John

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Estoy realmente nerviosa cuando toco al timbre de su casa. Bendito trabajo de biología.

Aunque llevo un mes saliendo con John, nunca hemos estado solos. Me refiero, en su casa o en la mía sin que estén nuestros padres. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Es mi novio, confío en él, y no va a pasar nada fuera de lo normal.

Odio a mis amigas que me han metido ideas raras en la cabeza...se piensan que John es un acosador barra violador con ideas perversas en la cabeza. A ellas sí que les vendría bien un par de sesiones en el psiquiátrico. (Ante todo, las amo)

-Hola. -John abre la puerta y me estira de la mano hacia adentro. Cierra la puerta y me besa con una pasión que jamás antes había demostrado.

Sonrío.

-Tengo solo dos horas para hacer el trabajo, vienen mis primos y vamos a ir a cenar en familia. -digo alisándome la camiseta.

-Vamos a mi cuarto.

Le sigo por el ancho pasillo. Doblamos a la derecha y John abre la puerta de su habitación.

Automáticamente me siento en una silla con ruedas y despliego todos los apuntes por la mesa. John se sienta a mi lado.
-Tenemos que llenar ocho carillas con la síntesis de proteínas. -digo evitando reír. ¡Me importan un carajo las proteínas! Ya tenía asumido que nunca pasaría del siete en biología. -John, -lo llamo confusa. -¿qué tal si dejas de mirarme así y empezamos con el trabajo? -parecía una cigala mirándome.

-Eres muy guapa.

Me ruborizo.

-Gra...-John me interrumpe con un beso. Mis labios se amoldan a los suyos. John entreabre la boca y deja pasar su lengua con fuerza. Paso los brazos por su cuello e intento suavizar el beso, pero él sigue insistiendo.

-John...

John me levanta de la silla obligándome a rodear su cintura con mis piernas y me tumba sobre la cama, quedando él encima mío.

-John, no...

El chico comienza a besarme el cuello recorriendo con sus manos el contorno de mi cuerpo. ¿Pero qué hace! Me siento muy incómoda, pero no me deja levantarme; cada vez que lo intento hace fuerza sobre mí.
Sus manos acarician mi vientre y suben hasta el contorno del sujetador. Intento incorporarme pero John me empuja con violencia contra la cama y hace ademán de quitarme la camiseta.

-¡John! -grito tan fuerte que se asusta.

Aprovecho el momento para escurrirme por debajo de él y salir de la cama. Sin pensarlo corro hasta la puerta de entrada.

-¡Mireia! ¡Vuelve aquí! -grita enfadado.

Si vuelvo lo mato, jurado. Cierro la puerta de un portazo sin importarme todos los libros y apuntes que me he dejado dentro. Solo me apetece correr; correr cada vez más rápido sin rumbo alguno mientras las lágrimas caen por mis mejillas.
Bajo las escaleras a toda prisa hasta llegar a la planta calle y echo a correr por la acera. Corriendo descargo mi furia. La gente que pasa por la calle me observa, pero a mí ellos me dan igual.

Gotas saladas comienzan a resbalarse por mis mejillas mientras corro, y el viento se las lleva.

Llego hasta un parque que desconozco por completo y paro de correr. Me estoy muriendo. Si sigo corriendo acabaré echando el hígado por la boca. Me tumbo en el césped cuando oigo mi móvil sonar. No contesto. ¿A él? Nunca más. Juro, juro por lo que sea que no volveré a creer en el amor.

Flashback a su relación con John. Necesitaba escribir este corto capítulo para que se entendiera por qué Mireia tenía miedo.
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Oh la la ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora