-¡Cuéntamelo todo! -grito como una posesa. Aunque...¿de verdad quería saberlo?
-Nada, simplemente...
La miro con cara acosadora.
-¿Simplemente...?
-Eso. -dice Laia haciendo una media sonrisa.
-¿QUÉ ES ESO?
-¡ERES LA PERSONA MÁS INOCENTE QUE CONOZCO!
-SIGO SIN SABER QUÉ NARICES ES "ESO".
-LO HICIMOS, ¿VALE? ¡NO ME JUZGES!
Me quedé en estado de shock. Decía que se había cometido un acto sexual en mi habitación pero realmente pensaba que la opción correcta era la de los extraterrestres, la de el tío buenorro rasgándose la camiseta para curar sus heridas o como última opción la del calor.
-No te voy a juzgar. -digo totalmente en serio mientras la abrazo. -Estoy muy feliz de que estés bien con Mijaíl.
Laia me sonríe triste y sé qué es lo que viene a continuación.
-¿Y...Daniel? -pregunta tímida.
-Nada. Lo tengo totalmente superado y olvidado.
Mentira.
Laia me mira con esa mirada tierna que recuerda a la de una madre.
-¿Y ese pivón con el que bailabas el otro día? El rubio.
-¿Gabri?
-¿Gabri? No, ese no era Gabri.
-Ah, entonces hablas del chico que llevo buscando dos días. En cuanto le toqué desapareció de la sala, y fui en su busca por los jardines pero nada. Lo llevo buscando desde entonces pero no lo he visto por aquí.
-Hay muchos rubios, Mireia.
-Pero no son él.
-Estoy segura de que no te ha dado tiempo a mirarlos a todos, o quizá no te fijaste bien.
-Me fijé bien. Esos ojos...yo lo he visto antes. ¿Igual de Zaragoza? Pero sería mucha casualidad. A demás, ¿por qué se fue así sin avisar?
-Igual se tomaba muy en serio que no podíais tocaros aunque solo fuera un simple roce.
-Laia, eso...es absurdo. ¿No?
-Pues ya me dirás tú.
-Igual es un vampiro.
-Claro que sí, Mireia, un aplauso para tí.
-¿Un asesino tal vez?
-Atención señores, Sherlock Holmes ha vuelto reencarnado en una adolescente de dieciséis años.
-Eh, casi diecisiete.
-Cierto -Laia ríe. -no se me olvida.
-Hoy hay barbacoa para la cena, en la piscina.
-¿EN SERIO? -Laia salta a mis brazos y comienza a besarme toda la cara como si fuera su diosa.
-Tranquilaaaa...
-Sabes que adoro la carne. El entrecot, las costillas; lo que sea. Soy capaz de devorarlo.
-Lo sé, lo sé, ¿debo recordarte que un día me mordiste el brazo? -río al recordarlo, pero en su día me causó un trauma. Pensé que mi mejor amiga era canival.
-¿Se puede pasar? -pregunta Gabriel asomando la cabeza por la puerta de nuestra habitación.
-Claro, pasa. -le invita Laia.
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Oh la la Paris
Teen FictionMireia y Laia son mejores amigas, y ¡por fín pueden pasar el verano juntas en París! Pero ninguna puede imaginarse lo que les espera en la ciudad del amor... Ya sé lo que estás pensando, pero ¿y si ésta no es una historia como las demás? Una novela...