Ella se queda

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Mueve la cabeza, ese sonido extraño no lo deja descansar y tiene un particular dolor de cabeza desde que amaneció el sol ese día. Se tapa los oídos, se acomoda en la cama, se retuerce, hasta usa la almohada para tapar su cabeza, pero nada tiene resultado, ese molesto ruido sigue perturbándole. La ventaja es que el dolor ha disminuido considerablemente y ya está en capacidad de pararse y detener el boche por su propia cuenta, pero la pereza se lo impide, cree que puede soportarlo un poco más. Mira el reloj, son las 4:13 AM y sólo van dos minutos desde la última vez que lo chequeó, pero le había parecido una eternidad de lucha.
No pudo soportarlo por otro minuto y se paró de la cama en dirección hacia ese molesto sonido, que a medida que se acercaba, parecían ser jadeos o quejas. Cuando ya creyó estar cerca pudo distinguir que eran gemidos, pero no de queja, sino de placer y provenían de la cocina. No quiso pensar, no quiso imaginar, todo era muy obvio, sólo habían dos personas aparte de él en la casa. Lo que no tenía claro era si seguir su camino o retroceder, porque confiaba que ver a Bedelia sería frustrante y hasta desagradable, pero ver al doctor Lecter le producía curiosidad, por lo que este último sentimiento fue más fuerte y continuó caminando a paso lento y con cautela.

Ella estaba sobre la mesa, de piernas abiertas, él de pie, penetrándola. Will observó el trasero de su psiquiatra apretarse y cómo el músculo de sus piernas se tonificaba con cada embestida. Él penetraba con fuerza, pero sin rapidez. Will no podía quitar la vista de ese espectáculo.
Por un segundo el doctor se detuvo, Graham se creyó descubierto, pero enseguida Hannibal Lecter embestió tan fuerte que causó un placentero grito de parte de la mujer. Luego otro, misma intensidad, luego otro, otro...
Pero pese a que Will disfrutaba mucho ese escenario, no podía seguir aguantando él desagradable ruido que ella emitía. No podía aguantar otro minuto ahí, pero tampoco quería irse, esta había sido y probablemente sería la única vez que viese a su doctor en esas circunstancias. Sin embargo, pese a todo, se retiró silenciosamente.
Entró en su cuarto, un poco perturbado con todo lo que acababa de ocurrir. Le había gustado, o quizá no gustar, estaba confundido, pero claramente no le había resultado molesto en lo absoluto ver a Hannibal Lecter en esa posición.
Intentó volver a dormir, pero esa casa parecía estar más despierta de noche que de día, y además no podía quitarse la imagen de Lecter.
Quizá sólo para poder dormir sea necesario... Y decidió cerrar sus ojos para darle libre cabida a la imagen que no lo dejaba tranquilo. Ahora Lecter estaba en pantalla grande, usaría ese escenario para poder dormir, y así fue.

—Will, buenos días —le saludó este mientras fregaba unos platos.

Fue un poco perturbador entrar al lugar de la escena nocturna, pero el castaño prefirió fingir que no había visto nada.

—Buenos días —ese saludo había sonado más seco de lo planeado.

—Me alegra verte en pie, pero tengo listo el desayuno para llevártelo a la cama.

—Yo... Está bien, no es como si las fuerzas me sobraran... —observa a su alrededor, la escena de la lujuria parece limpia y no hay rastros de Bedelia —¿Ella sigue dormida?

—Me espera en el comedor, toma —le entrega un zumo —Te llevo enseguida el desayuno.

—No, no importa, me uniré a ustedes...

—¿Seguro de eso?

Will no responde y se dirige a la mesa. En efecto ella está ahí, más sonriente que nunca. Le enferma, pero sonríe de vuelta en cortesía. Se sienta mientras Hannibal cambia el desayuno desde la bandeja al plato.
—Hm, proteína —bromea ella. Will no responde ni con la vista.

—Mi deseo es mantenerte fuerte Will, más la mente que el cuerpo —sonríe, Will responde con una sonrisa forzada.

El castaño lleva el jugo a sus labios, pero su mirada está sobre la doctora. Ella no hace menos, lo observa también —Eres fuerte —dice. Will la ignora y continúa bebiendo, como si se tratara de licor, rápido y sin pausa —Que rudeza —bromea ella.

𝗠𝘂𝗿𝗱𝗲𝗿 𝗛𝘂𝘀𝗯𝗮𝗻𝗱'𝘀 |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora