Bajo techo y comando
Christopher
El consejo de la FEMF está compuesto por doce vejestorios que se sientan alrededor de una mesa, convencidos de que su opinión es primordial en toda decisión. Se dedican a «asesorar», a opinar sobre estrategias correctas según sus estándares.
Bratt se aferrará a ellos y ellos a él, de eso no tengo la menor duda. Ya han de estar buscando maneras de sacarme del camino. Para ellos, siempre he sido un arrogante. Detestaban tenerme en sus mesas.
—¡Pecho al suelo! —ordeno.
El sol inclemente cae sobre los cientos cincuenta hombres frente a mí.
—¡Flexiones! ¡Comienzan a partir de ya! —Recorro el campo—. ¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!
El sudor empapa los uniformes de combate. Las primeras flexiones se completan en silencio y, en la segunda tanda, los brazos empiezan a temblar. No hago pausas, ni doy tiempo entre sesiones.
Un buen soldado es el que culmina el entrenamiento sin quejarse y sin llorar.
—Respiren y exhalen despacio —habla Parker al otro lado de la compañía—. El control empieza en su respiración.
—¡Pechos abajo! —vuelvo a ordenar.
El ritmo manejado meses atrás, no es nada parecido a este. Al «ministro Lewis» le gusta regirse a los estatutos, enseñar lo impuesto hace décadas y no exigir más de lo debido para no arruinar la imagen de mandatario impoluto. Conmigo es diferente: yo, lo que busco, lo consigo. No me importa cuánto tenga que exprimir o socavar.
Los ojos de los uniformados fuera del campo me siguen a donde sea que me muevo. Me sirve que lo hagan, que presencien lo que hago, identifiquen mi cara y sepan que no la verán más si no se acoplan a lo que exijo.
—¡Diez últimos minutos! —grita Rachel en el campo aledaño.
Se pasea a menos de dos metros con las manos en la cintura como si estuviera en alguna pasarela.
—¿Te beberás esa agua? —Mira la botella que tengo al pie.
Gotas de sudor le descienden por el cuello hasta perderse bajo el top negro empapado. El calor se acumula en mi entrepierna y concentro la vista en la planilla que tengo en la mano.
Las semanas sin follar me tienen hastiado y quiero que la gente se mantenga a metros, que no respiren, que no hablen. Si no tienen nada relevante que decir, es mejor que no me hagan perder el tiempo.
El cronómetro marca otro tiempo de mierda.
—No te tomará más de un segundo en responder sí o no.
—Cógela y trágatela, si es lo que quieres.
—Gracias.
Recoge la botella con una sonrisa falsa en la cara.
—Patán —dice entre dientes al alejarse.
—Ridícula —murmuro.
—¡¿Qué dijiste?! —Se voltea con los ojos vueltos rendijas.
—¡Soldados a las rampas! —muevo a la compañía—. ¡Ya!
Continúo con mis labores en el siguiente campo, mi mañana está lo suficiente arruinada ya como para empeorarla con más. Los soldados trotan hacia el terreno señalado, uno corre como si tuviera todo el tiempo del mundo y lo empujo para que avance.
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DESEO, (BORRADOR)
RomanceHubo Lascivia, hubo Lujuria y ahora todo se define en medio de un ardiente deseo. El mundo está en llamas y Rachel James camina de la mano del que se alzó como ganador, pero el campo de batalla clama revancha, sangre y pelea en una guerra de todos...