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Anne

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Anne

No podía dejar de caminar de un lado para el otro en aquella pequeña carpa, mis manos se movían nerviosas sobre mi vestido de novia.

Hoy es el día de mi boda, y estoy más asustada que nunca.

—¿Estás lista?— Walter entro en la carpa cargando una pequeña canasta entre sus manos.

—Algo así— intenté sonreír pero me salió más como una mueca— no te puedo mentir, estoy aterrada.

Baje mi mirada hacia el brazalete que Matthew me obsequio en mi cumpleaños número dieciséis, con mis dedos jugué con él intentando calmar los sentimientos en mi interior.

—¿Puedo decirte algo?— me olvidé por poco de que el chico aún estaba aquí, le di consentimiento asintiendo con la cabeza— es muy normal que sientas miedo por lo desconocido, pero no tienes que dejar que eso te frene— tomo mis manos con las suyas, quedando entrelazadas— eres una gran madrastra para mí y mis hermanos Anne, te quiero.

No llores, no llores, no llores.

Lo traje a mi cuerpo envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo creando un cálido abrazo— también te quiero Walter, lo hago mucho— sentía que el también comenzaba a dejar que lágrimas rodarán por su rostro por lo cual se alejo de mi.

—No quiero que tú vestido se arruine— dijo entre risas secándose las lágrimas con su mano— yo solo venía para dejar la canasta de Joyce.

Wal dejo la canasta sobre una silla despidiéndose de mi con la mano, ahora quedaba sola otra vez, pero con un nuevo sentimiento que rondaba ahora en mi.

Matthew no tardo en llegar al lugar para decirme que es el momento, tome la parte trasera de mi vestido caminando hasta la entrada del puerto con el ramo entre mis manos.

Olvidé decir que me casaría en el puerto de Avonlea, cuando fuimos una vez con Gilbert a caminar, llegamos hasta este lugar, no sabía decir pero juro que sentí cierta conexión.

—Luces hermosa—La voz de Matthew me saco de mis pensamientos, con cuidado beso mis nudillos.

—Gracias papá— no salía llamar mucho a Matthew con este adjetivo lo que tomo un poco por sorpresa, me sonrió de labios cerrados volviendo su vista hacia enfrente.

—Matthew, ¿Marilla a venido?— pregunté con cierto temor.

—Logre convenserla, no puede faltar a la boda de su hija por un capricho suyo— yo sonreí a medias.

𝗛𝗲𝗮𝘃𝗲𝗻𝗹𝘆 | 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐱 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora