Capítulo 24

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—¡T... Tú... estabas muerta!— titubeó Mina con asombro al ver a su hermana parada frente a ellos, y sobretodo, viva.

—No estoy muerta. Lamento haberles causado este sufrimiento. Ahora, permítanme contarles qué fue lo que en realidad sucedió. Así, Serena comenzó con su explicación.

En un principio, les costó un poco entender todo el embrollo que había detrás de las muertes de su esposos, pero Mina la apoyó pues había leído alguna vez sobre esos parásitos tan raros, sus orígenes y las consecuencias que tenían en las personas. Serena, también reveló la verdad sobre el cadáver encontrado y a quien pertenecía realmente.

—¿Qué vas hacer ahora?— como siempre su hermana mayor era tan suspicaz y no dejaba pasar nada por alto.

—Pienso irme lejos. Creo que es mejor que nadie sepa que estoy viva. Ya no quiero mortificarlos, y si la gente sigue creyendo eso, ustedes estarán más tranquilos. Ya no habrá más chismes ni habladurías sobre mí.

—¿Cómo puedes pensar en eso? Lo que digan de ti es lo menos importante ahora ¿Acaso no has pensado en Helios? Ese pequeño cuando te creyó muerta, sufrió como nadie. Tienes que hablar con él. El pobre está destrozado— le ordenó su hermana.

—Ya había pensado en eso, y ya arreglé ese asunto. Le pedí a Diamante que les entregará unas cartas que yo misma escribí despidiéndome de ellos. Ya puedo irme tranquila.

Todos sabían que cuando a Serena se le metía una idea entre ceja y ceja no había poder divino que la hiciera cambiar de opinión, así que aunque les dolieran tendrían que dejarla ir. Confiaban en que esa decisión sería la correcta.

Ella ya había hecho todo lo que tenía pensado y miró por última vez a su familia y a la visitante. Con la vista se despidió de todos, aunque una mirada de Mina llena de reproche le dió entender que no debería huir.

Diamante por su parte, cumplió la voluntad de su amiga y entregó las cartas correspondientes. A Darien se la dió sin disimulo, pero al pequeño Helios, se la pasó con sumo cuidado de que su hermano mayor no se percatara de la acción.

Diamante le comentaba a Darien que la carta entregada había sido escrita por Serena antes de su muerte. Helios, solo observaba desde una distancia considerable a ambos jóvenes hablar y cayó en cuenta de que en el fondo odiaba a Diamante, pues había sido por su culpa que Darien y su amiga se habían separado.

El pequeño apretó la carta que le pertenecía y la guardó inmediatamente en el bolsillo de su pantalón. Con la sigilosa acción de Diamante, comprendió que nadie tenía que leer el contenido, y con un bufido de aburrimiento al seguir escuchando la absurda pelea que mantenían su hermano y el amigo de Serena, entró a su casa, se dirigió a su cuarto y se encerró en él.

Una vez allí, colocó el seguro para que nadie le molestara, con un poco de inseguridad y nerviosismo rompió unas de las orillas, sus manos temblaban y con cuidado sacó el papel que estaba cuidadosamente doblado en tres partes, se aclaró la garganta y procedió a leerla.

"Para Helios.

Estimado pequeño, sé que tienes que estar destrozado por dentro pero créeme que yo lo estoy aun más. Puedo recordar nuestros momentos vividos juntos desde que nos conocimos hasta los momento en que me observaste con tus dulces ojos al entrar a la iglesia.

Te confieso, que en ese momento, un miedo se inundaba en mi corazón y mi alma pero el verte ahí sonriendo como cada día lo haces me dió la fuerza suficiente para seguir adelante.

El incendio fue para acabar con mi maldito pasado, cuando me dejaron en el altar, regresé a mi casa, y gracias a un arranque de ira supe como mis maridos morían, así que tuve que borrar todo recuerdo de ellos para seguir con mi futuro tranquila.

Lo que te diré no es fácil, pero estoy viva, el cuerpo que encontraron no era mío sino de otra mujer. No te puedo relatar mucho la historia pero tendrás que ahorrarte las preguntas para cuando nos veamos nuevamente.

Helios, mi pequeño inventor, me voy del continente, es mi oportunidad para ser feliz realmente, y aunque no tenga a las personas más importantes a mi lado se que estarán siempre en mi corazón.

Este no es un adiós, sino un hasta luego.

Espero que no me olvides porque yo nunca lo hare.

Con cariño Serena"

Helios sabía que la carta no era una broma porque reconoció la caligrafía de ella, de su amiga. Por una parte le alegraba que ella no estuviera muerta, pero por otra, le entristecía saber que no la vería por un buen tiempo.

De pronto recordó que Serena había enviado dos cartas, una para él y otra para su hermano ¿Qué diría la segunda?

Las miradas de Darien y Diamante chocaban y echaban chispas, a lo lejos se encontraba Esmeralda que no hacía nada por detener una posible pelea, con una gota en la sien recorriéndole.

—Se comportan como niños pequeños —pensó la dama.

—¡Nos vemos!— gritó Diamante, quien en parte se sentía culpable por romper la relación entre ellos.
—Espero que te cases pronto— expresó con cierta burla, pues el ya conocía el contenido de aquel sobre que acababa de entregarle.

Darien suspiró pesadamente, entró a la casa y se sentó en unas de las sillas del comedor. Para su suerte, tanto su padre como su madre se habían ido a dormir, supuso que su hermano estaba en su habitación y a Rei no la había visto desde que habían terminando de cenar.

Del sobre sacó unos cuantos papeles, que no entendió a la primera y en medio de ellos había una pequeña carta escrita por Serena, así que inmediatamente comenzó a leerla.

Al descubrir la verdad, el joven quedó boquiabierto. Había perdido a serena para siempre, todo por querer cumplir con una promesa que no podría llevar a cabo.

Darien y serena se habían alejado por una mujer que no valía la pena. Rei no era una buena mujer.

La viuda negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora