Los Bracco

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—Respecto a lo de hace un rato... —Hannibal intentó hablar del tema, aun cuando Will le había pedido minutos antes, mientras subían al coche, que por favor no insistiera en hacerlo.

—Hannibal, no lo discutiremos, ¿queda claro? Desde ahora seremos Alfred García y Adrián Bautista, atento a la pista —dijo indicándole la carretera.

Hannibal rodó los ojos molesto por lo terco que Will podía llegar a ser, pero no continuó insistiendo y se dedicó a conducir en silencio el resto del camino. Luego de un rato llegaron a una mansión alejada de la ciudad, había sido difícil dar con ella aún siguiendo el GPS. Se detuvieron frente a un alto portón que luego de unos segundos se abrió solo, dándoles entrada al lugar. Una vez dentro buscaron un espacio donde estacionar el auto para finalmente caminar con cautela hacia lo que asumieron era la entrada. Al no recibir respuesta tras casi diez minutos, caminaron al auto con la intención de marcharse. Algo dentro de ellos lo agradecía de todas formas.

—¡Dr. Lecter! —alguien les gritó por detrás.

Ambos voltearon de inmediato, encontrándose con una mujer entre dos edades, es decir no cuarentona, no en sus treinta, pero con apariencia fresca y de vida tranquila. Era morena, por lo que encajaba perfecto con el estereotipo físico de los habitantes del lugar, pero unos ojos fuertemente verdes delataban su verdadera nacionalidad. De estatura baja, su cuerpo curvilíneo era cubierto por un vestido del verde de sus ojos. Will asumió que se trataba de Lorraine Bracco.

—¿O debería decir Alfred García? —dijo ella se cuando ya estaba a un metro de distancia, y luego de una sonrisa extendió un abrazo al doctor. Graham atento, notó cómo la dama cerraba sus ojos profundamente y casi enterraba sus uñas en el saco de Lecter. Era un ruego de auxilio escondido tras una cálida bienvenida. Luego ella se separó y estiró su mano para saludar al castaño.

—Will Graham —sonrió él con honestidad. La mujer le había impresionado, su inteligencia y fuerza habían quedado demostradas en apenas unas sonrisas y un saludo, así que por alguna razón ya le respetaba.

—Adrián Bautista —respondió ella con tono bromista y cordial.

—El mismo —sonrió otra vez Graham.

—Bueno, como el Dr. Lecter probablemente ya te contó, mi nombre es Lorraine Bracco, dentro están mi esposo Jack —Will casi rió por la coincidencia del nombre —y mi hija Brianna, desde esa puerta hacia adentro —dijo indicando unos arbustos —Ustedes son Alfred García y Adrián Bautista, ¿sí?

Hannibal asintió con la cabeza, pero Will aún estaba un poco distraído. Sin embargo, la dama no emitió palabra ni realizó gesto hasta que Will asintió también. Entonces avanzó junto a ellos hasta los arbustos, donde ahora al acercarse era posible ver lo que podía pensarse como una entrada de trabajadores. Lecter dirigió una mirada a Graham, quien asintió dándole a saber que él también había notado la extrañeza del asunto; no habían empleados, no se hacía uso de la entrada principal. La bienvenida tampoco había sido extensa, apenas si habían alcanzado a decir sus nombres, sin preguntas acerca del viaje o bienestar de sus invitados, sólo un saludo y luego las aclaraciones para entrar al lugar.

Una vez dentro descubrieron que no se habían equivocado, en efecto era una entrada para empleados, la cocina específicamente, un lugar pequeño y pobremente equipado. Luego salieron de esa habitación para entrar a un pasillo que ahora sí hacía juicio a la elegancia de la mansión y Hannibal desde atrás notó cómo a medida que se acercaban a lo que sonaba como un lento disco de soul, Lorraine acomodaba su vestido o cabello, completamente nerviosa.
Dentro de poco llegaron a un salón con lujosos sillones, lo que parecía una sala de estar elegantemente asicalada con la luz dorada que penetraba por las ventanas. En uno de los sillones se encontraba un hombre de piernas cruzadas leyendo un libro, que apenas sintió la presencia de los invitados en la sala se puso de pie con energía. El hombre alto, cabello rubio con una camisa blanca y pantalones de tela, le ofreció un cálido saludo al doctor Lecter, sonriéndole de forma quizá demasiado atenta según Will, y por quizá demasiado tiempo. Luego apenas sí tocó la mano del ex agente.

𝗠𝘂𝗿𝗱𝗲𝗿 𝗛𝘂𝘀𝗯𝗮𝗻𝗱'𝘀 |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora