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Me llevo una uva a la boca, mamá sigue hablando de nuestro viaje y yo solo puedo escuchar. No tengo ánimos de absolutamente nada.

Y menos ahora que todo el mundo ha notado la distancia entre Ruggero y yo. Todos se han dado cuenta de que las cosas no están nada bien pese a que vivimos juntos.

De hecho, creo que el vivir juntos es lo que jode todo.

Había puesto una cajita de preguntas en mis stories, y no me sorprendía nada que la mayoría de preguntas eran algo como;

¿Tú y Ruggero terminaron? ¿Por qué ya no están juntos siempre? ¿Ya no se van a casar?

Y si a eso le sumamos las teorías en redes sociales, rumores de que Ruggero está buscando un departamento solo, habladurías de periodistas de mierda que no pueden vivir sin incluirse en la vida de los demás, y las preguntas que ya nos comienzan a hacer en entrevistas...

Sí, creo que debería hablar con Ruggero y definir de una vez lo que pasa con nosotros.

Rasco mi frente, deslizo las stories y me detengo en las de Agustín mostrando su fiesta de anoche. Celebraron un nuevo logro en su carrera y tuvieron una agradable noche.

Ruggero también fue, y ahora mismo estoy viendo que se divirtió mucho bailando con esa chica a la que ha estado frecuentando bastante.

—Karol.

Mamá llama mi atención, levanto la mirada centrándola en ella mientras bloqueo el teléfono.

—¿Mande?

—Te estaba diciendo si ya tienes tus maletas listas porque nos vamos mañana bien temprano.

—Ah sí, todo listo. —asiento recogiendo mi cabello. Ella suspira.— ¿Qué?

—¿Siguen las cosas mal?

—No sé de qué hablas. —me hago la desentendida.— ¿Qué más falta por acordar? Vamos a estar como seis meses en Miami, ¿no?

—Karol. —reprende y bajo la mirada.— Que no hayas querido decirme nada no significa que yo no haya notado que mi hija ya no sonríe desde hace un mes. ¿Qué pasó?

—Ay, mamá.

—¿Ay mamá qué?

Muerdo mi labio inferior y siento mi mirada nublarse, maldigo tomando mi rostro entre mis manos y mamá se pone de pie caminando hacia mí.

El guardarme esto para mí sola ha sido traumante. Y el tener que soltarlo ahora mismo después de un mes de absoluto silencio, es demasiado reconfortante.

Le cuento a mamá todo, desde la llegada de esos famosos regalos hasta el nulo interés de Ruggero por explicar lo que sucede. Y la final, ella entiende que si estoy de vuelta en casa no es gracias a una remodelación, es porque aún no sabemos el destino de nuestra relación.

Pero bueno, ya la respuesta comienza a ser obvia. Quizá al final no haya ninguna boda o reconciliación al menos.

—No tienes que viajar si te sientes mal. —me dice.— Puedes quedarte aquí y pensar en cómo van a solucionar las cosas.

—Mientras Ruggero no me de una lógica explicación yo no puedo fingir que las cosas están bien. No puedo simplemente fingir que las cosas están bien, mamá.

—¿No pensaste por un momento que esto es solo una broma de muy mal gusto?

—Broma o no, no creo que dure un mes entero enviando regalos.

—Pero, Karol...

—No, mamá. Estoy segura de que si los regalos hubiesen sido para mí, Ruggero a este punto ya ni siquiera me reconociera como algo suyo. He aguantado bastante, y si sigue sin darme una lógica explicación que vaya más allá de es que no tengo ni idea, no puedo hacer más.

Make A Wish.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora