-Como se puede apreciar, la parte más antigua de la catedral es de estilo gótico... -bla bla bla. ¿Cuándo se acaba esto! El hombre ese de la visita lleva como dos horas hablando y encima ¡solo son las diez y media de la mañana! Eso me pone de muy mal humor, me han hecho levantarme a las ocho. ¿Tanto les gusta madrugar a los franceses? Alba está realmente interesada en lo que cuenta el hombre, a ella siempre le ha gustado lo relacionado con el arte. Por su parte, Ariadna mira la capilla principal (he de decir que es lo más bonito de la catedral), Natalia y Carlos hacen que atienden al guía, pero creo que están hablando del corto que rodaron. Al final, anoche no pudieron poner las grabaciones porque hubo un "fallo técnico", o así lo llamaron. Gabriel, Laia, Javi, Mijaíl y Lena están formando un círculo y hablando de sus cosas, y yo estoy dando vueltas a la catedral; cuando acabo una vuelta, comienzo la siguiente. ¡Me aburro! Si el grupo del guía fuésemos únicamente nosotros hasta me daría pena, pero las otras 30 personas que lo integran prestan atención.
Voy a empezar la séptima vuelta cuando de repente suena un pitido de mi móvil.
- ¡He dicho que apaguen los móviles! -grita el cascarrabias del guía interrumpiéndose a sí mismo. Luego continua con la aburrida clase de historia.
Salgo fuera de la iglesia. Hace demasiado calor aquí fuera, pero quiero leer el mensaje. Al ver de quién es me pongo nerviosa.
De: Daniel
¿Qué te parece si te paso a buscar en veinte minutos? Lo prometido es deuda:)
Sonrío de nuevo como una idiota. ¿Cómo puede ser? ¡No le conozco! Tecleo a toda velocidad en mi teléfono.
Para: Daniel
Estoy en la catedral de Rouen. Aquí te espero:)
Vuelvo adentro, pero esta vez con una enorme sonrisa. ¡Menos mal que decidí ponerme el bikini! Esta vez elegí uno blanco cuya parte de arriba me rodea los hombros. Me vestí con una faldita blanca con puntos rosas y una camiseta ajustada rosa de tirantes con unos brillantitos en la zona del pecho. Al entrar me tuve que volver a enrollar en una tela marrón por motivos de yo que sé qué. Así íbamos todos los visitantes. Absurdo.
Debería decirles que en poco tiempo desapareceré con un desconocido durante toda la ¿mañana? ¿día? Pero sabía que no me dejarían y de un modo u otro me detendrían, así que decido no hacerlo. Les mandaré un mensaje cuando ya me haya ido, así no podrán detenerme. Sonrío satisfecha por idear mi plan de "huida". ¡Mucho mejor ir al aquapark que todo el día visitando iglesias!
Espero impaciente una respuesta de Daniel diciendo algo así como "voy" para confirmar que venía hasta la catedral. ¿Iremos en transporte público? ¿Tendrá coche? Tiene dieciocho años así que la edad para conducir legalmente la tiene. ¡Me estoy muriendo de los nervios! Otro pitido suena de mi móvil avisándome de que tengo un nuevo mensaje. ¡Síííí!
De: Daniel
Estoy en la puerta.
El hombre-guía-cascarrabias vuelve a interrumpirse y se gira para mirarme con la peor cara de asco con la que me hayan mirado jamás. En otro caso me hubiera avergonzado y agachado la cabeza, pero esta vez tiro la tela marrón que me rodeaba y salgo a paso ligero de la iglesia. Junto a la puerta alguien desde atrás me agarra la muñeca bruscamente.
- ¿A dónde vas? -pregunta un Gabriel enfadado. ¿Qué le pasa? ¿Qué le he hecho yo ahora?
-A tomar el aire -digo bruscamente soltándome. ¿Quién se ha creído que es? ¡Ni que fuera mi padre!
Salgo por la puerta nerviosa, aunque aparentando tranquilidad. Podría dedicarme a esto del teatro. Veo a Daniel acercándose hacia mí con una enorme sonrisa.
-Buenos días. -me da dos besos.
-Buenos días -digo mientras me recorre un escalofrío.
- ¿Nos vamos? -dice sonriendo, se le ha formado un hoyuelo, ¡ahora sí que me lo como!
-Claro -me tiende un casco. Espera. ¿Un casco? Nos dirigimos hacia una moto. ¿UNA MOTO! No no no no no no no ¡no me subiré a una moto! Les tengo pánico, realmente no me subiré a esa cosa. Dani se monta en la moto y me hace un gesto para que me ponga el casco y haga lo mismo. Yo me quedo ahí parada. Si le digo que me dan miedo las motos se reirá de mí. ¡Tierra trágame!
- ¿Qué te pasa? ¿Nunca has montado en una moto? -niego con la cabeza y trago saliva. -Tranquila, no pasa nada, yo al principio les tenía miedo; de pequeño juré que jamás me montaría en una de ellas, y ya ves -dice señalando su moto. He de decir que es bonita, una Kawasaki ninja 300 por lo que pone en diferentes partes de la moto (que no sé cómo se llaman), y adoro el color, es un verde manzana, aunque un poco más oscuro y fosforito, pero eso no quita que me dé miedo. ¿Qué hago? En ese momento veo que Ariadna y Natalia, seguidas por Gabriel, salen a todo correr de la iglesia. ¡Mierda! ¡Como me pillen no salgo viva!
- ¡Mireia!
Me pongo el casco a todo correr ante la mirada desconcierta de Daniel. Me subo a la moto (como puedo, ese bicho es enorme, más que un bicho, un monstruo) y le grito que arranque. Él, sin saber qué pasa hace lo que le pido. Me agarro fuertemente (y cuando digo fuertemente, es como si fuese el único superviviente en la Tierra) a su cintura, por lo que él ríe delicadamente. Noto su abdomen fuerte bajo mis brazos, pero en este momento prefiero sobrevivir a desmayarme por sus abdominales. Creo que le voy a espachurrar.
-Luego me tendrás que explicar todo esto -dice en tono de hermano mayor. Yo asiento, aunque no pueda verme y me muerdo el labio inferior con fuerza. Me giro una última vez hacia mis amigos aún presa del pánico de estar sobre una moto y me repito que todo saldrá bien.
- ¿Eres un acosador degenerado? -pregunto lo más seria que puedo a Daniel. Él se gira despacito hacia mí y ríe. ¡Que no se gire que nos la hostiamos!
-No -responde mirándome con esos ojos oscuros que rebosan vida. ¿Qué hago? ¿Me desmayo?
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Oh la la Paris
Teen FictionMireia y Laia son mejores amigas, y ¡por fín pueden pasar el verano juntas en París! Pero ninguna puede imaginarse lo que les espera en la ciudad del amor... Ya sé lo que estás pensando, pero ¿y si ésta no es una historia como las demás? Una novela...