Capítulo 14

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Serena había llegado a casa de los Chiba para hablar con Helios acerca del incidente con su esa nueva crema que le había obsequiado, pero al entrar se quedó tras el portón, pues escuchó una conversación entre los padres de Darien.

—¿No crees que estuvo mal lo que nuestro hijo le hizo a Serena?— cuestionaba con melancolía Endymion.

—No. Él hizo lo correcto. No ama a esa chiquilla. Él ya tiene a su verdadero amor a su lado— contestó Neherenia.

—¿Acaso estás diciéndome que jugar con los sentimientos de las personas, y en específico, de Serena, está bien?

—Desde luego que no, eso no está bien. Pero él lo hizo por una buena causa. Estando comprometido con ella evitaría que Setsuna siguiera presionándonos para casarlo con Michiru mientras él y Rei volvían a encontrarse.

—Esa no es una causa— replicó un poco molesto el patriarca de los Chiba —Darien no debió hacer que ella se comprometiera con él y mucho menos debió dejarla sabiendo que ella lo amaba.

—¿Amarlo? No me hagas reír, esas son puras mentiras. Si en verdad sientiera algo por nuestro hijo habría luchado por él, en cambio, en cuanto se sintió libre, lo primero que hizo fue correr hacia los brazos de otro y se comprometió nuevamente. Además, Darien le había prometido matrimonio a Rei y tiene que responder a su palabra de hombre.

—S3 que fuiste tú la que le dijo a Setsuna que le contara sobre Rei a Serena y sobre la promesa de nuestro hijo. Lo hiciste presisamente para que ellos dos se alejaran.

Serena ya no quiso seguir escuchando, se sorprendió de saber que Neherenia había ideado el plan que la separó de Darién, pero quizás lo que más le había dolido era que otras personas se hubieran dado cuenta de los sentimientos de ella y quedara como una completa tonta.

Los odiaba y se odiaba a si misma por incluirse en ese jueguito del que sabía que no podría salir bien librada.

Serena se devolvió a la salida de la casa, ya no tenía caso seguir ahí, pero se encontró con él, con el dueño de sus sueños, de sus pesadillas y de su ahora tortura.

Lo vió a los ojos y a su mente vino el recuerdo del beso, sintió una rabia tan grande que hasta incluso sentía que en su cuerpo no cabía, apretó sus puños y bajó la mirada, pero vió que su amado y Rei estaban tomados de las manos, y eso era algo aun peor. Les dió una ligera sonrisa, se acercó a él y le dió un puñetazo que le dejó sangrando la nariz y le susurró al odio —Me das asco. Poco hombre.

Después de eso, de forma rápida, se fue a su carroza para regresar a su casa, pero la voz de su pequeño amigo Helios la detuvo al ver la escena.

—¡Serena, espera!¿Qué te sucede?

Ella le acarició la cabeza regalándole una sonrisa que parecía tan verdadera que hasta ella se la creyó.

—Gracias por todo amiguito. Solo he venido a invitarte a mi boda, será en dos semanas más.

Al pequeño casi se le cae la quijada por tal noticia y miró a su hermano que aún se intentaba recuperar del golpe con la ayuda de Rei.

—Asistiré— respondió el niño con un tono más que triste, pues la noticia, que aún le sorprendía, no estaba en sus planes y pensó en poner en marcha su trampa final, y para ello sabía que sólo existía una persona capaz en la tierra de hacer que Serena se desistiera de casarse y esa era su nueva amiga Mina, la hermana de Serena.

Las horas habían pasado y el crepúsculo se hacía presente en la casa de Serena, pero no estaba sóla, su hermana Mina había ido a visitarla.

Serena se encontraba deprimida por lo que había ingerido un poco de licor y solo miraba por la ventana como el viento mecía levemente las flores del jardín.

—Hace bastante tiempo que estas ahí, mirando mis acciones como si me fuera a suicidar— le habló Serena a su hermana.

—Sabes que yo estoy en desacuerdo con tu compromiso. Tú misma nos dijiste que te casarías por amor y lo más cercano a eso fue Darien— Serena la miró con un gesto sumamente triste, sin duda su corazón se estaba partiendo en mil pedazos.

—Darien me utilizó, sabía lo que sentía por él y aun así estuvo de acuerdo en romper el compromiso.

—Serena, puedo asegurarte que él es más ciego de lo que tú crees, además tú fuiste la que trajo a Rei, tú fuiste la que se alcoholizó con Diamante y a la que pillaron en un muy mal momento, y aunque yo sé que no pasó nada con él más que una noche de amigos, la situacion le dió a Darien mucho qué pensar. Tú misma te hiciste tu desgracia— le dijo Mina reprochándole a Serena.

—La culpa no fue mía, fue de Setsuna— dijo Serena intentando evadir su responsabilidad.

—Tenías que haber hecho oídos sordos. No tenías porque haberle hechi caso a esa vieja, y mucho menos cuando sabes perfectamente que ella no te quiere ver casada ni con Darien ni con ningún otro muchacho. Conoces perfectamente la relación de competitividad entre ella y nuestra madre.

—Gracias Mina, pero creo que lo mejor ahora es empezar a ver los preparativos de mi próxima boda y olvidarme de que Darien existe.

—¡Espero que este no se te muera!— dijo Mina en broma tratando de darle un poco de alegría a su hermana.

—Lo dudo— susurró Serena con melancolía.

Por su parte, Diamante se encontraba en otro continente y con mucho apuro escribía una carta para Serena donde le adjuntaba algunos papeles de su última investigación. Tenia que informarle que el llevar a Rei había sido un grave error de ambos. Ahora sólo quedaba rogar para que esa carta llegara a manos de Serena antes de que se llevaran a cabo las nupcias de ambos jóvenes.

La viuda negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora