¡Atrás, engendro del mal!

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Alguien me toca el hombro por detrás y me giro temblorosa.

-Mireia, quiero presentarte a alguien. -dice Gabriel. Daniel me separa de entro sus brazos pero sigue cogiéndome la mano.

Mis ojos chocan con los de John y este sonríe. A mí me recorre un escalofrío por todo el cuerpo. Lo ignoro, hago como si no le conociera.

-John, Mireia, Mireia, John. -dice Gabri con una enorme sonrisa. Obviamente, no sabe que ya nos conocemos. John se acerca a mí para darme dos besos y yo me aparto mientras aprieto suavemente la mano de Daniel.

-¿De qué os conocéis? -pregunto tajante. Gabriel muestra una expresión de sorpresa.

-Es un colega, le conocí hace tres días en París. -contesta Gabri dándole una palmada en el hombro.

John se queda observando mi cara, recorriendo con su mirada cada milímetro de mi piel. Yo comienzo a temblar, y Daniel me acaricia suavemente los brazos.

-Soy Daniel. -se presenta extendiéndo una mano. Hasta entonces le habían ignorado bastante. Sé que a Gabriel no le cae muy bien, pero no tiene que ser descortés con él.

-Un placer. -John le estrecha la mano con simpatía. Mentira, con falsa simpatía.

Cojo a Daniel de la mano y le tiró para que nos alejemos dejando a los chicos con la palabra en la boca. Sigo sin creerme qué narices hace él aquí, y me da que no es simple coincidencia.

Después de lo que pasó en su casa, cada vez que nos encontrábamos en el colegio le evitaba. Por supuesto nunca más volví a verle fuera de él e ignoraba sus llamadas.

Sigo empujando a Daniel fuera del cuarto de mi amigo y cierro la puerta detrás de mí. Luego suelto a Daniel y echo a correr. Corro lo más rápido que puedo por el pasillo y bajo las escaleras de dos en dos, o de tres en tres, solo corro, como cuando corrí pera huir de él hace meses.

-¡Espera! -grita Daniel aumentando su velocidad para alcanzarme.

Bajo los seis pisos y sigo corriendo hasta el borde de la piscina. Me siento en el bordillo y cruzo las rodillas a la altura del pecho; los ojos se me humedecen.

Daniel se sienta a mi lado y me rodea los hombros con sus brazos. Por primera vez lo siento como si fuera una estufa en medio de mi polo norte; él me da el calor que necesito.

-¿Puedes decirme qué ha pasado? -pregunta relajado. Sé que no me va a obligar a contárselo si no quiero, pero no estoy segura de querer callármelo.

-Conozco a John. -Daniel abre los ojos como platos.

-¿No llevas ni tres semanas aquí y ya conoces a todo París? -pregunta el chico con una amplia sonrisa. Me hace sonreír.

-No. -contesto con una leve risa. -Le conozco de España, él va a mi instituto.

-¿Enserio? Que casualidad.

-No es casualidad. -contesto negando con la cabeza. Daniel se separa un poco de mí pero sigue acariciándome los brazos. -Es mi exnovio.

Daniel se para en seco un segundo, pero en seguida vuelve a reaccionar.

-¿Sientes algo por él? -pregunta con la cabeza gacha. Luego me mira diréctamente a los ojos.

-¡No! -grito. Puaj, que asco. -Verás, no tuve una buena experiencia con él. Sé que era su novia y que no soy tan pequeña, pero intentó forzarme. Él quería hacerlo...y yo no estaba preparada.

A Daniel se le hincha la vena del cuello. Sé que está enfadado, y que intenta no reflejarlo.

-¿Te hizo daño? Físicamente.

Oh la la ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora