Capítulo 25 (final)

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"Para Darien.

Sé que no te querías casar, pero aún así lo harías solo por el hecho de haber dado tu palabra, así como también sé que te querías casar por amor, cosa que con Rei no podrás hacer, pues sé perfectamente que no la amas. Encontré la forma de que te liberes de ese absurdo compromiso y hagas que tu matrimonio se cancele.

En los papales que te adjunte se explica claramente que Rei ya está casada con otro hombre, un sujeto llamado Nícolas. Esa persona aun está viva y por lo que supe la está buscando. Si aún decides casarte con ella, te informo que tu matrimonio no será válido hasta que tu prometida se separe de su primer esposo.

Espero que hagas lo correcto.

Con cariño Serena"

Con enojó Darien apretó la carta que estaba en su poder. Se sentía utilizado. Por primera vez en su vida tenía ganas de golpear a alguien para liberar su enojo pero primero tenía que aclarar ciertas cosas con su prometida.

Como si el cielo lo estuviera escuchando, ella entró por la puerta muy despacio. Pero se congeló al tener la fría mirada de Darien penetrándole como dagas en sus ojos.

—¿Por qué me mentiste?— su cara era de serenidad, comparada a la de momentos antes —¡Estas casada y me lo ocultaste!— gritó Darien con bastante furia. Al instante, sus padres bajaron corriendo al escuchar el grito pero no quisieron intervenir.

—Darien… yo…— Rei temblaba bajo el gran cuerpo del hombre, no podía decir nada coherente, el terror la embargaba en todo su ser.

—¡Contesta maldita sea!— Darien la sujetó de los hombros y la zarandeó de forma violenta —¡Por tú culpa, ahora no estoy con Serena! ¡Por tú culpa está muerta!— sus palabras salieron sin ser pensadas pero era lo que sentía en ese momento.

—¿Cómo crees que llegue aquí?— dijo Rei quitandose las manos de Darien de encima y acomodando su vestido. Al no escuchar respuesta siguió —Ella me trajo hasta aquí ¿O acaso creiste que yo vine por que quise? No sé como supo de tu promesa ni quien le contó sobre ella— en ese momento Darien miró a su madre, pues intuía que había sido ella. Neherenia solo agachó la cabeza aceptando su culpabilidad.

—Si me hubieras dicho antes que estabas casada con otro, Serena no estaría muerta….— expresó Darien en un grito.

—¿A sí? Pues si tanto la amas ¿Por qué no las vas a buscar? ¡Esa mujer está viva!— le gritó Rei.

— ¿Q-qué….? ¿Que ha dicho?

—Si no me crees anda a verlo tú mismo, pero te advierto una sola cosa si sales por esa puerta te puedes ir olvidando de mi para siempre— sentencio Rei.

Darien miró a su madre quien le dió una clara señal de apoyo al igual que los otros integrantes de la familia.

Sin esperar mucho, salió corriendo imaginando en donde estaría ahora Serena, pero a su espalda escucho a su ex-prometida gritando su nombre. Darien no volteó, ya  no le importaba Rei, ahora sólo le interesaba encontrar a Serena para por fin estar juntos.

Serena ya se había despido de su familia, de su amigo Diamante y de la novia de éste, y por supuesto, de Helios a través de su carta.

Compró un boletó a algún lugar, no estaba segura del paradero del barco en el que partiría pero para ella era mejor no saberlo. Esperó alrededor de quince minutos, avisaron a los pasajeros que el barco zarparía pronto, y finalmente, ella se preparó para abordar.

Tomó sus maletas y se encaminó, pero unos brazos le detuvieron su andar. El hombre que estaba detrás de ella acomodó su cabeza en el espacio que hay entre el cuello y el hombro y con tranquilidad respiró el aroma que desprendía la hermosa mujer. Esa fragancia a lavanda que tanto le gustaba.

—¿Por qué lo hiciste?— aún con su abrazo firme, le acarició con la punta de la nariz la oreja y lla se estremeció con el contacto de sus pieles.

—Darien, déjame ir— le suplicó Serena. Ella deseaba no llorar y mostrarse fuerte en ese momento —el barco zarpar en cualquier momento— finalizó.

—No te irás, hasta que me respondas una pregunta— la sujetó más fuerte dándole a entender que no se librariría tan fácilmente de él. Ella dificultósamente se giró para mirarlo a la cara y así poder responder a todas sus preguntas.

—¿Me prometes que cuando responda tu pregunta me dejaras ir?— Darien con dificultad asintió y dió un leve sí.

Ella aún se encontraba en los brazos de él, mientras que el joven formulaba la pregunta en su mente.

El joven Chiba miró a los ojos de Serena y con su voz ronca y aterciopelada le susurró —Aquella noche en la que nos juntamos en cuerpo y alma…— ella se sonrojó y a él le encantó esa acción pues la hacía verse más tierna —…te dije que te amaba, sé que el sentimiento en mutuo entonces ¿te casas conmigo?

Serena abrió los ojos como nunca antes lo había hecho, sus mejillas se tornaron aún más rojas y comenzó a jugar con la vestimenta de Darien, no se hubiera imaginado nunca que él le pediría matrimonio de forma real, pero tenía que ser realista y ella debía hacer ese viaje para despejar su mente completamente.

—No, no puedo— se garró a las prendas de él —Hago este viaje para olvidar todo lo que ha pasado, necesito alejarme de todos por un tiempo….

—Si es el medio a que yo muera, asumo el riesgo— agregó Darien valientemente, pues no se daría por vencido si tenía la mínima posibilidad de retenerla a su lado.

Ella soltó una risa —eso ya lo solucioné, no habrá más muertes nunca más. Pero necesito hacer esto sola.

Avisaron que quedaban dos minutos para salir del puerto. Serena se separó de los brazos del hombre y comenzó a caminar hacia el barco.

—¡Prométeme que volverás!— le gritó Darien —¡Prométeme que no te enamorarás de nadie!— de sus ojos comenzaron a brotabar lagrimas de dolor al pensar que quizá la perdería para siempre —¡Prométeme que me amarás por siempre como yo lo haré! ¡Te amo serena!— lo ultimo lo dijo en susurro.

Darien sabía que aquél viaje que haría ella era lo mejor, lo vió en sus ojos, había un torbellino de sentimientos que tendría que resolver sola, y aunque le doliera, él lo aceptó con mucho dolor.

Darien vió al barco alejarse lentamente, aunque guardaba la esperanza de volver a verla algún día imaginando que se quedaría con él para siempre.

Así, la viuda negra, se marchó dejando su pueblo natal para conocer otras tierras. Dejando atrás lo que más quería pero sabiendo que algún día no muy lejano ella regresaría; porque no era un adiós sino que era un hasta luego.

La viuda negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora