𝗠𝘂𝗿𝗱𝗲𝗿 𝗛𝘂𝘀𝗯𝗮𝗻𝗱'𝘀 |TERMINADA|

Después del acantilado

       Su dedo se resbala desde el codo hasta la muñeca. Escalofríos, vellos en punta. Will suspira.

    —¿Duele?

Graham lo mira, Lecter responde con una sonrisa chueca. Usual.
La uña roza la herida en círculos.
Hannibal ya estaba limpio, él solo se había limpiado las heridas, las que dolían, ardían, quemaban aún, pero Graham yacía en el sofá que lo había dejado casi 1 atrás. Estaba pálido, labios lilas y mirada perdida, sus pupilas desesperanzadas; sin embargo, habían hallado socorro cuando el venado había regresado a la sala.
Ahora el psiquiatra limpiaba la herida con delicadeza, no podía dejar a Graham así, no sucio al menos, porque no le molestaba en absoluto la ausencia de la molesta camisa. Ese aroma a piel... Ese aroma valía todas las heridas de su cuerpo.
Fuera la sangre se secaba en el cemento, nada que hacer al respecto. El mar se había encargado ya del gran dragón rojo.
Hannibal cierra los ojos, su manzana de Adán sube y baja tras el recuerdo de los brazos de Will rodeándole minutos atrás, su aliento en su cuello, su sangre en su pecho, su piel en su piel.

    —Hannibal... Podrías... Podrías intentar ser un poco más cuidadoso... —dice apenas.
    —¿Cómo dices? –entonces siente la sangre caliente recorrer su mano. Había metido el dedo en la herida y esta había vuelto a sangrar. Él sonríe —Lo siento, Will, me distraje.

Will sonríe al techo. Se sentía bien. Todo esto se sentía jodidamente bien.
Lecter lo ve sonreír y no puede quitar la vista de esa boca abierta. Necesita morderla.

    —¿Qué piensas, Will? ¿Qué estás sintiendo en estos momentos?

Will cierra los ojos por un segundo y los abre otra vez. Dios, le gusta esto. Una corriente corre desde su espalda hasta su entrepierna por el sólo contento que está sintiendo. El mar fuera está furioso, probablemente apagando el fuego del dragón.
Recuerda a Hannibal mordiendo la garganta del hada de los dientes. Vuelve a cerrar los ojos. ¿Qué sigue ahora? Se pregunta.

     —Me siento a mí mismo... Te siento a ti...

Lecter traga saliva, la cual aún tiene gusto amargo, un gusto algo rojizo.

     —¿Te gusta, Will?
     —¿Me gusta? No.

Hannibal continúa la limpieza.