viajaremos? —pregunto.

—Damon y yo sí —contesta—. Todo el fin de semana y no sé si me extienda. No quiero llamadas ni que me interrumpan.

—Entiendo, no hay compromisos así que estaré en Manarola —comento.

Me agacho a recibir el beso que me da Damon cuando termina y su padre espera su turno dejando que le dé uno en la boca.

—Reposa —pide antes de marcharse.

Los sigo y los acompaño a la aeronave que abordan. Tiene laboratorios en varios lados, unos más equipados y recónditos que otros, suele desconectarse al igual que Damon cada vez que viajan los dos.

Me devuelvo a la casa, hago los pagos que tengo que hacer, hablo con el pakistaní de las armas y en un bolso ligero empaco las prendas que llevaré a la hacienda. Los tacones los cambio por zapatillas cómodas, vaqueros, playera y chaqueta ligera dejando que me lleven al pueblo costero.

Veré primero a los soldados de Gehena, así que pido entrar por la puerta occidental que alberga una de las tantas casas que componen la propiedad, la cual acoge a los visitantes extranjeros que tenemos.

—Pueden devolverse —le pido a los antonegras que me acompañan—. Pasaré aquí el fin de semana y ya se tiene al personal que se necesita.

—Como diga.

Me reúno con el comandante de los soldados quien me informa que también están buscando el plutonio, lo lógico sería pedir que me den una parte a mí también, pero es tan peligroso que no van a poner más gente en riesgo y tampoco quieren que vayan a invadir sus tierras por eso.

Froto mi cuello mientras camino, a decir verdad me siento un poco cansada y termino bostezando varias veces.

—¿La aburro, mi lady? —pregunta el comandante.

—Claro que no —le sonrío—. He tenido una semana un poco cargada.

—Pues salga y respire un poco —sugiere—. Creemos que si sobreexplotamos nuestra energía haremos un buen trabajo, sin embargo, solo nos desgastamos, terminamos desfalleciendo y dejando la tarea a medias.

El día está hermoso, el sol italiano resplandece y la brisa que corre es fresca. Es poco el tiempo que me tomo para mí últimamente y el comandante tiene razón, así que dejo que termine con la charla y sin decirle a nadie tomo uno de los vehículos del garaje.

Hay hombres armados de Gehena y Antonegras.

—Daré una vuelta sin salir del perímetro —aviso y me dan salida.

Estoy en mi zona, eso me deja andar por donde quiera. Bajo la ventanilla dejando que la brisa toque mi cara mientras sujeto el volante dejando que mi cerebro se oxigene, todo lo acontecido lo dejo de lado dándome un espacio. Los límites de seguridad aparecen y aprovecho la presencia del camión de carga para pasarlos.

DESEO,  (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora