CAPITULO 30

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Rachel.

Con la familia de Luciana nos encontrábamos dos veces al año: en Nochebuena, cuando viajaban a Phoenix, y en verano, cuando íbamos a Washington a visitarlas. Los días con ellas eran como ir a un campamento de buenos modales donde tocaba ser impecable todo el tiempo; mujeres que nunca necesitaron más que de ellas mismas para destacarse trabajando en pro de la ciencia, de la ética y todo lo bueno.

—Durante años cerdos se han querido aprovechar de nosotras creyendo que somos carne y una cara bonita —Nos decía la tía Mildred sentada frente a nosotras en el sofá —, pero somos más que eso, lo hemos demostrado con nuestra labor ejerciendo con sensatez, siendo las que siempre brindan los mejores resultados y nunca, pero nunca apoyamos lo que no está bien. Eso nos hace correctas y confiables.

Esto es algo que siempre debe prevalecer, ya que por una podemos pagar todas —secundaba la tía Molly—. Imaginense si Mildred hace algo grave lo cual está mal, de seguro otros van a creer que yo también me equivocaré, automáticamente pensarán lo mismo de Luciana y eso no es justo para ninguna. Por eso hay que tener mucho cuidado, ya que este tipo de cosas no solo nos perjudica a nosotras, también mancha las luchas pasadas.

Aparto el cabello húmedo de la frente de mi hijo, Christopher sigue por fuera y eso me ha dado tiempo para estar con los mellizos. Owen ha estado con gripe desde que se fue, duró cuatro días con fiebre y, aunque hoy haya amanecido mejor, su tos me preocupa. El medicamento le ayuda a no congestionarse, pero cada vez que se enferma queda bastante débil.

—Simon solo medio me contesta informando que está bien —comenta Luisa frente a mí—. Le voy a patear las pelotas cuando llegue, ¡No entiendo como se le ocurre irse a Italia!

Se pasea en la alcoba metiéndose el cabello tras las orejas, vino con Laila, Brenda y Stefan quienes se están terminando de tomar el café que les brindó Cayetana.

—Venimos de la FEMF, estamos entrenados, hemos visto muchas cosas, pero lo de Sunah no me tiene bien—Se altera—. Fue tan horrible: vidrios reventados, oleadas de arena, cosas cayéndose, gente ensangrentada gritando, cuerpos calcinados... Las noticias no dejan de transmitir lo mismo y hasta he llegado a pensar que en algún momento todos vamos a morir. Alexa está mal y si algo le pasa a Simon...

—Pero, ¿qué es lo que pretende el coronel? —me pregunta Stefan—¿Ya intentó hablar con el Consejo de la FEMF? ¿Tiene algún plan para que lo acepten entregando a la Bratva?

—No lo creo —se levanta Brenda—. Parker no ha comentado nada sobre eso, de hecho, ni lo menciona, tampoco comenta alternativas...

—Es que ya ni se sabe qué bando es peor: si Bratt con el italiano, las drogas, los Halcones, el abuso de autoridad de los Lewis Lancaster —sigue Luisa— o si Christopher con el ruso con armas nucleares, cargados de resentimiento y llevándose a todo el mundo por delante.

Owen empieza a toser y lo muevo con la arcada que lo hace vomitar. Cayetana llega de inmediato, sé que son las mismas flemas que lo ponen así y le damos el jarabe antes de que se recueste de nuevo.

—Tiene una llamada —Me entrega el móvil que dejé en la cocina y suena dentro de su mandril, es de Gehena y sí o sí tengo que contestar.

—Buenos noches —saludo en lo que me muevo a la alcoba donde tengo el dispositivo que restringe y bloquea cualquier tipo de intercepción la cual no permite nada por lado y lado, «con Antoni desquiciado debo ser precavida para todo».

DESEO,  (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora