°El traje ideal°

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4 meses después...


—Oh no, no tengo idea de que ponerme...

Sentado en la cama agarró su cabeza sintiendo la frustración llegar a la misma. No hallaba qué diablos colocarse ya que nada le parecía satisfactorio. Tiene trajes por montones sinceramente pero ninguno le convencía para la ocasión, deseaba impresionar a los chicos, verse hermoso. Pero después de tanto batallar no le quedó de otra que llamar a la única persona que podía salvarlo en esta situación según él, tan trágica.

—“Steve ¿Que pasa?”—respondió la voz femenina al otro lado de la línea.

—¡Nat! Gracias a Dios por atender. Te necesito, código rojo, código azul, código verde lo que sea. ¡Ayúdame!—y colgó.

La pelirroja quedó extrañada por la voz preocupada del rubio, inclusive se quedó largos minutos contemplando su celular esperando que algo ocurriese, pero sin más un tanto apresurada se vistió con un pantalón negro de cuerina y una camiseta de igual color junto a sus botas de cuero preferidas y sin más; fue hasta la casa de su amigo en el auto.

Llegó.

María la sirvienta de los Rogers la recibió y le indico que Steve estaba en su habitación. Subió las escaleras y entro sin tocar, gracioso o no se encontró con la cama repleta de ropa, el armario casi vacío y más de esas prendas caras en el suelo. El Omega estaba encima de esa montaña con el antebrazo cubriendo sus ojos.

—Romanoff finalmente...—musitó débil.—Necesito que me ayudes.

—Qué te ocurre ahora, ¿Eh?—sonrió y se encamino hasta la posición del muchacho sentándose a su lado en el colchón.—¿Que es todo esto?

—Los Stark harán una fiesta para presentarme como su Omega ante la sociedad y para saberse nuevos jefes de la compañía...

—Ah sí, ya me llegó la invitación de–

—Déjame continuar Natasha—ella entornó los ojos por la abrupta interrupción.—Y bueno no encuentro qué ponerme.

—Steven, tienes un montón de trajes y ropa formal—se burlo señalando lo mencionado.—No entiendo.

A veces el Omega llegaba a ser terriblemente extremista con temas de ese estilo.

—No soy ciego mujer, ¡Lo sé! Pero nada me gusta y quiero verme fantástico, que contemplen al nuevo y único Omega de esos hermanos.

—Ya, no sabía que eras así de territorial—alzó ambas cejas dándole un golpecito con el dedo en el pecho.

—Ay—rió por el suave toque.—Si, desde que los conocí no sabía esa faceta mía, solo, no quiero que nadie me los quite.

—Por supuesto, aunque no lo creo posible—rodó los ojos, era obvio que siendo destinados nadie podría entrometerse entre ellos, y menos si se trataba de tres individuos.—¡Bueno!—canturreó levantándose del colchón.—Solo hay una solución y es, ir de compras.

—¡Claro!, me parece genial conozco una tienda excelente, es de una amiga—también se levantó sonriente.

—En marcha entonces.

°°°

El local quedaba casi cerca de su compañía, Natasha y Steve fueron en la motocicleta de este, pudieron ir en el carro de la Alfa pero querían sentir un poco de aire chocando contra sus rostros.

Tan pronto como llegaron se bajaron de la Harley cuando la estacionó fuera del establecimiento en la acera, procurando que no fuera un sitio donde le pusieran una multa. Estando muy seguros de todo finalmente pudieron entrar.
Estaba bien decorada, con un gusto exquisito y los trajes eran simplemente hermosos. La tienda se veía pequeña por fuera pero dentro era inmenso.

𝓣𝓻𝓮𝓼 𝓐𝓵𝓯𝓪𝓼 𝔂 𝓾𝓷 𝓞𝓶𝓮𝓰𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora