La luz se abre paso entre la oscuridad. La sala va cobrando color y sentido. Me enderezco un poco y me llevo una mano a la cabeza y otra a la espalda. Auch, me duele mucho.
Miro a mi alrededor y veo unas paredes blancas y una mesilla. A mi lado hay dos sillones y dos personas duermen; una chica y un chico. Ella se apoya sobre su hombro y...ronca. ¡Joder si ronca! ¡Parece que es un cerdo! Río suavemente en el momento que los dos se despiertan.
-¡Mire! -Laia se abalanza sobre mí y me espachurra entre sus brazos. -Voy a matar a ese demonio, ¿estás bien? ¿quieres comer? Llevas un día sin comer. Mírate, te vas a quedar en los huesos y ya no podré llevarte a la bruja de Hansel y Gretel para que te cocine y te coma.
-Laia, estoy bien -digo sonriendo. Mentira, me duele todo. -y no tengo hambre.
Laia abre los ojos como platos y la boca. Acabará por entrarle una mosca. Miro detrás de ella y veo a Daniel con los ojos llorosos que me sonríe tiernamente. Laia, que se da cuenta, me acaricia suavemente la cabeza, me planta un beso en la mejilla y sale de la habitación.
-Lo siento. -me dice levantándose del sillón y sentándose en la cama pero sin tocarme. Lo único que quería era que me besase, que me abrazara fuerte y nome soltase, pero sabía que no era lo correcto.
-Gracias. -digo intentando sinreír, pero parece más una mueca. A Daniel se le escapa alguna lágrima. -Gracias por todo.
-¡No! -grita furioso. -Debí llegar antes, tuve que impedirlo desde un principio.
-Tú no tienes la culpa de nada.
-Sí...
-¡Claro que no! -digo alzándome más hasta tocar su mejilla. Él se relaja y deja caer sus brazos sobre las piernas.
Un pitido suena de mi móvil. Abro el mensaje.
De: desconocido
Imagen
Aléjate de él si no quieres que todos la vean. Sería una pena que tus padres pensaran que su niñita está haciendo cosas malas.Descargo la foto, grave error. Vuelven a rodar lágrimas por mi mejilla. Aunque tenga la prueba del mensaje, nunca podría afirmar que no pasó nada y que si hubiera pasado algo, habría sido contra mi voluntad.
Daniel me mira y luego golpea el colchon con el puño.
-Las va a pagar. -dice apretando la mandíbula.
Niego con la cabeza. Él siempre sale ganando.
-Quiero estar contigo. -digo segura de mi misma. Pero no puedo dejar que mis padres crean algo que no es cierto sobre mí.
-No te puedo hacer eso. -dice Daniel. Sus ojos están húmedos. -Lo siento. Te quiero. -me besa la mejilla y sale de la habitación dejándome sola.
¿Y ahora? ¿Qué hago yo ahora? No pienso darme por vencida. Me levanto de la cama y voy al baño de lo habitación del hospital. Espera, ¿hospital? Esto no es la enfermería del hotel.
Me miro en el espejo. ¡Santo cielo! Me toco la mejilla morada y el labio partido. ¡PAREZCO UN PITUFO!
-Tranquila que estás muy guapa.
-¡AAAAH! -me sobresalto, cojo un cepillo de dientes que había y lo uso a modo de espada. ¿Quién narices me habla! ¡Estoy loca! Estoy teniendo alucinaciones...
-Estoy aquí. -una mano se asoma por la puerta y al segundo aparece Alba. -Veo que estás igual que siempre. -dice medio riéndose y luego me abraza fuertemente. Por detrás aparecen Nat, Ari y Laia y se unen al abrazo. Todas tienen los ojos enrrojecidos. Jo, ahora me dan pena ellas a mí.
-Os quiero. -digo lanzándoles besos a todas.
-Vamos a rebanarle los huevos a ese tío y los rellenamos de jamón. -dice Alba juntando las puntas de los dedos en un gesto maligno.
-¡Me apunto! -grita Ariadna. La miro perpleja. Ari es tan dulce como un caramelo, cuesta imaginársela pegando una paliza a alguien. -Sé lo que estás pensando. -me señala con un dedo. -Pero por ti lo hago, eso y mucho más.
El medico dice que ya puedes volver al hotel, me ha dado ésto para la espalda -dice levantando una de las muchas cremas que Natalia abraza para que no se le caigan. -y estas para la cara y la cabeza y unas pastillas.
-Joder, ahora pareceré una abuela. -ellas ríen. Sí, supongo que lo que hay que hacer en estos casos es reírse, porque no vale la pena llorar.
****
Toc toc.
No-habro-ni-de-coña. Tengo ya malas experiencias con abrir la puerta.
Alba se levanta y la abre.
-¡NOOOOOO! -grito a todo pulmón y luego me callo.
-Hey, ¿qué tal? -Gabriel entra en la habitación con un ramo de flores y un osito de peluche. Hago una mueca. -Lo siento.
Alba me hace un gesto y se mete al baño para darnos intimidad. No se va del cuarto no vaya a ser que a éste también le dé por intentar violarme; al fin y al cabo él lo condujo hasta mí.
Gabriel se sienta en el borde de mi cama y deja el ramo de flores en la mesilla de al lado.
-¡Que no estoy enferma! -me cruzo de brazos.
-Lo sé. -me dice Gabri haciendo un amago de sonrisa. -Quería disculparme...yo...no sabía quién era John, pensaba que era un desconocido para todos y...conmigo fue muy majo, pensaba que éramos amigos y que... -suspira. -lo siento mucho.
-¿C-como sabes lo de John? -a ver, no me sorprendía, pero pensaba que John le habría comido la cabeza.
-Tu nov...Daniel ha vino ayer a hablar conmigo. -¿Ayer? -Vino a hablar conmigo después de despedirse de ti.
-Espera, ¿despedirse? ¿No nos vamos a ver más? ¡No se va a librar tan fácilmente de mí! ¡Sé dónde vive! ¡Voy a acosarle! -grito como una loca, lo que provoca que Alba se asome para comprobar que todo está bien.
-Eh, escucha. -dice Gabriel limpiándome una de las lágrimas. -Me dijo que era lo mejor para ti. John se ha ganado la confianza de tus padres y ellos jamás creerán que te obligó.
-Ellos me creerán. -digo haciendo un puchero.
-En la foto...no lo parece.
Apreto la mandíbula y frunzo el ceño. El chico me abraza con fuerza y yo me dejo envolver en sus brazos.
-No voy a permitir que John te haga nada.
Se hace el silencio.
-Gracias. -digo tras un largo rato.
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Oh la la Paris
Teen FictionMireia y Laia son mejores amigas, y ¡por fín pueden pasar el verano juntas en París! Pero ninguna puede imaginarse lo que les espera en la ciudad del amor... Ya sé lo que estás pensando, pero ¿y si ésta no es una historia como las demás? Una novela...