Extra dominguero

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Tyler.

La mansión Morgan es uno de los sitios más lujosos en los que he podido estar. Tiene alcobas amplias, una iluminación increíble, un gran parque rodeado de árboles, plantas y flores de estación, piscina climatizada, un establecimiento especializado diseñado para la práctica de armas de fuego, canchas de tenis y de otros deportes, un gran gimnasio completamente equipado, caballerizas y espacio como para construir otras cuatro viviendas más. Además, hay dos casas para los empleados, las cuales no carecen de comodidades.

Me inclino la taza de café mientras Iván planta los pies sobre la mesa de la cocina y alza el periódico que tiene en la mano.

—Farándula de porquería —se queja—. Mujeres muriendo por hombres maricones, los cuales les gusta que les den por detrás. Asco me dan.

—¿De quién hablas? —increpa Dalton.

—De este pendejo —Muestra la foto del actor que posa sin playera—. Es un muerde almohadas.

Dalton suelta a reír cuando Iván habla de las actitudes que lo confirman.

—De haber estado en la milicia, se hubiese curado el maldito. Siempre he dicho que esto se da por falta de disciplina —sigue—. Le patearía el hocico si lo tuviera enfrente.

—No lo dudo —Dalton se sirve más café— . Todavía me acuerdo del maricón al que le partiste la cara porque te miró.

—Se salvó porque me lo quitaron, creyó que era igual de enfermo que él y le salió caro —Suelta el periódico—. Tú también estabas ahí Tyler, el pendejo se creía una mariposa.

Si, lo recuerdo perfectamente y hasta fui partícipe de la contienda, defendiendo a Ivan cuando otros se metieron. Death abre la puerta y todos se quedan en silencio mientras que yo me concentro en el café.

—Buenos días —saluda— ¿Cómo están?

—Bien en lo que cabe. Te iba a llamar, hay unos sacos terreros que se deben llevar y poner en los límites —Se levanta Ivan—. Dalton, anda a patrullar. Tyler, tu turno empieza en una hora.

—Si, dentro de unos minutos los alcanzo.

Se van y la puerta se cierra, dejándome a solas con Death quien se me acerca dejando un beso en mi mejilla. Mis defensas se ponen alertas y me levanto de inmediato apartando sus manos de mi cintura.

—Alguien puede vernos —Me aseguro de que las ventanas estén cerradas.

—No hay nadie —Toma mi cara besándome en la boca—. Ya casi no nos vemos.

—Pero pueden estar escuchando —Me alejo—. Hay que tener más cuidado.

Me sigue al fregadero de la cocina donde dejo los vasos. Sé cómo son las cosas en la FEMF, seré la burla si se enteran de mi rarezas.

—¿Cuándo les vas a decir? —me pregunta.

—En su momento, el cual no es ahora. Mientras tanto, hay que esperar —Me lavo y seco las manos—. Te veo luego.

—Todavía falta para tu turno...

—Si, pero lo mejor es que salga, ya que sospecharán si nos ven encerrados aquí —Le doy una palmada en el brazo.

En el espejo me aseguro de que mi ropa esté de la manera correcta. La hija del coronel está jugando cerca de la fuente, cada vez que la veo siento que será muy hermosa cuando sea grande, ya que siendo una niña lo es. El cabello negro luce más oscuro bajo el sol, conserva el cerquillo sobre la frente y se la pasa corriendo por toda la casa.

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2022 ⏰

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