♥︎Capítulo 37

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Confesiones.

Trevor:

Después de un largo recorrido por la carretera y el viento frío de la madrugada nos pegaba en la cara, la tensión en nosotros se puso más dura.

Ninguno de los decía nada. Ella se aferraba a su bolso de mano con fuerzas mientras que yo mantenía mi mirada fija hacia el volante. Ella tenía miedo, su cara lo decía todo, estaba alerta en todo momento. Aunque ella no me decía nada, sabía perfectamente que estaba por llorar. Eduardo dijo cosas que nunca pasaron, pero él me lo advirtió indirectamente. Yo sabía perfectamente que la verdad podría salir a medias en cualquier momento y haría mis mis amigos, e incluso Aurora se sintiera herida, pero esas no fueron mis verdaderas intenciones, porque sabía que si sucedía esto podría perder lo que más amaba y yo, ciertamente no estaba preparado para eso, no quería volver a estár solo de nuevo. Mis nudillos ardían, estaba llenos de sangre y parte de mi camiseta verde tenia grandes manchas rojos.

—Deten la camioneta—su voz colgaba de un hilo. Sentía que si soltaba otra palabra más lloraría hasta no poder más.

Frené con cuidado y estacione la camioneta a un lado de la carrera. Muchos carros pasaba por la avenida y hacían mucho ruido. Apagué el motor y solo dejé caer mi espalda en el asiento, preparado para lo que venía.

—¿Es cierto lo que dijo Eduardo?—chilló.

—No todo lo que dijo es cierto—mi garganta se estrechó cuando traté de explicarlo de una manera muy breve. No todo lo que dijo ése imbécil era cierto—.  Él es mi hermano, mentí sobre su muerte por... Estefany y...

—Entonces era cierto... me mentiste—sus ojos desprendían fuego pero a la vez tristeza y eso me partía el alma.

—No, no lo es, las cosas nos sucedieron así. —la agarré de sus hombros, desesperado por hacerle saber que todo era mentira y que nunca fue mi intención engañarla de esa menera.

Se encogió de hombros para liberarse de mí y me miró a los ojos. Su dolor lo vi y eso me desgarró aún más. Sabía que en algún momento la verdad saldría, pero nunca me lo imagíne de ésta forma, no con Aurora en mi vida; estaba desesperado y no sabía que hacer, solo quería tomarla en mis brazos y hacerle entender que todo era mentira, que nunca fui así y que nunca estuvo en mis planes hacerle daño, pero ya era demasiado tarde.

—Aurora... Por favor, no es mi culpa yo...

—¿Qué no es tu culpa?—gritó—me mentiste desde que nos conocimos, me guste la cara de estúpida y yo te creí, pensé qué eras alguien diferente, pensé que confiabas en mi.

—Tienes razón, esto fue mi culpa, lo siento mucho pero por favor, no te vayas...

Me temblaban las manos y las apreté a mi costado. Tomé una bocanada enorme de aire y me armé de valor. - Te amo, y nunca quise lastimarte.

Esas palabras dolían, sabía que a ella también. Era como echar sumo de limón en una enorme herida en la espalda.

Lo sentía mucho, sabía que era mi culpa, pero todo tenía sus razones. No estaba del todo convencido en mentirle a mi mejor amigo, a Kate, a ella... Me dolía el pecho cada vez que me alegaba dejándola a ella con una incógnita en la cabeza y cada vez que la veía, más mentiras brotaban de mi boca como su fuese algo natural pero era como caminar sobre cuchillos muy afiliados.

Bajo Mil Letras De Colores [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora