Ruggero sale del baño una vez más, noto su pálido rostro y me esfuerzo por ignorarle mientras se acuesta debajo de las mantas.
Sigo tecleando en la computadora sin mostrarme interesada en su malestar. Y me sentiría mal si no estuviésemos en una situación como esta.
Las malditas tarjetas siguen llegando, y con Ruggero pasamos de las discusiones a las peleas fuertes en las que nos gritamos y reprochamos cosas.
Y ahora mismo, el italiano está a punto de morir supongo que por una infección. Me pregunto qué comió, seguramente la amante sabe.
Mi teléfono vibra sobre la mesa, dejo de escribir y lo desbloqueo reproduciendo el audio de mi madre.
Estoy llegando por ti, baja ya. Ah, y a que no sabes a quien me encontré, se muere por verte.
Cierro todas las ventanas abiertas en la computadora, la apago y le respondo preguntando de quien se trata mientras camino al armario buscando mis cosas.
A mamá le dije que me iría a pasar unos días con ella porque Ruggero está remodelando el departamento. Le inventé creíbles excusas del por qué no buscamos lugares temporales juntos.
Y ahora mismo, me voy con ella porque de ninguna manera voy a seguir cayendo en esta mierda. Si Ruggero realmente tiene a alguien más, no tengo problemas en entregarle el anillo y en romper el compromiso.
Y sí, sé que estoy hablando demás, pero es que en una situación como esta estoy a punto de mandar cuatro años de relación a la mierda. No puedo más.
Si él no puede darme explicaciones claras acerca de las tarjetas, yo tampoco puedo pensar con claridad. Fin.
Tomo mi computadora guardándola en el bolso y me aseguro de no dejar nada aquí pues no pretendo volver.
Finalmente dejo las llaves en la mesa y salgo del departamento mientras llamo a Agustín.
—Hola, enana. —escucho su risa.— ¿Qué haces?
—¿Estás ocupado? —pregunto soltando un suspiro.— Te necesito.
—Eso me suena a una propuesta indecente.
—No digas mamadas, idiota. —exijo entrando al ascensor con mi maleta.— Necesito que vengas al departamento y veas a Ruggero, al parecer está enfermo y no quiero que esté solo.
—Como que crees que está enfermo. ¿No estás con él o qué?
—Sí pero hemos terminado.
—¡¿Cómo?!
Alejo el teléfono de mi oído, el maldito ha gritado como loco. Suspiro diciéndole que sí.
Hemos terminado, solo que Ruggero aún no lo sabe.
Y para cuando lo sepa, voy a estar en mi camita muy feliz durmiendo.
—No hay tiempo de explicaciones, solo ven y asegúrate de que tu mejor amigo esté bien. Procedo a colgarte.
—¡Ni se te ocurra enana del demonio! Explícame por qué mierd...
Y colgué.
Me apresuro a bajar y cuando estoy con mi mamá dudo entre subirme o no, ella me mira confundida mientras muerdo mi labio inferior. Es que tengo miedo de dejarle solo.
Que estemos en medio de una guerra no significa que quiero que se muera. Dios nos libre de una desgracia como esas.
—¿Vas a subir o esperas una invitación? —mamá me mira.— ¿Qué te pasa?
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Make A Wish.
RomanceY si pudiese pedir un deseo, desearía que seas eterno. HISTORIA CORTA.