Ya en la cama, no puedo dormir. No dejo de pensar en el chico del helado. Esa sensación que ha causado en mí no es normal. Pero ¡qué más da! Probablemente se lo haya pensado mejor y haya decidido no contactar conmigo. Me deprimo. Además, las locas de mis amigas me han metido en la cama a las diez de la noche. ¡A las diez! Querían acostarse pronto porque mañana se supone que vamos a madrugar para ir a una interesantísima visita guiada (nótese la ironía) por la catedral de Rouen. El hotel se situaba en la "frontera" o como se diga entre París y Rouen, por lo que no pillaba lejos. Me doy un par de vueltas en la cama para ponerme cómoda, cosa que no consigo, y finalmente meto la cabeza debajo de la almohada. Parezco un avestruz. De repente suena un pitido y una pequeña luz que se enciende en la pantalla de mi móvil. ¡Mensaje! Tiro la sábana hacia atrás y me abalanzo sobre la mesilla en la que está mi móvil, pero me doy con los brazos en la mesa y caigo al suelo rodando. ¡Esto me pasa por intentar hacer el delfín!
- ¡Mierda! -chillo. Me he hecho daño.
Laia enciende la luz y ya por si fuera poco el golpe, me deslumbra la bombilla. ¡Parezco un vampiro moribundo! ¡Ayuda! ¡Me derrito!
- ¿Estás bien? -pregunta Laia corriendo hacia mí. Alba y Ariadna ni siquiera se han despertado, duermen como osos hibernando, y Natalia solo abre un ojo y susurra algo que no entiendo antes de volverse a dormir. - ¿Qué intentabas hacer?
-Intentaba ser un delfín.
Laia estalla en una gran carcajada y acaba haciendo la croqueta por el suelo conmigo. Se levanta, apaga la luz y vuelve al suelo conmigo. Yo aún no me siento con ánimo de levantarme, y eso que estoy deseando leer el mensaje. ¡Espero que sea de Daniel!
Laia me mira con una sonrisa pícara y me pasa el IPhone rosa. Abro el mensaje:
De: desconocido
¿Te gustan los aquaparks? Prometo comprarte un helado si no me lo tiras por encima;)
Sonrío perversamente.
- ¿Qué te dice? -repite Laia muy emocionada.
-Ah -intento hacerme la interesante, aunque yo sé muy bien que dentro de treinta segundos se lo contaré como si fuera una paranoica.
- ¿Si te acompaño al restaurante a por un dulce me lo cuentas? -pregunta con una sonrisa más perversa que la mía. No se me había ocurrido, pero ahora que lo pienso, ¡quiero un cupcake!
-Sí -respondo infantilmente, aunque suena más a "zi". -Pero yo bajo en pijama que me da pereza vestirme.
-Yo también bajo en pijama -dice Laia poniendo cara de cobaya.
Me pongo mis pantuflas de rana y contesto rápidamente al móvil.
Para: Daniel
Claro, trato hecho.
No escribo nada más para que no piense que soy una acosadora. En eso Laia es una experta, hace cosa de medio año, se obsesionó con un inglés que conoció en campamentos. Él, en una de sus conversaciones le dijo que vivía a catorce kilómetros de un río. Cuando mi amiga volvió del campamento y tuvo internet, buscó el nombre del río en Google Maps y con el ratón se desplazó catorce kilómetros en la dirección que él le había dicho para ver una foto de su casa. Creo que ésa ha sido la única etapa de su vida en la que me ha dado miedo. ¡Parecía una psicópata! Vale, exagero un poquito demasiado.
Bajamos a la planta calle. ¡Estas escaleras son un dolor! Atravesamos una parte del jardín atrayendo la mirada de algunos adolescentes que nos miran raro debido a nuestra buenísima idea de bajar en pijama. Que miren lo que quieran, a nosotras nos da igual. Lo diré una y otra vez: ¡Viva la originalidad!
Llegamos al comedor y me dirijo a la zona de los dulces. Cojo dos cupcakes de chocolate y vainilla y me sirvo un vaso de leche con Cola Cao. Laia coge un trozo de tarta de tres chocolates y un flan de pinta exquisita, y vamos a sentarnos. El comedor está repleto de gente, no hay ninguna mesa libre. ¡Mierda! Ahora nos tocará compartirla con alguien que seguro nos mira raro por ir en pijama. ¡Y mis amigas en la cama! Lo que hay que ver...
Diviso al fondo una mesa en la que solo hay dos personas, una chica y un chico, ambos rubios. Me dirijo hacia allí, me parece que se les agotó el momento íntimo. Una lástima.
-Perdonad chicos, ¿podemos sentarnos? No hay ninguna mesa libre. -Laia habla educadamente tapándose lo más que puede el pijama con la bandeja.
-Claro -responde el chico con una gran sonrisa. La chica de al lado también sonríe. Ambos son bastante guapos, rubios de ojos azules. Ahora que me fijo, se parecen. Igual son hermanos. -Soy Mijaíl Petrov, ella es mi hermana Lena Petrova. -Sonríe de medio lado.
Espera, ¿qué? Esa sonrisa siniestra me lo acaba de declarar todo, ¡son de la mafia rusa! ¡Fijo! ¡Huyamos! No espera, mejor disimularé. Me froto la barbilla pensativa y digo la única palabra que sé decir en ruso.
-Kartoshka
Los hermanos se miran y estallan en una gran carcajada. ¿Se ríen de mí? Hago un puchero. Vale, sé que lo que acabo de decir no tiene ningún sentido, ya que "kartoshka" significa patata, pero jo, yo que intentaba hacerme amigos rusos mafiosos.
-Soy Laia, ella es Mireia, es...rara -dice girando la cabeza de medio lado y agrandando mucho los ojos. ¡Parece una cabra! La miro de reojo y veo que está "inspeccionando" a Mijaíl. Es muy alto, delgado pero fuerte, y piel morena. Yo, para disimular la violación que Laia le está haciendo al pobre chico (la verdad es que no se nota tanto, solo lo sé yo, ya que la conozco de toda la vida, pero como tampoco tengo nada mejor que hacer...), miro directamente a Lena. Es igual que su hermano, pero en chica. Esos seguro que son un par de rompecorazones. Lena se da cuenta de que la observo y aparta la mirada inquieta.
-Perdona, es que me suenas mucho -miento. ¡No le iba a decir que le observaba porque no tenía nada mejor que hacer! Dicho esto, le quito el papel a mi hermoso cupcake y me meto medio a la boca. Laia, mucho más educada, corta con los cubiertos un trozo de tarta y se lo mete a la boca. Veo que Mijaíl la observa. ¡Ah no no! Si quiere acercarse a mi pequeña tendré que hacerle un cuestionario. Ya me pensaré las preguntas.
Oigo que hablan de sus actividades favoritas y otras cosas mientras yo me enamoro de los deliciosos dulces que me como. De vez en cuando aporto interesantísimos comentarios a la conversación.
- ¿Y tú Mire, que te gusta hacer en tu tiempo libre? -pregunta Lena. Es muy dulce, dan ganas de pellizcarle los mofletes. ¡Es adorable! Nada que ver con la mafia rusa...
-Estoy creando un ejército de sumisos para que cuando llegue el apocalipsis podamos huir a Marte.
Los hermanos vuelven a mirarme raro, aunque creo que en parte ya se van acostumbrando a mí. Me encojo de hombros. Luego ríen. Veis, si es que yo sé divertir a la gente. Tendría que hacerme payasa. Nah, aspiro a algo mejor. En realidad, quiero ser astrofísica, me gusta todo lo que tenga que ver con el universo, galaxias y cosas raras que haya en sitios a los que jamás nadie ha llegado.
Hablamos durante otra media hora más hasta que los rusos se despiden. Al parecer van a hacer mañana también la visita guiada y quieren dormir. Laia y yo recogemos nuestras bandejas en un sitio donde se apilan y volvemos a la habitación.
No he recibido ningún otro mensaje, igual se ha echado atrás con lo del aquapark. Aun así, a partir de ahora en vez de ponerme ropa interior, me pondré un bikini, no vaya a ser que se le ocurra venir a por mí (dijo que conocía el hotel) y yo esté sin preparar. Lo sé, parezco una idiota enamorada pensando cosas que no tienen ni pies ni cabeza, pero uno: no estoy enamorada, dos: no lo estaré, y tres: hay que ponerle un poco de emoción al verano, ¿no?
¡Hola hola! Traigo una novedad, y es que aquellos a los que os guste ver el "reparto" de los personajes, he hecho algo parecido. No voy a escribirlo al final de cada capítulo (donde corresponde la sección) pero al final del libro encontraréis un capítulo llamado "Personajes". Allí he puesto algunas imágenes de todos los personajes importantes de toda la historia.
En caso de que te guste ir a tu bola e imaginarte tus propios personajes, pasa de este comentario y sé feliz como una perdiz:)¡Un saludo!
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Oh la la Paris
Teen FictionMireia y Laia son mejores amigas, y ¡por fín pueden pasar el verano juntas en París! Pero ninguna puede imaginarse lo que les espera en la ciudad del amor... Ya sé lo que estás pensando, pero ¿y si ésta no es una historia como las demás? Una novela...