°Marcando territorio°

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Los rayos del sol atravesaban las cortinas dando con la cara plácidamente dormida del Omega. Arrugó el entrecejo moviéndose incómodo, el calor que daba en su rostro no lo dejaba seguir descansando. Comenzó ha removerse y dar vueltas, sin percatarse llegó a la orilla de la cama y, se cayó llevándose la sábana con él. Se quejó por el dolor que le provocó caer de trasero al suelo. Gracias a Dios no fue nada, solo un golpe.

Jarvis que iba a despertarle entro encontrándolo en el suelo sobándose la cadera con una mueca, y rodeado de la sábana blanca. Carraspeó llamando su atención.

—Buenos días joven Rogers, lamento interrumpir pero sus padres le han dejado un mensaje.

Steve respingo por el susto, lo miro apenado por como lo encontró el mayordomo.

—Buenos días Jarv no hay problema, ¿Qué te dijeron?

—Tiene que ir a la compañía señor.

—¿Y eso hace cuanto fue?—preguntó temiendo la respuesta.

—Hace una hora, joven—sonrió viendo la cara de pánico del rubio.

—¿¡Que!?, ¡No puede ser ya me tengo que ir!—rápidamente se puso de pie, tomo la tela lanzándola en la cama y busco su ropa que no estaba por ningún lado.

—En el baño joven Steven—señaló la puerta en la habitación. Steve asintió y corrió literalmente hasta el sitio indicado, ahí hallo las prendas perfectamente dobladas sobre una silla alta de la cual agarro la camisa para comenzar a desvestirse, y ponerse esa.

—¿¡Por qué no me despertaste Jarvis!?—se atrevió a preguntar con premura.

—Sobre eso joven... Se veía tan cómodo que no quise molestarlo. Me disculpo nuevamente.

—Oh no hay problema, pero de todas formas debiste hacerlo compañero, cuando ellos me necesitan es porque de verdad es algo importante—con la ropa limpia gracias a Jarvis, salió cuando estuvo completamente vestido.—Vamos—el mayor lo siguió fuera de la habitación. Bajaron las escaleras hasta la sala donde se encontraban María y sus dos retoños desayunando.

—¡Buenos días!—saludo apurado.

—Buenos días para ti también Steve querido, ven acompáñanos a comer—la mujer lo recibió y le pellizco una mejilla con una sonrisa maternal, debía admitirlo, su suegra olía muy rico, a almendras.

Gracias a Dios sus pómulos ya no dolían como ayer porque sino ese pellizco hubiera dolido como mil agujas clavándose en su piel. Y no está exagerando.

—Lamento tener que declinar la oferta señora María.

—¿Por qué Stevie?—preguntó la mujer con un puchero, quería que su yerno comiera con ellos.

Arno y Tony concentraron sus miradas en el Omega.

—Tengo que estar en la empresa y ya es tarde, precisamente una hora y media tarde, por eso no podré quedarme.

—Bueno—soltó afligida.—¿Pero seguro te irás sin comer?

—No se preocupe lo haré allá—sonrió para tranquilizar a la dama. Eso hubiera sido maravilloso, pero tenía mucha prisa.

—Yo te llevaré—Anthony se levantó de la mesa y se acerco al rubio dándole un casto beso en los labios.

—No Tony, no tienes por qué molestarte, estaré bien si hoy tomo un taxi—aún con las mejillas encendidas por la muestra de afecto pública, y porque no, un poquito de emoción en la panza, se negó al ofrecimiento del más bajo. No quería importunarlo con sus cosas.

—Insisto, ningún Omega Stark sale de aquí solo, ¡Además! No me gusta ese medio de transporte, es muy inseguro para un chico tan lindo como tú.

—Pero—quiso refutar, pero fue interrumpido por el otro hombre que avanzó hasta estar a la par del menor.

—Estoy de acuerdo con Edward por esta ocasión, no me fío de los taxistas. Así que mejor los dos iremos contigo, tenemos que ir a otro lugar así que de paso podemos dejarte al pie de la empresa sin problemas cariñito. No es inconveniente.

Ante eso cerro los ojos, y esbozo una brillante sonrisa. Estos hombres eran tan tercos como un par de mulas.

—Ah, está bien—no le quedaba de otra así que terminó aceptando por el bien de sus oídos, no quería una larga e interminable charla sobre la seguridad y quién sabe que más. Luego entrecerró los ojos cuando contempló mejor al reducido grupo, alguien no estaba. Corrección, dos personas.—El señor Stark y Greg, ¿Donde están?

—Atendiendo asuntos de la compañía.

—Oh, okey.

Finalmente salieron de la mansión Stark, no sin antes despedirse cariñosamente de María y Jarvis, prometiéndoles que pronto volvería para comer con ellos.

Tony condujo hacia “Rogers Cosmethic,” en el camino no hablaron sobre lo sucedido el día anterior. Ninguno de los dos castaños quiso tocar el tema, en cambio se dedicaron a reír con su angel y a mimarlo como si fuese lo único en el mundo. Steve por su parte lo agradecía un montón, se le hacía incómodo hasta recordarlo.

Llegaron al edificio de la familia Rogers, no era más grande que industrias Stark pero si más hermoso.

—Y aquí estamos.

—Gracias por traerme chicos, son un amor.

Tony estacionó el coche y antes de que el ojiazul saliera y diera un paso afuera se encargaron de impregnarlo con sus feromonas y besos melosos para que los de afuera, y sobre todo los de su casta, supieran que el Omega ya no estaba disponible para más nadie que solo ellos. Además de que se enterasen de que son muy territoriales

Para estos hermanos, y aunque sonara mal, Steven Rogers es solo de ellos. A medida que la convivencia aumentaba ese sentimiento de pertenencia también, logrando con esto que aprendieran aquello llamado “compartir”.

En este caso y por obligación, solamente al rubio.



Sé que cosmético en inglés es "cosmetic" pero yo quise agregarle una "h"

𝓣𝓻𝓮𝓼 𝓐𝓵𝓯𝓪𝓼 𝔂 𝓾𝓷 𝓞𝓶𝓮𝓰𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora