Capítulo 17

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Desde la última vez que Diamante había visitado a su amiga Serena, había decidido tomar un viaje pues le encantaba recorrer el mundo, pero dada la cercanía de la boda de ella, había decidido regresar a su pueblo natal antes del tiempo previsto para acompañar a su amiga en ese día tan importante, así que tan pronto como pudo, se embarcó en un crucero que lo llevaría de regreso al lugar indicado. Pero aveces el destino tiene sorpresas que no se planean, y en el viaje se encontró con Esmeralda, aquella mujer de la que se había enamorado perdidamente y de la que supo por otras personas que lo había traicionado con alguien más. Su gran amor de juventud, y de hecho, el único.

Tan pronto como se reencontraron, ambos comenzaron a platicar acerca de lo sucedido en el pasado.

—¿Por qué te fuiste?— preguntó Diamante.

—Fuí a buscarte una noche a tu casa, pero me dijeron que te habías marchado, investigué y fuí a donde la gente me informó que te había visto, pero cuando llegué ya no estabas ahí. Volví a investigar y nuevamente fuí al lugar en el que supuestamente te encontrabas, pero el resultado fue el mismo. Por más que te busqué nunca  pude dar contigo— respondió Esmeralda con un poco de nostalgia.

—¿Y el hombre con el que te fuiste? Todo el mundo me repitió la misma versión. Afirmaron que tenías un amante y que habías huido con él.

—¿Te refieres a Zafiro? Él es solo un primo mío. Cuando partí era demasiado joven como para recorrer el mundo sola, así que él me acompañó en todo momento. Después de tanto tiempo de estarte buscando, al fin me rendí y decidí regresar a casa, pues nunca conseguí encontrarte, hasta hoy que el destino nos volvió a unir.

—¿Aún me amas Esmeralda?— cuestionó Diamante con un poco de nostalgia en su voz.

—¡Nunca deje de hacerlo!

La conversación siguió por un rato más hasta que Esmeralda hizo una pregunta.

—Diamante, respóndeme ¿Hay alguien en tu vida?

—Si, tengo una gran amiga a la que quiero mucho— esas palabras mataron a Esmeralda en vida, pues pensó que después de todo, lo había perdido —Pero la muy tonta se casa— finalizó el hombre

Muchas cuchillas atravesaron el corazón de Esmeralda creyendo que Diamante estaba triste por perder a esa amiga suya.

—La muy tonta está enamorada de otra persona y aún así no se casará con él— dijo Diamante con un poco de pena.

—¿Q-quién es él?— palabras tan simples, pero Esmeralda las soltó tan dificultosamente y con dolor imaginándose lo peor.

—Un tipo que se llama Darien— en ese momento los pulmones de Esmeralda volvieron a recibir aire, y las cuchillas desaparecieron junto con el dolor. Esa declaración le había aliviado el corazón.

—¿Por qué esta con otra persona y no con el hombre que ama?— en definitiva eso era algo que nadie comprendía.

—Por cosas que pasan y por algunos rumores que hay detrás de ella sobre una supuesta maldición.

—¿Rumores? ¿Maldición?— Esmeralda preguntó mientras el barco llegaba a tierra firme.

—Sí. Más tarde te daré más detalles, ahora debemos apresurarnos. Nos queda poco tiempo porque vamos asistir a esa boda.

Diamante salió corriendo con las maletas  en sus brazos, y detrás de él, Esmeralda le seguía con una sonrisa que no se la quitaban ni a golpes.

La boda estaba por comenzar en alguna horas y todo el cuerpo de Serena tiritaba de miedo y nerviosismo. Aunque varias veces había entrado por la puerta de su casa con el vestido de novia, el mismo sentimiento de temor siempre estaba presente.

Serena se paseó una vez más por su enorme habitación y se sentó frente a un mueble que quedaba frente a un gran espejo, y en este estaban todos sus artículos de arreglo personal. Con calma tomó las sombras del mismo color marfil de su vestido y se comenzó a esparcir un poco sobre sus párpados de una forma igualitaria. Continuó con el delineador, pero su mano temblaba todavía, así que con mucho cuidado comenzó a dibujar unas líneas para que sus ojos resaltaran.

—¡Serena!— el grito de Mina hizo que se le moviera la mano y dibujara una línea hasta la sien. Si ya estaba nerviosa ahora lo estaba aún más.

—¡Maldición!— gritó Serena —Te he dicho que golpees la puerta antes de entrar de esa forma, espantas a cualquier persona. Un día me podrías matar del susto— aclaró ya más calmada y volvió a su labor.

Mina se sentó en el filo de la cama y miraba atenta las acciones de Serena, pero después de algunos minutos ya no soportó más el silencio y habló.

—Deten la boda, tú sabes que esto no es lo que quieres.

—No puedo— respondió Serena con melancolía en su voz.

—Si puedes, además lo que ocurrió hace un par de días atrás sería un buen motivo...

—¡Cierra la boca Mina! Alguien podría escucharte. No quiero lastimar a Seiya, no se lo merece.

—Pues ese sería un buen motivo para terminar con esa farsa de matrimonio a la que te vas a entregar. Piénsalo Serena, tú no amas a Seiya, le tienes un gran cariño, pero es solo de amigos. Además, si lo analizas bien, quizá mañana él ya no estará en este mundo. Si desistes de casarte evitarás condenarte a una vida llena de tristeza y le estarías salvando la vida a Seiya.

—¿Como puedes hablar asi Mina? Eres tan fría y cuel conmigo ¿Acaso no te importa cómo me siento?

—Si no me importaras no estaría aquí a tu lado, y si te hablo de esta manera es solo para que comprendas las cosas, pero veo con tristeza que haga lo que haga no cambiarás de opinión.

—Asi es Mina, la boda sigue en pie, me casaré con Seiya, y si sobrevive, le entregaré mi vida y le seré fiel. No pienso defraudarlo jamás.

—Espero que puedas cumplir tu promesa en un futuro, por que te recuerdo que por ahora ya lo traicionaste.

La viuda negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora