Princesa de los orcos ababuinados

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Alguien sube las persianas de la habitación y los rayos del sol entran iluminando cada rincón del cuarto. Por una vez en mi vida no grito ni escondo la cabeza bajo la almohada cual avestruz. Me limito a medio abrir los ojos y desperezarme con una enorme sonrisa en la cara. Echo la sábana hacia atrás y sonrío aún más recordando los besos de Daniel. Cuando decido abrir los ojos me encuentro a todas mis amigas mirándome directamente a los ojos desde los alrededores de mi cama. Parecen búhos.

Sonríen maliciosamente.

-Estas enamorada.

-¡No! -protesto. ¿Para qué mentir? ¡Sí! -Bueno, solo un poco.

Todas saltan encima mio haciendo un bocadillo y yo quedo aplastada por lo que ahora me parecen morsas con una capa de una tonelada de grasa bajo la piel. ¡Traidoras! Toda una vida engañada pensando que eran personas...

-¿Cuándo vas a volver a quedar con él? -no lo sabía. Les había contado todo lo que había pasado con detalle. Después de aquellos besos en la ducha ya no nos habíamos vuelto a besar. ¿Me había dado vergüenza? Simplemente me había dedicado a mirarle a esos preciosos ojos café que me volvían loca. Solo sé que quiero volver a besarlo.

-No lo sé. No hemos hablado.

Me levanto de la cama y abro el armario. Uf, que pereza me da vestirme. Cierro el armario. Decidido, hoy iré en pijama. ¿Qué más da? ¡Soy feliz!

Abro la puerta de la habitación y salgo dando saltitos de alegría mientras canto Rude de Magic. Bajo las escaleras brincando mientras Laia me sigue casi pisándome los talones y gritándome que la espere. Ambas acabamos cantando mientras bajamos.

Salimos al exterior y me acerco al borde de la piscina para tocar el agua con la punta de mis dedos. Está perfecta.

-Luego vengo a bañarme. ¿Vendrás, hermosa princesa de los orcos ababuinados? -Sí, esa es mi Laia.

-Claro. ¡Mira, un unicornio rosa! -grita señalándome a otra dirección.

-¿Dónde? -grito emocionada. Después de ver cabras moradas ya me espero todo de este lugar.

Laia me empuja tirándome a la piscina mientras hago una improvisada voltereta. ¡La mato! ¡Voy en pijama!

-¿Para qué esperar más tiempo? -Laia me guiña un ojo y se tira de bomba a la piscina salpicando a todos lados. Aún era temprano como para que hubiera gente tomando el sol. Los adolescentes de hoy en día, que son muy vagos... Obviamente todos, menos yo.

Salimos chipiadas del agua y hacemos un sexy movimiento de cabeza para intentar secar el pelo. Nada, no obtiene resultado.

Mijaíl aparece por detrás de Laia, le rodea la cintura y le planta un beso en la mejilla.

-¿No es muy pronto para que empecéis a ser raras? -pregunta entre risas al vernos.

-Nunca es pronto. -responde Laia juntando sus labios con los de su chico. Su chico; qué bien suena.

-Gracias por la marginación. -digo con el símbolo OK. Esos dos parece que no se van a soltar en la vida. Extiendo la palma de mi mano y hago como si llevase un candelabro en ella. Ya que estoy de sujeta-velas, lo hago como dios manda.

-Mire. -me llama Laia y con un gesto de cabeza me señala hacia atrás.

Daniel está viniendo hacia mí desde lo lejos. Va tan guapo como siempre, o más. ¿Va de hawaiano? ¡Por dios me va a dar un ataque! Lleva una camisa de palmeras y un bañador. Unas sexys gafas de sol Ray-Ban cubren sus ojos y el pelo cae rebelde en su flequillo.

Desde luego éste ya se ha acostumbrado al precioso hotel; se pasea por aquí como Pepe por su casa. Mierda, ya hablo como las abuelas.

¿Qué hago? ¿Me abalanzo sobre el como un rinoceronte? ¿Lo embisto como si fuera un unicornio derrapando y lo lleno de besos? Aseguro que ganas no faltan... Porque, ¿qué es? ¿Mi novio? ¿Mi no-novio? ¿Mi no-novio-solo-besos-en-la-ducha-bajo-la-atenta-mirada-de-una-cabra-morada? ¡Necesito una respuesta! Mientras pienso todas las formas de "matar" a besos a Daniel, simplemente me quedo quieta viéndole venir.

Oh la la ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora