♥︎Capítulo 31

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Decisiones.

Aunque a mamá le gustaba la idea de que Sebastian se quedara unos días con Jhoana y conmigo, pero a papá no mucho.

Intenté convencerlo diciéndole que de iba a distrae e íbamos hacer lo posible para que si interese en algo para estudiar, faltaba poco para que mi hermano entre a la universidad. Él vacilaba pero su respuesta era la misma.

— Conozco la vida universitaria, no estoy de acuerdo que un niño de 17 años esté en una fiesta llena de alcohol y drogas. — Decía papá. — Lo estoy poniendo a trabajar en casa ahora que falta a la escuela.

— ¿Crees que eso ayudará a Sebastián? — Como señal divina, mamá intervino — Aurora tiene razón, tal vez le interese la vida universitaria. 

— Si papá, en ningún momento hemos hablado de fiestas, si se hace una prometo no ir con el, por favor.

Si teníamos en mente la fiesta que estaba por hacer en la fraternidad, pero estaba segura que aún faltaba mucho para eso, por ahora, convivir con mi hermano unos días para que cambiase de actitud era lo mejor. Amaba a mi hermano y mis padres lo sabían, odiaba verlo tan apagado, sin ser él mismo. Lo extrañaba tanto como extrañaba a mis padres, necesitaba pasar tiempo con él y con Jhoana como los viejos tiempos, y ahora con mis nuevos amigos sin duda nos íbamos a divertir.

Phineas entra a la habitación junto con Sebastián mientas ambos se reían de algo que solo ambos sabían. Sostenía una bandeja con sándwiches mientas que mi hermano las limonadas.

— Casi te gano. — Le dice Phineas a mi hermano.

— En mil años, soy muy bueno en ésto. — Responde mi hermano.

Recordé que mamá me contaba por teléfono que Sebastian llevaba semanas sin reírse como lo hacía con phienas, sin duda necesitaba un cambio de aire urgente. Mi amigo de la universidad se sorprende por verme en su casa, era la primera vez que iba.

— Autora, cariño me alegro que estés aquí, bienvenida a mi humilde morada.

Lo saludo con un fuerte abrazo como agradecimiento por dejar que mi familia se quedara la noche en su casa. Pensé en ese instante que fue una gran molestia, el cuarto de la universidad es apenas grande.

— ¿Molestia? Tú familia es lo mejor de lo mejor, nena, y ni hablar de tu hermano quién es un mal perdedor.

— Te vencí dos veces, ¿Quién es realmente un mal perdedor? — Río con la intervención de mi hermano hablando en su autodefensa.

Miré nuevamente a papá, Jhoana también trataba de convencerlo. Sebastián miró a todos lados buscando a alguien.

— ¿Dónde está tu noviencito? — Hizo sonar la última palabra muy despacio, tanto que rodee mis ojos hacia arriba.

— Yo también pregunto lo mismos. — Intervino Phineas.

Traté de evadir la pregunta fingiendo que debía ir al baño pero Phineas era bueno con las expresiones faciales, enseguida se dió cuenta que no quería hablar sobre Trevor. Les dije que simplemente tenía que hacer otras cosas.  A decir verdad, a pesar de que había pasado unos meses increíbles con mi novio, había algo en él qué me había duda a veces, como si de él se desprendía un aura negro.

Una vez que papá nos dijo que si a todos los ruegos que le habíamos hecho, saltamos de emoción. Mis padres debían irse lo antes posible por sus negocios en casa. Mi gran amigo Phineas se encargó de llamar a un taxi para llevarlos hasta la estación, allí podrían tomar otro trasporte, el bus quizás.  Él y Félix subieron el poco equipaje que ambos trajeron al choche más unas cajas de las diferentes flores que mamá se había enamorado del jardín que Fhineas y su mamá habían planteado afuera.

Bajo Mil Letras De Colores [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora