CAPITULO 28

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Mis protagonistas no compiten, brillan 

por una sencilla razón y es que son el eje de todo un universo creado para darme el placer de admirarlas. 

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PACIFICO. 

Rachel.

La secuencia de recuerdos que emite mi cabeza calienta mi pecho en lo que me veo corriendo con mis hermanas, afanadas por recibir a Rick que baja del auto con los brazos abiertos y con una mochila en el hombro. Alza a mi hermana menor cuando se cae por el afán y coloca las rodillas en el suelo recibiendome junto con Sam.

—Espero que se hayan portado bien, porque sino no hay mesada.

Nos lleva con él adentrándonos en la casa donde Luciana está enojada desde que se fue, pero no le importa abrir la mochila de sus pertenencias, sacando los regalos que recibimos emocionadas, antes de sacarnos a dar una vuelta en el auto.

—Recógete ese cabello, greñas sueltas y Emma, deja de saltar como cabra loca —nos molesta.

—Yo sí me porto bien, papá —le dice Sam.

—Lo sé cariño.

La vida me duele cuando mi cabeza suelta la línea de sucesos que me aplastan: mis últimas vacaciones, cuando me visitaron en Londres, la última vez que los vi antes del exilio, mi regreso, mi último viaje a Phoenix, las fechas especiales en casa, las llamadas, los mensajes; el tiempo aquel donde éramos felices y no lo sabíamos. No teníamos idea de que en algún momento de nuestras vidas el mundo se vendría contra nosotros, queriendo aniquilarnos, creyendo que éramos los malos y no: a las malas hemos tenido que serlo.

El miedo a las consecuencias que pueda pagar mi padre, el llanto de Patrick derrotado queriendo llegar a Alexa, y el ataque al coronel, me pone en pie atacando desde el suelo cuando se nos viene encima.

Le barro los pies a uno haciéndolo caer y quitándole la porra policíaca en lo que vuelvo arriba. El impacto del bastón contra la máscara que tiene puesta la quiebra en dos haciéndolo retroceder. Cubro la espalda de Christopher cuando intentan darle con uno de los escudos, alejando al soldado con la patada que le propino en las costillas, pero siguen siendo demasiados.

Cuatro soldados atropellan al coronel llevándolo al suelo, clavo la bota en la columna de uno, mientras que al otro le golpeo la espalda con el fierro, logrando que se retuerza de dolor. Christopher aprovecha para quebrarle el cuello a uno con la maniobra que ejecuta, en tanto al cuarto se lo quito a patadas, a la vez que él se levanta clavándole la bota en la garganta al militar que intenta levantarse. Sigo batallando con los hombres que nos acorralan, volviendo a cubrirlo mientras que el coronel hace lo mismo conmigo. «Mi papá», «debo ir por mi papá». Otra tropa de soldados con escudos sale de la puerta que Patrick intentaba abrir.

—¡Alexa! —sigue exclamando mientras le dan con todo lo que tienen— ¡Alexa!

Llevan a Gauna contra las columnas, mientras no deja de sangrar. Mi corazón late en mis oídos y más soldados caen desde arriba. A Laila la tienen entre varios, en tanto que al cuerpo de Alexa lo patean a un lado como si no valiera nada, como si fuera un saco de basura. Al coronel le caen en manada al igual que al Boss, Patrick logra zafarse llegando a donde está Alexa, pero lo quitan mientras que a Brenda y a Parker los tienen reducidos contra el piso entre varios militares, «Los van a matar a golpes». Un escudo me atropella mandándome contra la pared antes de alzarme, mientras que otro me quita lo que tengo con el golpe que recibo en el brazo. El casco no me deja encestar los puños, el uniforme los protege de las patadas y aprietan mi garganta con la maniobra de inmovilización que intentan emplear. El puñetazo que me entierran me pone a probar el sabor de la sangre, pero nada duele más que el escenario que tengo enfrente, viendo brutalidad policiaca pura con el ejército que no atina a lastimar, sino que a matar y, por más que batallo, no logro que me suelte. Los puños solo lastiman mis nudillos, siento que mi cuerpo empieza a perder fuerza y...

DESEO,  (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora